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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Qué razones llevan a un votante a cambiar de papeleta en seis meses

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Ibon Uría

Apenas seis meses después del 20-D, algo más de 36,5 millones de ciudadanos están de nuevo llamados a las urnas este domingo. Seis meses en los que nuevos escándalos de corrupción han salpicado al PP, en los que PSOE y Ciudadanos cerraron un pacto de Gobierno que naufragó en los intentos de investidura de Pedro Sánchez, y en los que Podemos e Izquierda Unida decidieron presentarse en coalición a esta repetición de los comicios. ¿Son estas novedades suficientes para que haya votos que cambien bando? ¿Qué factores empujan a los ciudadanos a elegir una papeleta diferente a la de la última vez?

Fermín Bouza, sociólogo y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, señala que los españoles "cambian poco su voto en general". Hasta épocas muy recientes, comenta, el "70 u 80 por ciento" de los votantes de los dos grandes partidos repetían papeleta elección tras elección. Esa proporción cayó en un primer momento con la irrupción de Podemos y Ciudadanos, pero se ha recuperado desde el 20-D al 26-J porque "al PP y al PSOE sólo les votan ya quienes les son muy fieles, de modo que no han dejado de hacerlo en estos seis meses". Bouza añade que las causas que pueden llevar a cambiar de partido son "muy diversas".

Entre ellas, apunta el doctor en Ciencia Política por la Universidad de Oxford Lluis Orriols, figuran tanto factores que operan a medio y largo plazo –como los "cambios en la posición económica" de los votantes, que pueden alterar "sus intereses"; el "cambio de valores" de los electores o de las "posiciones políticas de los partidos"– como elementos con efectos más inmediatos: cambios de liderazgo en las formaciones políticas, el juicio de la gestión del Gobierno o de temas que polarizan a los votantes, como "por ejemplo el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo o las cuestiones territoriales".

Campañas y votantes conversos

Si centramos la cuestión en los votos que cambian durante una campaña electoral, detalla Pau Marí-Klose, doctor en Sociología y profesor en la Universidad de Zaragoza, hay que tener en cuenta que la "conversión" –cambiar de una lista a otra– es mucho menos frecuente que la activación o movilización del electorado de un determinado partido. Marí-Klose estima que, como mucho, pueden cambiar de bando entre un 2 y un 5% de los votos en la antesala de una cita con las urnas. ¿Y qué factores influyen? Al menos tres: la exposición a determinada información, el llamado voto estratégico y el comportamiento con respecto a las mayorías.

El primero de los casos puede darse cuando el elector recibe de forma "continua" información de una fuente a la que concede "credibilidad" y que "contradice su predisposición" a votar a la formación política a la que viene haciéndolo. "Esa persona que te guía hacia otro partido puede ser tanto de una figura pública, como por ejemplo un periodista al que concedas credibilidad, o alguien de tu entorno más inmediato", señala Marí-Klose, que subraya que lo determinante es la "confianza" en la fuente: "Si no confías al 100% en el mediador, puede darse el caso de que refuerce tus predisposiciones iniciales en lugar de llevarte a cambiar de voto".

El segundo fenómeno, el de la conversón racional o voto estratégico, se da especialmente "en circunscripciones pequeñas" donde los partidos minoritarios tienen imposible lograr representación. "Cuando percibes que lo útil no es votar lo que tenías inicialmente previsto por una serie de consideraciones –indica el experto– puedes decidir votar a otro partido". Un ejemplo: "Un elector que deseara votar al Pacma en Ibiza, donde se elige a un único senador, sabe que su partido no va a obtener representación, así que podría terminar decantándose por alguno de los front runners –los partidos con más opciones–, como el PP, el PSOE o Unidos Podemos".

Y están, por último, las actitudes con respecto a las mayorías. En este punto, Marí-Klose distingue dos fenómenos: bandwagon y underdog. "El primero consiste en subirse al carro ganador. La gente, dentro de su marco ideológico, quiere ser del partido que va a ganar", apunta. El experto recuerda que esto sucedió en las últimas elecciones a la Alcaldía de Madrid y Manuela Carmena, que logró "agrupar el voto de izquierdas cuando se percibió que tenía opciones de sacar un buen resultado. El segundo fenómeno significa que hay una serie de votantes que "apoyan al que va por detrás y tiene que remontar". "Es una apelación que está usando el PSOE en campaña, por ejemplo con uno de sus últimos vídeos, para recuperar votos de Podemos", subraya.

