Dos políticos que no están en las listas electorales de este 25S en Galicia y Euskadi no tienen ninguna duda de que se la juegan. De que la lectura de los resultados se hará en clave nacional. Lo que ocurra en las urnas tendrá su réplica en Madrid, en las direcciones nacionales de PP y PSOE. Mariano Rajoy y Pedro Sánchez marcaron en esta fecha el punto de inflexión para tomar una serie de decisiones que pueden tener efectos sobre la gobernabilidad de España. Saben, además, que no van a poder evitar que estas elecciones sean utilizadas para medir su liderazgo.
Por diferentes motivos, Rajoy y Sánchez acuden tocados a estos comicios. El primero ha hecho campaña bajo la losa de haber sido derrotado en una sesión de investidura y liderando un partido que en las últimas semanas ha llegado a poner en duda su gestión de los escándalos de corrupción. El segundo, bajo la presión de un amplio sector crítico que amaga prácticamente a diario con intentar desplazarle de la secretaría general del PSOE si el partido consuma su enésimo fracaso electoral.
A continuación, infoLibre repasa la situación en la que los líderes del bipartidismo llegan este domingo a las gallegas y vascas y analiza los posibles desenlaces.
PP: Rajoy confía en Feijóo para sostener su cabeza
"Un presidente al pie de la calle"
. Así se refería el Partido Popular a Mariano Rajoy en el argumentario que remitió a sus militantes y cargos públicos este jueves. "El presidente Rajoy es el mejor activo electoral del Partido Popular. Se ha volcado en el apoyo de nuestros magníficos candidatos en Galicia y País Vasco: Alberto Núñez Feijóo y Alfonso Alonso. En las dos semanas de campaña electoral, Rajoy habrá visitado 25 localidades, tanto de las provincias gallegas de A Coruña, Lugo, Pontevedra y Ourense, como de las tres vascas: Álava, Guipúzcoa y Vizcaya", precisa.
Con este documento interno, los conservadores intentaban preparar el terreno para lo que se temen a partir del lunes, cuando se conozca el resultado de los comicios. En Génova son conscientes de que el periodo de tensa calma vivido durante la campaña se acaba. Dará comienzo entonces un mes en el que los partidos tendrán que retratarse sobre si lo que quieren es nuevas elecciones o intentar formar Gobierno. Pero el tiempo está tasado. Si el 31 de octubre no hay un candidato investido, se disolverán las Cortes y se convocarán elecciones para finales de diciembre.
Quienes conocen bien a Rajoy aseguran que no dará un nuevo paso hasta tener todos los apoyos que necesita para ser investido. Un pleno frustrado ya ha sido suficiente, señalan. Pero cuentan también con que desde el resto de partidos, salvo Ciudadanos, se vuelva a hurgar en su liderazgo, en la necesidad de que se aparte para que el PP no sea incompatible con la regeneración.
La consigna es que no dé un paso atrás y que el partido cierre filas en torno a él. En el PP hay consenso en una cosa: es Rajoy el ganador de dos elecciones generales consecutivas, y habiendo mejorando resultados el 26J, es el que tiene que decidir cuándo se va. Mientras él no abra esa posibilidad, para los suyos seguirá siendo un activo. "Les digo a los ocho millones de votantes del PP que no les voy a fallar ni me voy a rendir", recogía el citado argumentario. Una muestra más de esa idea que ya se atreve a verbalizar en público: "Si hay que volver a ir, se va".
El PP tiene pendiente celebrar un nuevo congreso para renovar la dirección. Lleva aplazado desde el año pasado. Pero Rajoy no quiere abrir ese melón hasta que se haya investido un presidente del Gobierno. Mientras no se celebre ese cónclave él es, por estatutos, el candidato a las generales. No es cuestión de amarrarse a la silla, señalan en su entorno, es una forma de mantener unido al PP. "Él actúa de elemento de cohesión, de pegamento", señala un miembro del Comité Ejecutivo Nacional.
