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Mucho rencor, algún reproche al PP y poca 'Kitchen': el careo de la cúpula de Interior de Rajoy no aporta luz al espionaje a Bárcenas

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Tensión, palabras gruesas, reproches mutuos, algún que otro recado al PP, mucho rencor y poco más. Nada de gestión de fondos reservados, nada de confidentes, nada de la posible implicación de otros dirigentes del Gobierno de Mariano Rajoy y mucho menos de quién ideó y organizó la operación Kitchenoperación Kitchen, el operativo parapolicial sin control judicial que se desarrolló entre 2013 y 2014 para espiar al extesorero del PP Luis Bárcenas supuestamente para robarle información sensible que se habría llevado del partido del que había sido despedido. La conclusión que se puede hacer del careo que han mantenido este viernes el exministro del Interior Jorge Fernández Díaz y el ex secretario de Estado de Seguridad Francisco Martínez, ambos imputados en esta pieza del caso Villarejo, es que no ha aportado mucho, más bien nada, a las declaraciones que ambos habían prestado de forma individual dos semanas antes.

Ambos habían ofrecido versiones contradictorias sobre lo que sabían el uno y el otro, por lo que el juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón quiso que se encontraran cara a cara para tratar de disipar cuál de las dos declaraciones había sido más verosímil y porque toda su investigación le ha llevado a la cúpula de Interior. Ese es el objetivo de un careo, pero obviamente en este caso no se han despejado las dudas: Fernández Díaz ha negado haber tenido algún conocimiento sobre la operación ilegal sufragada con fondos reservados, mientras que Martínez se ha empeñado en asegurar que su exjefe estaba al tanto de que había en marcha algún tipo de operativo, aunque sin garantizar que supiese que era ilegal.

El careo ha empezado pasadas las diez de la mañana con Fernández Díaz y Martínez –que han llegado a la vez pero por caminos opuestos– sentados uno al lado del otro, manteniendo eso sí la distancia de seguridad y con sus respectivas mascarillas. Junto a cada uno de ellos, sus respectivos abogados. Al otro lado de la mesa, el titular del Juzgado Central de Instrucción número 6 y los fiscales Miguel Serrano y César de Rivas –que sustituye a Ignacio Stampa después de que éste no lograra la plaza fija en Anticorrupción– a su derecha. García Castellón ha empezado exponiendo el porqué de la convocatoria y resumiendo las versiones contradictorias que quería aclarar, tras lo cual ha instado a los investigados a hablar sobre el tema. El primero en tomar la palabra ha sido Martínez, según fuentes jurídicas presentes en la sala.

Lo que quería el juez es que hablaran entre ellos y expusieran sus argumentos, pero era evidente que tanto Fernández Díaz como Martínez se hallaban bastante cohibidos en un principio y en los primeros minutos sólo se dirigían al magistrado, por lo que éste ha tenido que llamarles la atención y pedirles que se miraran el uno al otro al hablar, pues él estaba allí para moderar la conversación y poco más. Ha sido entonces cuando la tensión ha ido en aumento y no han podido disimularla a pesar de las mascarillas, pasando de un trato correcto a lanzarse duras acusaciones y reproches.

La discusión se ha extendido durante algo más de dos horas y ha versado sobre dos asuntos fundamentalmente: lo que sabían o no sabían de la operación Kitchen y los mensajes que se habrían cruzado durante el desarrollo de la mismaoperación Kitchen. Mientras Martínez sostiene que fue Fernández Díaz quien le pidió que se enterara sobre un operativo que incluía al chófer de Bárcenas, Sergio Ríos, como confidente y ha llevado ante notario mensajes que, según dice, se intercambió con su exjefe en los que hablaban de la operación, el exministro sigue asegurando que supo de la existencia de la Kitchenrecientemente y por la prensa y que él no se cruzó ningún mensaje sobre ese asunto. Las mismas versiones que manifestaron por separado en sede judicial, las han mantenido en el careo.