Jóvenes promiscuos, mayores decididos

En cualquier caso, no hay que perder de vista que "hay distintos tipos de votantes" con diferentes grados de "identidad partidista", tal como señala Berta Barbet, doctora en Ciencias Políticas por la Universidad de Leicester, especialista en comportamiento político y editora de Politikon, de modo que estos factores les afectan con diferente intensidad. Así, los "votantes muy identificados con un partido necesitan sufrir un shock importante para cuestionar el sentido de su voto, mientras que los votantes con una identificación débil con un partido o poco politizados votan según el contexto de cada elección en mayor medida".

En esa misma línea, varios analistas consultados por infoLibre señalan que hay cambios de comportamiento entre los más jóvenes con respecto a las generaciones más adultas. "Los jóvenes son mucho más promiscuos porque tienen menos anclajes partidistas o ideológicos", apunta Ignacio Urquizu, doctor en Sociología y candidato del PSOE al Congreso de los Diputados por Teruel este próximo 26-J. Coincide con su análisis Máriam Martínez-Bascuñán, doctora en Ciencia Política y profesora en la Universidad Autónoma de Madrid: "Las identificaciones partidistas dependen mucho de la edad", dice.

La experta detalla que "es muy difícil que cambien de voto personas mayores que llevan votando al PP toda la vida". "Conviene recordar que el 40% del electorado del PP tiene más de 65 años, que tienen un nivel de fidelidad altísimo y que la valoración que dan a Rajoy tambien es alta. En resumen: el PP tiene un suelo electoral garantizado con ellos", subraya Martínez-Bascuñán. Diferente es el caso de los jóvenes: "Las lealtades partidistas jamás serán lo que han sido hasta ahora, son mucho más líquidas, aunque es cierto que el primer voto suele generar las lealtades más fuertes", indica.

La experta agrega que "por eso es importante que la brecha generacional esté tan vinculada a los partidos emergentes, a Podemos y Ciudadanos, porque si comienzas a votar un partido cambiar después tiene costes emocionales más fuertes y es más fácil que tiendas a volver a votar por él". "Esto es algo de lo que el PP no es consciente: a corto plazo puede salvar los muebles por su electorado envejecido, pero la tendencia natural es que vaya perdiendo votos porque la marca conservadora joven se la está apropiando Ciudadanos", apunta.

Del bipartidismo al multipartidismo

En el sistema político español, coinciden los analistas. hay otra novedad con implicaciones en las transferencias de voto: el paso de un sistema fundamentalmente bipartidista a un escenario multipartidista. "El 20-D, el 34% de los votos fueron a formaciones que antes no tenían representación, y esto indica que la volatilidad ahora es mucho mayor", dice Martínez-Bascuñán, quien enmarca esa situación en la crisis de los "partidos de masas" surgidos de la socialdemocracia alemana de finales del siglo XIX, que a su juicio son organizaciones de un "modelo condenado a desaparecer" y que serán reemplazadas por partidos con "simpatizantes y bases digitales y modelos de organización interna más horizontales, al menos en teoría".

Para Barbet, el paso del bipartidismo al multipartidismo implica que "las dudas de los votantes se plantean entre partidos que se parecen más que los de un sistema bipartidista". Es decir, que a priori es más sencillo pasar del PP a Ciudadanos que del PP al PSOE, porque el "salto ideológico es mucho menor". También lo cree Urquizu, que apunta que "uno cambia de voto entre partidos próximos", por lo que "el multipartidismo aumenta las posibilidades". Orriols, en cambio, no coincide por completo con esta idea: "Que haya más partidos no implica que cambiar de uno a otro sea necesariamente más fácil. En Bélgica, por ejemplo, hay muchos partidos en función de la comunidad nacional de los votantes. En el caso español es cierto que hay una gran volatilidad tras la ruptura del sistema bipartidista", responde.

Del 20-D al 26-J: claves para cambiar de voto

Preguntados por los acontecimientos que podrían motivar cambios de voto el 26-J con respecto al 20-D, Martínez-Bascuñán apunta que la "jugada maestra de estas elecciones la ha planteado Podemos con su coalición con IU", pues además de "fagocitar a los potenciales votantes de ambas formaciones, parece que está sumando votos que podrían haber ido al PSOE en otras condiciones". Barbet destaca que el pacto Podemos-IU presentaba el riesgo de no implicar una suma automática, "pero los datos dicen que eso no ha pasado y que la bolsa de votantes que no se identifica con Unidos Podemos es muy pequeña". Orriols, finalmente, resalta que las encuestas detectan una "insatisfacción destacable entre sectores de votantes de IU con esta coalición", aunque descarta que eso vaya a tener "mucho impacto electoral".

