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Rita Barberá y Alfonso Grau, el insulto y la amenaza como método político

Sergi Tarín | Valencia

Bravucón y desafiante. Así se mostró el vicealcalde de Valencia, Alfonso Grau, el pasado 10 de noviembre durante una conferencia de prensa. Acababa de trascender su imputación, por segunda vez, en el caso Nóos y convocó a los medios para decir que no dimitiría porque no había novedad alguna. “Entonces, ¿por qué convoca la rueda de prensa?”, inquirió un redactor. “¡Porque me da la gana! ¿Es suficiente respuesta o se la tengo que clarificar?”. El tono y la actitud saltaron a las portadas de los principales medios estatales. Grau se excusó. “Fue un calentón, estaba nervioso”.

Pero la longeva trayectoria de Grau, mano derecha de la alcaldesa Rita Barberá, demuestran que su “calentón” no es un algo aislado, sino que forma parte de su esencia política. El grupo municipal de Compromís llegó a presentar una queja en el pleno exigiéndole buenos modales y un trato educado a sus concejales. Insultos, descalificaciones, exabruptos y tacos son los recursos estilísticos de Grau cuando la oposición le pregunta por cuestiones incómodas como Nóos, Emarsa o las facturas de la Gürtel.

Grau entregó 350.000 euros en billetes de 500 para pagos de la campaña de Barberá

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Una actitud que tanto él como Rita Barberá, a la que le gusta hacerse llamar La Jefa, han convertido en marca de la casa. De hecho, la alcaldesa no suele contestar jamás a la oposición en los plenos y es habitual que busque amedrentar a los concejales incisivos con amenazas de querellas y medidas penales. Además, ha impuesto un férreo control sobre la información municipal bien por silencio o por omisión. Es habitual que las ruedas de prensa sobre asuntos espinosos se convoquen con apenas 15 minutos de antelación. Y si un periodista pone el dedo en la llaga se le califica de “demagogo” o de buscar “un debate político”.

Y no sólo periodistas y concejales. También activistas vecinales contrarios a la política del Ayuntamiento han recibido las iras de sus máximos representantes. Es el caso de los miembros de Salvem el Cabanyal, plataforma que se opone al derribo de 1.651 viviendas de alto valor histórico, algo que ha conseguido evitar tras varias sentencias a favor en los tribunales. “Son unos violentos”, insiste Barberá siempre que puede y les acusa de haberle agredido y escupido sin aportar denuncia o prueba alguna. “Son violentos porque me llevan a los tribunales”, ha llegado a decir. Y Alfonso Grau, encargado personalmente de la ejecución del plan en el barrio marinero, acusó públicamente al líder vecinal Faustino Villora de comprar casas a bajo precio para especular. Todo ello sin pruebas y atribuyéndole inmuebles que son propiedad de otros vecinos.

infoLibre ha realizado una selección de algunos de los instantes de mayor vehemencia de ambos políticos y que confirman como la arrogancia, el insulto y la amenaza son ingredientes principales de su método político.

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