Que Rajoy ha asumido estos comicios como algo propio puede comprobarse en la campaña. Cuando no ha tenido compromisos internacionales ha viajado a Euskadi o a Galicia. En la dirección nacional del PP son menos optimistas a medida que se acerca la fecha, pero siguen confiando en que unos buenos resultados en Galicia –conservar la mayoría absoluta– y en el País Vasco –mantener los diez escaños– son una llave para el desbloqueo de la situación en España.
No obstante, para ello sería necesario el concurso del PSOE y ello pasaría por que Sánchez reconsiderara su "no es no", algo casi imposible a día de hoy, o que los barones se plantaran y consiguieran torcer la voluntad de su jefe descabalgándole de la secretaría general del partido. "Un fracaso de Sánchez es una victoria de Rajoy", resume un dirigente regional.
En clave interna, el PP necesita también un revulsivo. El Gobierno está en funciones; el Consejo de Ministros, diezmado tras la marcha de José Manuel Soria, Ana Pastor o Alfonso Alonso y no hay semana que no haya novedades judiciales sobre los escándalos de corrupción que les afectan. El nerviosismo por la incertidumbre fue palpable hace una semana cuando el Supremo dio un paso más para la imputación de Rita Barberá. El partido estalló en dos bandos claramente diferenciados: los partidarios de que Barberá dejase el escaño y los que creían que bastaba con haber renunciado a seguir militando en el PP.
Ese revulsivo podría venir en forma de victoria por mayoría absoluta en Galicia. Hace cuatro años el mapa de España estaba teñido de azul-PP, pero las autonómicas y municipales de mayo de 2015 dieron un vuelco y se acabaron las mayorías absolutas. Si Feijóo logra retener la Xunta, el PP y Mariano Rajoy sacarán pecho por ello.
El candidato a la Xunta es, pues, una especie de garante, de sostén, del liderazgo de Rajoy. Pero la otra cara de la moneda dejaría a Feijóo como el candidato mejor ubicado para suceder a Rajoy. Nada une más a los partidos que las victorias electorales y el poder. Con mayoría absoluta, sin necesidad de apoyos de ningún otro partido, el presidente gallego sería el barón autonómico conservador mejor posicionado para suceder a Rajoy en un congreso nacional.
PSOE: sánchez se la juega con dos de sus fieles
El PSOE llega al 25S con una tensa situación interna que viene arrastrándose desde hace un año y que se vio acrecentada esta semana al amagar Pedro Sánchez con alterar el calendario del congreso socialista, en un movimiento que fue interpretado por los críticos como "una huida hacia adelante" del líder socialista para perpetuarse en el cargo. En su equipo, donde ni confirman ni desmienten esta operación, señalan que "no se puede mantener permanentemente el ruido interno contra el secretario general".
En cualquier caso, lo que sí parece claro es que los dos bandos en los que está dividido el PSOE van a hacer una lectura de los resultados que el partido obtenga este domingo en Galicia y el País Vasco en clave nacional y no sólo autonómica. Y es que más allá de la posición en la que puedan quedar los socialistas en el nuevo reparto de poder que salga de las urnas, este resultado tendrá no pocas consecuencias de puertas adentro.
En caso de hecatombe electoral, las federaciones críticas encontrarían en este resultado un nuevo argumento para buscar la caída de Sánchez a corto plazo. Además, si el partido queda en una mala posición, se espera que los dirigentes desafectos al actual secretario general se afanen en visualizar que Sánchez es ya un líder amortizado.
Los barones creen que una de las cosas en las que han fallado en los últimos meses ha sido en no exigir responsabilidades al secretario general por los malos resultados del partido en las generales del 20D y del 26J. Y es que, en los comités federales mantenidos después de sendas elecciones, los dirigentes del PSOE se centraron en abordar el tema de la gobernabilidad y no en las causas de los malos resultados. Los socialistas lograron el 26J un total de 85 escaños, cinco menos que el 20D.
De ahí que la mayoría de los barones críticos defendieran que el Comité Federal que venían reclamando con insistencia se celebrara el 1 de octubre –el primer sábado tras estos comicios– y no el día 8, que era la opción preferida por Ferraz. De esta manera, el juicio a Sánchez se vinculará a los resultados electorales y no al tema de la investidura, pues los críticos tampoco quieren que se les visualice como partidarios de mantener a Rajoy en la Moncloa y los que desechan cualquier alternativa.