Réplica y contrarréplica

“¿A santo de qué me iba a inventar yo todo esto?”, ha llegado a preguntar Martínez cuando ha visto que el exministro seguía negando haber conocido ninguna operación para espiar al extesorero del PP. “Eso me pregunto yo”, ha replicado Fernández Díaz. "Igual es que no te acuerdas", ha sugerido el ex secretario de Estado, quien ha matizado que él nunca le ha acusado de saber de la ilegalidad del operativo. Pero Fernández Díaz no ha querido seguir por ahí y ha pedido al que fuera su número dos en Interior que parara con ese asunto, han explicado fuentes jurídicas a infoLibre.

A cada afirmación que hacía uno, el otro le replicaba, a veces tirando de ironía, otras veces en forma de acusación. En un momento dado, Fernández Díaz ha dicho que el comisario Enrique García Castaño, uno de los policías imputados en esta pieza del caso Villarejo, nunca le informó de la Kitchen y que, de hecho, jamás habló con él ni por mensaje ni por llamada telefónica. "No hablabas tú, hablaba yo con él", ha recordado Martínez, para después subrayar que de todo lo que le indicaba el comisario acerca del dispositivo policial, él daba cuentas al ministro.

Los reproches han llegado hasta un punto en el que Fernández Díaz ha negado que Martínez fuera su “mano derecha”, tal y como el segundo ha defendido en un determinado momento, a pesar de haberle nombrado número dos del departamento. El exministro ha asegurado que el ex secretario de Estado fue una persona de confianza mientras ejerció como jefe de gabinete, pero no cuando fue ascendido a secretario de Estado de Seguridad.

Ni uno ni otro han escondido el resentimiento que llevan años acumulando después de que salieran a la luz los seguimientos a Bárcenas, la implicación de comisarios tan condecorados como José Manuel Villarejo o Enrique García Castaño y se pusiera el foco en los políticos que tenían el poder en 2013. Es en este marco en el que Martínez ha explicado el porqué de los mensajes, incorporados al sumario de la causa, en los que despreciaba la actitud que había manifestado su exjefe y el "abandono" que dice haber sentido desde el PP al no incluirle en las listas para las elecciones. El exministro se ha quejado de que el ex secretario de Estado le llamara "bobo y miserable" y Martínez le ha recordado que desde el partido que preside ahora Pablo Casado les dejaron "solos" y que a él en concreto le han arrojado a las "fauces de la prensa". Incluso, ha dejado un recado dirigido directamente a Casado: "Si el PP no sabe cuidar de la gente que ha trabajado bien, no sabrán cuidar nunca a los españoles". En todo caso, el ex secretario de Estado ha lamentado haber dicho esas expresiones malsonantes, pero ha justificado que cuando uno se siente "abandonado", a veces se expresan palabras así de fuertes.

Para Fernández Díaz, sin embargo, todo es culpa de Martínez y le ha echado en cara que, de no ser por él, ninguno de los dos estaría en esta situación, imputados en la Audiencia Nacional. Más aún, ha llegado a decir que sin la intervención del ex secretario de Estado, él sólo habría declarado como testigo, a lo que el ex número dos de Interior ha replicado que difícilmente iba a aportar mucha información si, como viene defendiendo, nunca supo nada de la existencia de la operacíon Kitchen. Dada la situación, en un momento dado el exministro ha perdido la serenidad y, si bien no ha roto a llorar, sí que se ha azorado por lo "doloroso" del momento, ante lo que el magistrado le ha pedido que se calmara e incluso le ha ofrecido hacer un pequeño receso. "A usted le veo más intranquilo”, ha apuntado García Castellón. “No, intranquilo no estoy”, se ha recompuesto Fernández Díaz.

"¿Me estás acusando de falsificador?"

