El escudo social reduce el riesgo de pobreza y la desigualdad a niveles previos a la Gran Recesión

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Ha sido una de esas asignaturas de la economía española suspensas curso tras curso: la pobreza y la desigualdad. Datos en mano, no puede decirse que esté aprobada. Pero sí que la nota mejora. La última Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestra cómo España ha rebajado destacados indicadores de pobreza y desigualdad a niveles no sólo previos a la pandemia, sino incluso a la Gran Recesión.

Las tasas de riesgo de pobreza y los índices de medición de la desigualdad marcan en 2021 sus máximas reducciones porcentuales de la serie histórica, que arranca con datos de 2007. Las nuevas estadísticas apuntan a un efecto favorable de las medidas contra la pandemia enmarcadas en el conocido como "escudo social" del Gobierno del PSOE y UP. La inflación de 2022 amenaza la continuidad de esta línea.

Tasas de pobreza y exclusión social a la baja

El paso adelante se impulsa en un incremento de la renta media por persona, que en 2021 alcanzó los 13.008 euros, una subida de 739 euros (+6,02%). Es el mejor dato de la serie estadística, que arranca con números de 2007. Aunque se trata de un porcentaje bruto, que no tiene en cuenta la desigualdad, las tripas de la estadística sí dejan claro que los logros macroeconómicos empiezan a trasladarse a las capas sociales más bajas. No se trata de una cambio radical, ni homogéneo en todo el país o capaz de cerrar la brecha territorial. Tampoco está exento de puntos negros. Pero sí es un cambio a mejor.

La expresión más clara de la mejora se da en la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social, la conocida como tasa Arope por sus siglas en inglés: At risk of poverty or social exclusion. Este indicador fue creado en 2010 para medir la pobreza relativa en la UE ampliando el concepto de la tasa de riesgo de pobreza, que sólo contempla los ingresos. La Arope, en cambio, se construye sumando la población en riesgo de pobreza, la que sufre carencias materiales y la que vive en hogares con baja intensidad en el empleo. Pues bien, dicha tasa se ha situado en un 26%, con una bajada en un año de 1,8 puntos. Es el mejor registro desde que empieza la serie, en 2014 con datos de renta de 2013. En porcentaje, el índice cae un 6,47%, la mayor bajada de toda la secuencia.

Las conclusiones deben ser extraídas con prudencia. ¿Por qué? De los tres elementos de la tasa Arope, hay dos uno que se nutren de datos de 2021, no de 2022, con lo que queda por ver el efecto de la fuerte subida de la inflación sobre la pobreza y la desigualdad.

Estos dos porcentajes de 2021 son de los hogares con baja intensidad en el empleo (8,6%) y la tasa de riesgo de pobreza (20,4%). En ambos casos, se trata de las reducciones porcentualmente más marcadas de la serie histórica. En el caso de los hogares con baja intensidad del empleo, es el mejor dato de una estadística que arranca en 2013. En cuanto al 20,4% de riesgo de pobreza, supone un regreso a los niveles previos a la Gran Recesión. Otra vez la caída porcentual, del 5,99%, es la mayor de la serie, que empieza con datos de 2007.

Más. El índice de Gini, un medidor de la desigualdad de renta utilizado para hacer comparaciones internacionales, también cae con los datos de 2021, en este caso de 33 a 32, anotando el mejor registro de la serie. Es otra vez la mayor caída anual de todo el recorrido: 3,03%.

Parecido mensaje deja la relación entre la renta del 20% más rico y del 20% más pobre, de uso frecuente para medir la brecha socioeconómica. En España se queda en 2020 en un 5,6 a 1, tras una bajada desde una relación 6,2 a 1. Es el mejor registro de la serie igualado con el de su año de inicio, con datos de 2007. La relación llegó a ser 6,9 a 1 en 2015. La desigualdad de renta va a menos, a la espera de descubrir completa la herida por la inflación.

Datos "alentadores", pero con "cautelas"

Octavio Granado, colaborador de la Fundación Alternativas, considera los datos "alentadores". "Las medidas de protección social han tenido un impacto claramente positivo", señala Granado, ex secretario de Estado de Seguridad Social con el PSOE. Eso sí, reclama "cautela" en el examen de los datos, fundamentalmente porque los de renta son de 2021 y es previsible que en 2022 la inflación castigue los bolsillos de las familias más vulnerables.

