Cuando Mariano Rajoy se encuentra ante un asunto polémico su reacción suele ser no hablar de él. Evitar referirse a ello en público. Como si no mencionándolo dejase de existir. Es lo que ha hecho estos días sobre la situación de Rita Barberá, exalcaldesa de Valencia. Este miércoles, un día después de que el Supremo diese un nuevo paso hacia su imputación, la exregidora municipal renunció a su militancia en el PP a petición de la dirección nacional, pero no al escaño en el Senado. Y la reacción de Rajoy ha seguido siendo el silencio.
El presidente del Gobierno en funciones arropó a Luis de Guindos en la presentación de su libro (España amenazada, Península) horas después de que Barberá anunciara que deja de ser militante del partido. De la exalcaldesa no dijo ni una sola palabra. Evitó a la prensa. En su intervención se limitó a atacar a Pedro Sánchez y a vender un discurso en el que se siente muy cómodo: el de la recuperación económica.
Durante años, Barberá ha sido una de las dirigentes más respetadas del PP por sus mayorías absolutas en el Consistorio. También fue, junto a Francisco Camps, uno de los principales apoyos con los que contó en los meses previos al XVI Congreso Nacional del PP, que se celebró en Valencia en junio de 2008. Ahora, el PP intenta pasar página para que el tema contamine lo menos posible las campañas vasca y gallega y la formación de Gobierno apuntando a que "ya no es del partido". Rajoy, esquivando el tema, se abonó a esta tesis.
"España no puede seguir bloqueada por el empecinamiento de quien no quiere admitir su derrota. El señor Sánchez, por algún inexplicable motivo, parece decidido a llevarnos a todos a nueva convocatoria electoral de la que nadie sacará provecho alguno. Unas terceras elecciones solo supondrán descrédito para los políticos y desconfianza para España", sostuvo en su intervención después de que Guindos presentara su libro en la Fundación Rafael del Pino.
Rajoy reivindicó "la política de resultados y la buena gestión". "Para mí el extremismo que hoy necesita España es el extremismo del sentido común y yo estoy dispuesto a seguir dando esa batalla. Es hora de acabar con el ruido y, como decía Ortega, ponerse a las cosas que importan: la economía, el empleo, la seguridad, el futuro", añadió.
Tras el 'caso Soria'
No pasa inadvertido que Rajoy arropaba a Guindos una semana después de que José Manuel Soria, exministro de Industria, renunciara a un puesto de director ejecutivo del Banco Mundial, propuesta que partió del Ministerio de Economía. Y un día después de que el ministro compareciera en la comisión del ramo del Congreso de los Diputados para dar algunos detalles de la polémica.
La propuesta de Guindos generó no pocas tensiones en el PP y en el Gobierno. Algunos ministros llegaron a acusar a su compañero de no haber sido transparente a la hora de dar todos los datos sobre el nombramiento a Rajoy. Pero, pasada la tormenta inicial, el presidente parece haber cerrado ese capítulo. Dijo sentirse "muy orgulloso" de Guindos y de "todos los miembros de su gabinete". Había algunos que le estaban escuchando: la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, Isabel García-Tejerina (Agricultura), Íñigo Méndez de Vigo (Educación), José Manuel García Margallo (Exteriores) y Jorge Fernández Díaz (Interior).
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El acta le pertenece
A su salida del acto, Tejerina sí atendió a la prensa. Valoró el gesto de Barberá en atención "a las peticiones del PP de no seguir restando" e insistió en que "ya no es miembro del partido" aunque siga conservando el escaño en el Senado.
Por su parte, el ministro de Exteriores sostuvo la decisión de la exalcaldesa "exonera al PP de cualquier responsabilidad". Sobre el hecho de que mantenga su acta, subrayó que el escaño "pertenece" al parlamentario y "no hay manera alguna de que el partido pueda influir".
Cuando Mariano Rajoy se encuentra ante un asunto polémico su reacción suele ser no hablar de él. Evitar referirse a ello en público. Como si no mencionándolo dejase de existir. Es lo que ha hecho estos días sobre la situación de Rita Barberá, exalcaldesa de Valencia. Este miércoles, un día después de que el Supremo diese un nuevo paso hacia su imputación, la exregidora municipal renunció a su militancia en el PP a petición de la dirección nacional, pero no al escaño en el Senado. Y la reacción de Rajoy ha seguido siendo el silencio.