Sin embargo, en el caso de que el PSOE logre salvar los muebles y su resultado sea mejor que el que vaticinan las encuestas, el secretario general lo tendría más fácil para vender que los electores valoran su estrategia del "no es no" a un Gobierno conservador. Hay que tener en cuenta, además, que los dos candidatos del partido en Galicia y Euskadi son fieles a Sánchezson fieles a Sánchez. Eso, inevitablemente, facilita que se le responsabilice del resultado, ya sea positivo o negativo.
Los críticos con su gestión ven a Sánchez como un político hábil a la hora de jugar con las expectativas y de presentar como buenos unos resultados que en realidad son son malos o mediocres. "Últimamente las expectativas son tan nefastas que cualquier cosa que las mejore parece un logro, aunque en realidad el partido esté cosechando en las últimas elecciones los peores resultados de su historia", dice un dirigente de una de las principales federaciones socialistas.
Pero, ¿qué resultado marca el límite de lo que, para el PSOE, se puede considerar un fracaso? En el País Vasco, donde los socialistas cuentan actualmente con 16 representantes, la encuesta del CIS les daba 8. En el partido consideran que pueden llegar a tener entre 10 y 11 representantes y que menos de 10 sería considerado como un fracaso sin paliativos. Otra cuestión es si su resultado será suficiente para que el PNV llegue a la mayoría absoluta (38 escaños), lo que les sitúa en una posición decisiva aunque el resultado sea malo.
En Galicia, la dirección socialista está preparada para vender como éxito cualquier resultado que no implique el sorpasso de En Marea, la formación que aglutina a Podemos, las mareas municipalistas, Izquierda Unida y Anova, aunque Feijóo (PP) mantenga la mayoría absoluta. A partir de ahí, si el PSOE se acerca a los 18 escaños que tiene ahora o si lograra superar esa cifra el resultado sería celebradísimo en Ferraz.
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Sin embargo, esto no es todo lo que se juega el PSOE este domingo. Otro aspecto fundamental es cómo pueden afectar estos resultados a la formación de Gobierno a nivel nacional. Y es que en el caso de que Sánchez saliera reforzado, se alejaría también cualquier posibilidad de que los diputados socialistas se abstuvieran para mantener al PP en la Moncloa y el secretario general lo tendría más fácil para pedir el respaldo del Comité Federal para explorar otras fórmulas alternativas de gobierno.
Otra cuestión de fondo que también planea sobre estos comicios es cómo queda la batalla por el voto del electorado de la izquierda que el PSOE mantiene con Podemos. Si hay sorpasso en ambos territorios, entre los socialistas se acrecentarán los temores a la pérdida de la hegemonía de la izquierda. Por el contrario, si los socialistas sólo se ven sobrepasados en Euskadi, esos temores se desdibujarán.
Es importante reseñar que tanto Galicia como el País Vasco se han revelado como territorios propicios para las formaciones que están a la izquierda del PSOE. En Euskadi, el partido de Pablo Iglesias se alimenta en parte de antiguos votantes de EH Bildu, una situación que no es extrapolable a otras comunidades. Y en Galicia, En Marea le sacó a los socialistas casi 65.000 votos el 20D y se colocó en segunda posición. El 26J el PSOE recuperó la segunda plaza pero con una diferencia de 1.110 votos sobre En Marea.
Dos políticos que no están en las listas electorales de este 25S en Galicia y Euskadi no tienen ninguna duda de que se la juegan. De que la lectura de los resultados se hará en clave nacional. Lo que ocurra en las urnas tendrá su réplica en Madrid, en las direcciones nacionales de PP y PSOE. Mariano Rajoy y Pedro Sánchez marcaron en esta fecha el punto de inflexión para tomar una serie de decisiones que pueden tener efectos sobre la gobernabilidad de España. Saben, además, que no van a poder evitar que estas elecciones sean utilizadas para medir su liderazgo.