En cuanto al pacto firmado por Sánchez y Rivera para la investidura del candidato socialista, Barbet considera que no tendrá efectos "dramáticos" en los resultados de las elecciones, "a diferencia de lo que hubiera sido un pacto con el PP, que habría tenido efectos muy fuertes para los socialistas", pero agrega que quienes no se sentían demasiado identificados con el PSOE pueden "desmovilizarse". "Además, el acuerdo entre Sánchez y Rivera también puede generar voto útil a Unidos Podemos a modo de voto de compensación, porque habrá quien vote a la coalición para tirar del PSOE hacia la izquierda y evitar un posible pacto con el PP", añade.

Mientras tanto, en el campo de la derecha, la experta comenta que puede haber votantes que pasen de Ciudadanos al PP "porque habrá voto compensatorio para evitar el pacto con el PSOE". "Ciudadanos, además, aún no tiene una bolsa de votantes con una identificación fuerte, de modo que es más fácil que pierda votos", añade. "Habrá quien vuelva a votar al PP y no a Ciudadanos por miedo a la inestabilidad y porque algunos no estarán de acuerdo con el pacto con el PSOE", coincide Urquizu. "Ciudadanos depende muchísimo del PP. En la medida en la que Rajoy no consiga recuperar votos, Rivera conseguirá mantener los niveles de diciembre", apunta, por su parte, Fermín Bouza.

Los principales trasvases

De acuerdo con el barómetro preelectoral del CIS, hay un 71% de españoles que irán a votar con total seguridad este domingo y un 11,2% adicional que "probablemente" acudirá a las urnas. Del conjunto de ellos, el 66,9% tenía su voto decidido hace ya semanas y un 33,2% estaba indeciso. El partido con menos votantes en duda es el PP –19,5% de quienes le apoyaron el 20-D–, seguido de Podemos (22,6%), PSOE (29,2%) y Ciudadanos (33,4%). Además, las dudas más frecuentes son entre los socialistas y Unidos Podemos –un 12,3% del total de quienes tenían previsto ir a votar pero no tenían decidido el sentido de su voto en el momento de realizarse la encuesta–, PP y Ciudadanos (10%), PP y PSOE (9,4%) y PSOE y Ciudadanos (8,9%).

También hay un buen número de votantes que ya al comienzo de la campaña había decidido cambiar su voto con respecto a hace seis meses. El grupo más numeroso en porcentaje, según el CIS, es el 7,8% de los votantes de Rivera que ahora elegirían a Rajoy. Serían unos 273.000 votos extra para el PP. En palabras de Martínez-Bascuñán, es una transferencia "significativa" que tiene que ver con la "polarización de esta campaña", bien por "la llamada al voto útil de los partidos que están en los extremos" bien porque hay votantes "que quieren penalizar a Rivera por su pacto con el PSOE". En sentido inverso, un 3,6% de quienes eligieron la papeleta de los conservadores el 20-D votarán este domingo al partido naranja, que recibiría así 260.000 sufragios adicionales: "Tiene que ver con el electorado más joven que va a castigar más la corrupción, posiblemente", apunta la analista.

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En la izquierda, el PSOE perdería según el CIS en torno al 5,8% de sus votantes hacia Unidos Podemos, principalmente "electores que van a castigar su política de pactos y que prefieren un Gobierno de izquierdas", dice Martínez-Bascuñán. En sentido contrario, un 4,4% de los votantes de Podemos y un 5,1% de quienes se decantaron por IU apostarían ahora por el PSOE. "A los primeros quizás les ha podido llegar el relato de la pinza o sean antiguos votantes socialistas que no acaban de ver con simpatía el rol de Julio Anguita en campaña. Los segundos pueden ser votantes que no ven clara la alianza de IU con Podemos, que pertenezcan al ala más próxima a Gaspar Llamazares de la federación", explica la analista.

Varios de los expertos señalan que las transferencias de voto se producen en todas las direcciones y que, al final, el saldo final no será especialmente diferente del registrado el 20-D. "Hay pocas transferencias y están equilibradas", comenta Orriols, ya que "las cifras son relativamente bajas y equilibradas en distintos sentidos". "Estamos en niveles de fidelidad de voto relativamente normales", dice Bouza, que no ve "grandes razones para cambiar de papeleta".

Claro que, si se cumplen los pronósticos de las encuestas, un pequeño puñado de votos puede hacer bailar alguno de los escaños clave y alterar el resultado final.

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