El otro punto conflictivo del choque entre la cúpula de Interior del Gobierno de Rajoy han sido los ya famosos mensajes de texto, esos que uno dice que se intercambiaron y el otro que ni siquiera existieron. Comunicaciones que Martínez, quizá ahora arrepentido, borró tras dar cuenta de ellos ante notario en junio de 2019, según el sumario de la causa. "Chófer B: Sergio Ríos Esgueva (ahora hace esa función con su mujer)" y "Es importante" son dos de los mensajes que aparecen en el acta y que, de comprobarse ciertos, corroborarían que Fernández Díaz sabía la identidad del informante en la operación Kitchen. "La operación se hizo con éxito: se ha volcado todo (2 iphone y 1 ipad) Mañana tendremos el informe. Según dice el informador (veremos si es así), ese material lo había dado B a los abogados para poder obtener a través de ellos los teléfonos y otros datos de su agenda, en orden a contactar con ellos para poder preparar su defensa jurídica. Es decir, q no sería información para el J a efectos de su publicación: es lo que ha dicho, insisto y es muy probable que esa fuera la intención. Otra cosa q nosotros con el volcado efectuado podamos acceder a una gran e interesante información...veremos. Te informo", dice literalmente otro de los mensajes.

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Fernández Díaz y Martínez se han enzarzado hasta sobre el acta notarial. El argumento del exministro para dudar de la veracidad de la versión del que era su número dos es que éste y el notario son amigos, para después sugerir que los SMS han sido manipulados. Ante esta afirmación, el ex secretario de Estado ha estallado: “¿Me estás acusando de falsificador?”, le ha espetado, tras lo cual le ha preguntado si cree que él es “hacker” como para tener el conocimiento informático de inventarse unos mensajes e introducirlos en su teléfono móvil como si fueran de otro.

La situación se podría definir de cómica si no fuera por lo que ambos se juegan: están imputados por delitos de descubrimiento y revelación de secretos y malversación de caudales públicos. Fernández Díaz ha insistido en que los mensajes que aportó Martínez no son suyos porque no es su estilo de escritura y porque él no sustituye la Q por la K. El ex secretario de Estado ha dicho que el exministro es "muy moderno" y le ha pedido que enseñe su móvil para que el juez pudiera ver cómo se expresa y si coincide con la forma de redacción reflejada en el acta notarial. El exministro ha hecho caso omiso, pero no se ha librado de que García Castellón le haya ordenado llevar al juzgado el móvil que usaba en 2013 para comprobar si los SMS se han guardado, advirtiéndole de que ha de asegurar "la integridad" del dispositivo, que califica ahora de "verdadero cuerpo del delito", hasta su entrega si no quiere incurrir en responsabilidades penales "en caso de ocultación o destrucción de efectos judiciales". El abogado del exministro ha contraatacado presentando un informe pericial para tratar de demostrar que no mandó ningún SMS sobre Kitchen.

Tras poco más de dos horas, el juez ha dado por terminado el careo. Siguen las dudas sobre quién encargó la operación Kitchen, si se gestó en los cargos políticos del Gobierno de Rajoy o en el PP. Ni el expresidente ni la que era secretaria general del partido en 2013, María Dolores de Cospedal, han salido a relucir en la discusión. Tampoco han profundizado sobre la gestión de los fondos reservados, la partida destinada a seguridad del Estado sobre la que ni el exministro ni el ex secretario de Estado se hacen responsables, pues ambos alegan que no estaban en el día a día de su administración. En esto sí se ponen de acuerdo, para desvincularse del manejo ilícito de dinero público.

Tensión, palabras gruesas, reproches mutuos, algún que otro recado al PP, mucho rencor y poco más. Nada de gestión de fondos reservados, nada de confidentes, nada de la posible implicación de otros dirigentes del Gobierno de Mariano Rajoy y mucho menos de quién ideó y organizó la operación Kitchenoperación Kitchen, el operativo parapolicial sin control judicial que se desarrolló entre 2013 y 2014 para espiar al extesorero del PP Luis Bárcenas supuestamente para robarle información sensible que se habría llevado del partido del que había sido despedido. La conclusión que se puede hacer del careo que han mantenido este viernes el exministro del Interior Jorge Fernández Díaz y el ex secretario de Estado de Seguridad Francisco Martínez, ambos imputados en esta pieza del caso Villarejo, es que no ha aportado mucho, más bien nada, a las declaraciones que ambos habían prestado de forma individual dos semanas antes.

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