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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Rivera obvia el estallido de la cúpula de Cs y se reafirma en su veto al PSOE y en los pactos con la extrema derecha

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Las críticas internas a la estrategia de Albert Rivera llevaban semanas sobrevolando la cúpula de Ciudadanos. De forma más o menos velada, varios dirigentes se habían mostrado –especialmente, a partir del 26M– renuentes a aceptar el veto establecido por el líder del partido naranja al PSOE a todos los niveles: local, autonómico y estatal. Pero este lunes, esa oposición interna explotó ruidosamente con la dimisión del que había sido hasta ahora el portavoz económico de Ciudadanos en el Congreso, Toni Roldán, a la que siguieron otras dos renuncias: la del eurodiputado Javier Nart como miembro de la dirección y la del candidato naranja en el Principado de Asturias, Juan Vázquez. Además, hasta siete miembros de la dirección votaron en contra de mantener esta estrategia (un 22,5% del total), aunque de momento Rivera sigue decidido a conservar su postura para disputarle la hegemonía de la derecha al PP.

Las semanas posteriores a las elecciones autonómicas y municipales del 26 de mayo no han sido fáciles a nivel interno para Ciudadanos. La mejora de sus resultados ha proporcionado al partido la posibilidad de obtener cuotas de poder en gran número de gobiernos locales y regionales, pero en una buena parte de los territorios los pactos –circunscritos al PP por orden de la dirección nacional comandada por Rivera– han necesitado de un tercer actor para salir adelante: la ultraderecha de Vox. Esa circunstancia, unida al veto de Rivera a cualquier negociación con el PSOE incluso en lugares donde el PP llevaba décadas gobernando, como Castilla y León o la Región de Murcia, han provocado la contestación de algunos de los miembros de la dirección de Ciudadanos a la estrategia de su líder, aprobada en febrero –y ratificada hace escasas semanas– de forma unánime.

Uno de los que se significó antes fue el economista Luis Garicano, a la postre candidato en las elecciones europeas de Ciudadanos y que se ha mostrado públicamente partidario de no establecer líneas rojas a priori a la hora de negociar acuerdos con otras fuerzas. Pero no ha sido el único. Antes que Roldán, muy próximo a Garicano, la posición de Rivera ha generado críticas en dirigentes como el ex primer ministro francés Manuel Valls, cuya decisión de hacer alcaldesa a Ada Colau para evitar que Ernest Maragall (ERC) se hiciera con el bastón de mando –una decisión defendida públicamente por el propio Garicano– le costó la ruptura con Ciudadanos. Y a esas críticas se ha unido recientemente Francisco Igea, el candidato naranja en Castilla y León, a quien la dirección nacional del partido ha obligado a pactar con el PP contra su criterio y que ha afirmado públicamente entender el "cabreo" de "muchos votantes de Ciudadanos" que "se sienten decepcionados" con esa decisión.

No obstante, hasta este lunes las voces críticas no habían pasado de lanzar unos cuantos mensajes, tanto internos como externos, en contra de la estrategia de Rivera. Pero la dimisión de Roldán ha abierto una grieta por la que los críticos han comenzado a expresar su descontento de manera más contundente. Este mismo lunes, apenas unas horas después de que se conociese la renuncia del portavoz económico, Garicano y Javier Nart forzaron una votación en la ejecutiva de Ciudadanos sobre la posibilidad de levantar el veto al PSOE. 24 dirigentes secundaron la posición de Rivera, pero los siete restantes –el 22,5% de los que han participado– no le respaldaron: cuatro de ellos votaron en contra de la estrategia (los propios Garicano y Nart, el castellanoleonés Igea y el exdiputado Fernando Maura) y otros tres se abstuvieron (el vicepresidente cuarto del Congreso, Ignacio Prendes, la diputada Marta Martín –ambos procedentes de UPyD– y la exparlamentaria Orlena de Miguel). 

El candidato asturiano también dimite

Esta oposición es casi inédita en un partido como Ciudadanos, acostumbrado hasta ahora a una escasa disidencia interna. Pero esos no fueron los únicos movimientos que sacudieron a la formación naranja este lunes. Inmediatamente después de perder esa votación, Nart anunciaba su renuncia como miembro de la dirección del partido, aunque mantendrá su militancia y su cargo de eurodiputado. Y horas más tarde, el mismo día en el que había prometido su cargo de diputado autonómico, era el candidato de Ciudadanos en Asturias y exrector de la Universidad de Oviedo, Juan Vázquez, el que anunciaba su dimisión y su abandono del escaño esgrimiendo los mismos motivos que Roldán: "Yo me he mantenido donde estaba, los movimientos han sido de otros".

