Un acto "obsceno" y de "degeneración democrática", una reunión que "liquida cualquier apariencia de imparcialidad", una cita, en definitiva, que exige una dimisión "necesaria" e incluso "obligada". Así calificó el hoy presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el encuentro mantenido en febrero de 2009 por el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, y el juez Baltasar Garzón –que investigaba en esa época el caso Gürtel– durante una cacería a la que ambos fueron invitados.
Rajoy, ya entonces presidente del PP, aseveró que el contenido de las conversaciones que ministro y juez pudieran haber mantenido en aquella montería no era el elemento clave porque, con independencia de los temas que hubiera abordado, la estampa no era presentable: "Yo no sé de qué hablaron allí, pero desde luego no es aceptable", dijo en una entrevista el 24 de febrero de ese año, en la que arguyó que en materia de Justicia se debe cuidar no sólo la "imparcialidad", sino también la "apariencia de imparcialidad".
La línea argumental del Rajoy de 2009 difiere notablemente de la del Ministerio de Justicia de su Gobierno, que este lunes ha emitido un comunicado en torno a la reunión que mantuvieron durante una hora y en sede oficial el titular de ese departamento, Jorge Fernández Díaz, y el exvicepresidente del Gobierno, Rodrigo Rato, sobre el que pesan tres causas por delitos relacionado con corrupción. En la nota, Interior defiende que el ministro accedió a mantener ese encuentro porque la petición de Rato tenía carácter "exclusivamente personal".
El Ministerio también apunta que el cara a cara se desarrolló "completamente al margen de la situación procesal" del imputado y que, "como condición previa a la realización del encuentro", quedó "absolutamente clarificado" que sobre la mesa no estarían las causas penales abiertas contra Rato, si bien fuentes ministeriales no han precisado cuál fue el contenido de las conversaciones ni qué elementos incluyó el también expresidente de Bankia en su petición para reunirse con Fernández Díaz.
La oposición pasa a la acción
Esta explicación no ha satisfecho a la oposición parlamentaria: el PSOE y la Izquierda Plural han registrado sendas peticiones parlamentarias para que Fernández Díaz acuda al Congreso de los Diputados a dar cuenta de los pormenores del encuentro, y se han mostrado muy críticos con esa reunión. El portavoz de Hacienda del Grupo Socialista, Antonio Saura, ha afirmado que en el PP "hay una estrategia para salvar al soldado Rato", y el diputado de IU Ricardo Sixto ha calificado de "inausmible" una reunión de estas características.
UPyD ha exigido explicaciones también a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Rosa Díez ha dicho que la situación debe conllevar "una dimisión o un cese" y ha adelantado que pedirá la comparecencia tanto de Fernández Díaz como de la número dos del Ejecutivo. A las quejas también se han sumado Podemos –"la espina dorsal del PP está podrida", ha dicho la secretaria general en Andalucía, Teresa Rodríguez– y Ciudadanos, cuyo subsecretario de organización de Ciudadanos, José María Espejo-Saavedra, ha apuntado a Rajoy como último responsable de las acciones de Fernández Díaz.
"Y aún no ha dimitido"
La polémica cacería de Fernández Bermejo y Garzón coincidió, en 2009, con la campaña de las elecciones autonómicas de Galicia. Rajoy pasó 12 de los 15 días de la recta final en tierras gallegas y hubo una frase que reiteró en muchos de los actos, donde reclamaba de forma incesante la dimisión de Fernández Bermejo: "Son las 13:20 horas y el señor Bermejo no ha sido cesado", decía Rajoy. La hora cambiaba en cada mitin, la consigna se repetía.
El hoy presidente, que por ahora no se ha pronunciado sobre la cita entre Fernández Díaz y Rato, no fue el único en reclamar el cese del ministro socialista. El mismo día que se conoció la noticia de la cacería, la entonces portavoz del PP en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, pidió a Fernández Bermejo que diera explicaciones de forma "concreta y cumpida" de lo ocurrido, mientras que el portavoz conservador de Justicia en la época, Federico Trillo, señaló que el encuentro no era "ético ni estético", y reclamó explicaciones en sede parlamentario.
A raíz de el incidente, Rajoy anunció la ruptura de "toda interlocución" con el ministro de Justicia por lo que calificó de "acto obsceno", "degradante" y "bochornoso". En varias ocasiones dijo estar "expectante", a la espera de que el presidente Zapatero, en un "ejercicio democrático", relevara al ministro. Finalmente Fernández Bermejo dimitió. Lo hizo el 23 de febrero de 2009, menos de dos semanas después de que trascendiera la cacería.
Rajoy lo consideró una "muy buena noticia", porque "en democracia se deben observar unos comportamientos que el ministro dimitido [Bermejo] no observó" y subrayó que su actuación, al coincidir con Garzón en una montería, había sido "muy poco presentable desde el punto de vista democrático".
Un acto "obsceno" y de "degeneración democrática", una reunión que "liquida cualquier apariencia de imparcialidad", una cita, en definitiva, que exige una dimisión "necesaria" e incluso "obligada". Así calificó el hoy presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el encuentro mantenido en febrero de 2009 por el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, y el juez Baltasar Garzón –que investigaba en esa época el caso Gürtel– durante una cacería a la que ambos fueron invitados.