"En los años de alta inflación la tasa de pobreza suele subir", indica Granado. Además, los datos de 2021 vienen marcados por los ERTE, recalca. Por último, Granado señala que la medición de la carencia material no otorga, a su juicio, suficiente protagonismo a los problemas para el pago de la vivienda, que considera el área peor guarnecida del Estado del bienestar en España, como suelen poner de relieve organizaciones como Cáritas. No obstante, el balance global que hace es "extraordinario", a pesar de las mencionadas "cautelas".

"Son datos muy positivos. Pero no debemos olvidar que sigue habiendo más de 12,3 millones de personas en riesgo de pobreza y exclusión social", señala Carlos Susías, presidente de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, que por la fuerza de la reducción de algunos indicadores de pobreza y desigualdad cree que podemos estar ante un "cambio de tendencia". Al igual que Granados, Susías queda a la expectativa de los datos de 2022, año marcado por la inflación.

Aunque lo que tiene que ver con renta es de 2021, hay algunos apartados de la actualización del INE que ya nos permiten mirar la evolución del año pasado. Así ocurre con lo referido a la privación material. ¿Qué se observa? Claroscuros. Baja el porcentaje de personas que han tenido problemas para afrontar pagos de vivienda (de 12,6% a 11,6%), si bien queda lejos del mejor dato, de 2006 (6,1%). También cae el porcentaje de quienes no pueden permitirse disponer de un ordenador (del 6,5% al 5,8%). Pero los avances aparecen jalonados de zonas de sombra. Sube el porcentaje de personas que no pueden irse de vacaciones una semana al año (del 32,7% al 33,5%), también el de quienes no pueden comer carne o pescado al menos cada dos días (del 4,7% al 5,4%) y de los incapaces de afrontar imprevistos (del 33,4% del 35,5%). Especialmente negativa es la evolución del porcentaje de encuestados que no pueden mantener la vivienda con temperatura adecuada. En 2022 fue un 17,1%, el más alto de la serie histórica. Lleva subiendo tres años desde el 7,6% de 2019. Susías, de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, ve la inflación claramente reflejada en esta tendencia.

Hay un dato de 2022 que apunta a que, en efecto, puede no haber habido continuidad en la tendencia, pero sin llegar a deshacer los avances logrados: el porcentaje de personas y hogares que llegan a fin de mes "con mucha dificultad" se mantiene estable, en torno al 8,7%. Se trata de los dos mejores datos de la serie histórica, salvando el 2019.

El efecto amortiguador del escudo social

Ante unos datos que admiten lecturas variadas, el Ministerio de Asuntos Económicos se apresuró a realizar una valoración que reivindica la acción del Gobierno, destacando que se ha bajado ya el índice de Gini marcado como objetivo para 2030, 32 puntos. El departamento de Nadia Calviño (PSOE) subraya que dichos logros "son especialmente relevantes en el contexto de crisis internacional y elevada inflación, poniendo de manifiesto la eficacia de las medidas adoptadas para compensar a vulnerables y sectores más afectados".

El del Gobierno es, claro, un diagnóstico de parte. Pero tiene elementos con base fáctica, sobre todo en lo referente a los efectos del llamado "escudo social". Ya había evidencia en apoyo de la utilidad del escudo en los datos que muestran cómo se había repartido la pérdida del PIB con la pandemia. Dicho reparto fue más favorable a los salarios en 2020 que en 2008-2014, lo que apuntaba a efectos beneficiosos de las políticas de contención de la sangría social. Así lo habían observado diversos informes. Mientras en la recesión el desplome de la masa salarial equivalió al 77% del total de la caída del PIB –es decir, más de tres cuartas partes–, en 2020 retrocedió en un tercio de lo que hizo la riqueza nacional, "recayendo el grueso del ajuste sobre los beneficios", según un informe de 2022 de la Fundación Alternativas. También la Fundación La Caixa, en otro informe 2022 sobre más de 3 millones de nóminas, señala que incluso en el arranque de la pandemia su efecto sobre la desigualdad fue inferior al del periodo 2008-2014. Los codirectores del informe de la Fundación Alternativas, Rosa Martínez, profesora de Economía en la Universidad Rey Juan Carlos, y Jesús Ruiz-Huerta, director del Laboratorio de Políticas Públicas de esta entidad, apuntan señalan que, pese a una caída del PIB del 10,8% en 2020, la mayor desde la Guerra Civil, el "efecto sobre la desigualdad de ingresos" fue "muy inferior" al generado en la anterior crisis.