La cascada de dimisiones y contestaciones internas esconde distintas visiones sobre la estrategia de Ciudadanos de cara al futuro. Algunos dirigentes del sector crítico consideran que el veto de Rivera a cualquier pacto con el PSOE hace perder a Ciudadanos su condición de partido bisagra capaz de llegar a acuerdos tanto con los socialistas como con el PP, y creen que al partido naranja le perjudicaría menos desdecirse de lo prometido en campaña y facilitar el Gobierno a Pedro Sánchez que mantener su posición y plegarse a pactos que necesitan el apoyo de Vox.  No obstante, tras el terremoto de por la mañana, en la tarde del lunes estos críticos optaron por guardar silencio: a excepción de Roldán y del asturiano Juan Vázquez, ninguno de quienes se significaron en contra de Rivera ofreció declaraciones.

Ciudadanos, por su parte, se limitó a dar las gracias por su trabajo a los dimisionarios y a dar la bienvenida a tres dirigentes para sustituir a Roldán en sus cargos: el exvicepresidente mundial de Coca Cola y diputado, Marcos de Quinto, como miembro de la ejecutiva; Edmundo Bal como portavoz parlamentario adjunto; y Carina Mejías como nueva diputada en el Congreso. Las incorporaciones son fieles a la estrategia de Rivera: en sus primeras declaraciones como miembro de la dirección, formuladas a través de Twitter, De Quinto aseguró que "los que presionan a Ciudadanos para que incumpla el compromiso de pactos que comunicó en campaña harían mejor invirtiendo su tiempo y energía en presionar a Sánchez para que se aleje de los ultranacionalistas y de los nostálgicos del estalinismo".

 

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Y es que, pese a la sucesión de dimisiones y las críticas internas que se hicieron evidentemente públicas este lunes, Rivera no tiene ninguna intención de variar el rumbo, ya que entiende que el crecimiento del partido naranja pasa por disputarle la hegemonía de la derecha al PP. En esa línea, la portavoz de la ejecutiva, Inés Arrimadas, fue muy clara tras la dimisión de Roldán: "Solo tengo buenas palabras para Toni, [...] pero nosotros vamos a seguir aplicando el mandato de la ejecutiva", afirmó Arrimadas, que insistió en criticar los pactos "con nacionalistas e independentistas" de Sánchez y aseguró que "no hay duda de cuál es el Gobierno que quiere el PSOE" porque "lo estamos viendo en comunidades y ayuntamientos".

La portavoz, además, se permitió un dardo contra Roldán, que había asegurado que no se marcha por haber cambiado de posición, "sino porque Ciudadanos ha cambiado". "El único cambio que ha habido en Ciudadanos es que antes tenía 32 escaños y ahora 57, ahora somos un partido de Gobierno", rebatió Arrimadas, que utilizó este crecimiento electoral para argumentar que la estrategia de vetar a un PSOE "incorregible" ha sido avalada por las urnas y premiada por la ciudadanía. 

Buena muestra de lo segura que está la dirección de esta hoja de ruta es que, tal y como reconoció Ciudadanos, Rivera rechazó la invitación de Sánchez para mantener una reunión "discreta" con él este lunes argumentando que ya le ha dicho en tres ocasiones "que los electores han querido que Ciudadanos haga una oposición seria, firme y constructiva".  Por ello, frente a los "pactos de la infamia" de Sánchez, el partido naranja mantendrá su veto a Sánchez y se centrará en sus negociaciones abiertas para formar gobiernos con el PP en las comunidades donde pueda hacerlo, como Madrid o la Región de Murcia. Aunque eso implique, como denuncian los críticos e intenta soslayar la dirección, asumir el apoyo de Vox. Una formación que, según explicaba Roldán este lunes, está en las "antípodas" de Ciudadanos porque es de "extrema derecha".

Las críticas internas a la estrategia de Albert Rivera llevaban semanas sobrevolando la cúpula de Ciudadanos. De forma más o menos velada, varios dirigentes se habían mostrado –especialmente, a partir del 26M– renuentes a aceptar el veto establecido por el líder del partido naranja al PSOE a todos los niveles: local, autonómico y estatal. Pero este lunes, esa oposición interna explotó ruidosamente con la dimisión del que había sido hasta ahora el portavoz económico de Ciudadanos en el Congreso, Toni Roldán, a la que siguieron otras dos renuncias: la del eurodiputado Javier Nart como miembro de la dirección y la del candidato naranja en el Principado de Asturias, Juan Vázquez. Además, hasta siete miembros de la dirección votaron en contra de mantener esta estrategia (un 22,5% del total), aunque de momento Rivera sigue decidido a conservar su postura para disputarle la hegemonía de la derecha al PP.

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