Han desempeñado un papel en esta contención las políticas de desempleo, cuya cobertura pasó del 57% al 84,3%, así como los ERTE, que llegaron a cubrir a 3,58 millones de personas. "Lo realmente llamativo de esta crisis [la pandemia] no es la caída del empleo [...], sino el hecho de que, frente a una caída de la producción cercana al 11%, el empleo sólo lo hiciese en algo menos del 3%. Durante la Gran Recesión, entre 2008 y 2013, una caída del PIB menor, del 8,6%, dio lugar a una reducción del 16,3%", señala el informe de Alternativas, que también recoge que el ingreso mínimo vital ha quedado "muy alejado" de sus aspiraciones.

Se trata de un diagnóstico coherente con el presentado también el año pasado por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social. Por una parte, su informe advertía de que más de 13 millones de españoles estaban en riesgo de pobreza en 2021, cerca de un 30% de la población, cifra que ahora ha bajado en unas 800.000 personas. Al mismo tiempo, el informe concluía que el llamado "escudo social" puesto en marcha por el Gobierno redujo la tasa de pobreza en el conjunto del territorio nacional en 3,2 puntos, lo que resulta en 1,5 millones de personas que no llegaron a caer en la pobreza.

Brecha territorial: dos Españas en lo social

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Las nuevas tablas del INE muestran que España sigue sufriendo importantes brechas de desigualdad. Por ejemplo, de género. La tasa Arope es mayor entre las mujeres (27,2%) que entre los hombres (24,8%). Las diferencias muestran además una brecha territorial. Hay siete comunidades con porcentajes de riesgo de pobreza por encima del 20%, con datos de 2021: Extremadura (30%), Canarias (29,4%), Andalucía (29,1%), Murcia (26,3%), Castilla La Mancha (26,1%) Comunidad Valenciana (22,3%) y Asturias (20,1%).

El dato más preocupante es el de Canarias, porque además de estar en el furgón de cola, empeora con respecto al año anterior. A estas comunidades se suman Ceuta y Melilla, con porcentajes por encima del 34%. Por debajo del 15% están Navarra (10,9%), País Vasco (12,2%), Cataluña (14,5%), Madrid (14,8%), Cantabria (14,8%) y Aragón (15%).

Más datos ilustran la existencia de dos Españas en lo social. El 45,2% de los andaluces no se pueden permitir una semana de vacaciones, frente a un 18,3% de los riojanos. El 11,9% de los canarios no pueden comer carne o pescado cada dos días, frente a un 1,9% de los aragoneses. El 23,1% de los extremeños no mantienen la vivienda a temperatura adecuada, algo que sufren sólo el 7,7% de los aragoneses. El 57,2% de los canarios no tiene para gastos imprevistos, frente al 18,7% de los vascos. El 19,5% de los Baleares se han retrasado en el pago de algún recibo de la vivienda, sea alquiler, hipoteca o suministros, algo que le ha ocurrido únicamente a un 4,8% de los cántabros. Lo que agrava este problema en Baleares es que no sólo es la comunidad con peor dato en este apartado, sino que empeora en 2022: del 15,8% al 19,1%. El 13,4% de los canarios y el 11,7% de los andaluces llegan a fin de mes con "mucha dificultad", algo que sólo ocurre a un 3,3% de los riojanos y a un 3,9% de los vascos.

Ha sido una de esas asignaturas de la economía española suspensas curso tras curso: la pobreza y la desigualdad. Datos en mano, no puede decirse que esté aprobada. Pero sí que la nota mejora. La última Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestra cómo España ha rebajado destacados indicadores de pobreza y desigualdad a niveles no sólo previos a la pandemia, sino incluso a la Gran Recesión.

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