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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Rubalcaba evita hablar de renovación y carga contra el “programa en B” del PP

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Alfredo Pérez Rubalcaba es experto en driblar, en sortear el asunto que más empantana su pedregoso mandato. Su sucesión. No la mentó en la Conferencia Política, cuando no dio pista alguna sobre su futuro. Tampoco ha dado señales desde entonces. Y este domingo, en Granada, en el congreso extraordinario del PSOE andaluz, el foro orgánico que ha pivotado indiscutiblemente en torno a la renovación, al cambio generacional, al relevo en el poder encarnado por Susana Díaz, el secretario general esquivó la pelota. No dijo nada, ni palabra, sobre renovación ni sobre primarias. Ni siquiera cuando glosó la figura de José Antonio Griñán. Rubalcaba hizo nuclear su discurso en la clausura del cónclave en torno al "programa en B" de Mariano Rajoy, al programa que la derecha siempre tuvo, ocultó en las elecciones y hasta ahora no se había atrevido a implantar. Y Díaz, mientras, adoptó la pose más institucional, de presidenta de la Junta. Contrastó las políticas de su Gobierno en Andalucía frente a las del Ejecutivo central, anunció medidas vistosas, volvió a llamar a la unidad... Y reivindicó el "tiempo nuevo, de cambio" que ella lidera. No se explayó, pero sí lo recordó. 

Rubalcaba no cerró el congreso, como indicaba el programa. Lo hizo Díaz. Y, en la primera parte de su parlamento, elogió los logros de todos los presidentes de la Junta: Rafael Escuredo, José Rodríguez de la Borbolla, Manuel Chaves y José Antonio Griñán. Se detuvo más en los dos últimos. Agradeció a Chaves sus 20 años en el Gobierno autonómico, "haciendo frente a esa derecha que nunca perdonó a Andalucía votar a la izquierda" y los cuatro de Griñán, también por ser "firme" frente al PP y por mostrar que los socialistas gobiernan "de otra manera". "Has sido un presidente y un gran secretario general" y cuando llegó al poder la "derecha desatada", él se hizo "fuerte en Andalucía". "Eso has sido, Pepe", alabó.

Griñán le agradeció el cumplido con gesto apesadumbrado, el que las cámaras han venido captando este fin de semana. Pero Griñán, ayer sábado, cuando presentó su informe de gestión, resumió su labor de modo bien distinto: había querido ser el líder "para hacer la transición", convencido de que no se podía demorar más y de que hacía falta un revulsivo. Y Griñán, otra vez más, le indicó la puerta de salida a Rubalcaba –"Los de mi generación hemos prestado un buen servicio a España y Andalucía, pero nuestro tiempo ha pasado"– y alertó del riesgo de que su generación sea "un tapón" para la siguiente. El expresidente fue tal vez el más contundente, pero no el único, porque en los discursos –hasta el del propio José Luis Rodríguez Zapatero– y en las declaraciones públicas ante los medios, también hoy, caló hondo la necesidad de renovación

Cierre a dos semanas "excelentes" para el PSOE

Rubalcaba, no obstante, tuvo que reconocer lo obvio: la fuerza de Díaz. Con humor, dijo querer condensar la figura de la presidenta y secretaria general en un solo término. Lo halló, una expresión que "todos" los andaluces entienden pero que es "muy difícil explicar fuera". "La palabra es poderío. Susana tiene poderío, firmeza, seguridad. Susana tiene poderío, esa es la palabra que la representa". Ya lo señaló hace dos días en la Ser: "Cuanto más mande, mejor"

El secretario general cree que el cónclave regional extraordinario es el broche de oro a "dos semanas muy buenas", "excelentes", para el partido. Primero fue la Conferencia Política, en la que se sacó brillo al proyecto político, virándolo hacia la izquierda. Luego vino el Consell Nacional del PSC, hace siete días, cuando los socialistas se descabalgaron de la hoja de ruta soberanista y sirvió para reafirmar el "proyecto compartido" con el partido hermano. "Y finalmente hemos hecho un congreso en Andalucía para salir más fuertes y unidos". "¡El PSOE ha vuelto, el PSOE ha vuelto!", proclamó, echando mano del grito con el que arrancó su discurso en Madrid, en la Conferencia. 

No hubo más mensajes de hondura en clave interna, porque Rubalcaba concentró su intervención en la crítica al PP. Para ello, equiparó lo que ocurre con las cuentas de los conservadores y el caso Bárcenas, que han sacado a la luz presunto dinero negro, con la acción de gobierno de Rajoy, que está desplegando su programa oculto. Lo argumentó con la "semana de los horrores" que concluye ahora, en la que el Ejecutivo "ha mostrado lo que ha hecho y ha anunciado lo que quiere hacer en el final de legislatura": se aprobaron la ley Wert y la reforma de las pensiones, se comenzó a tramitar el Estatuto de Castilla-La Mancha y se "amenazó" con dos nuevas normas, la de Seguridad Ciudadana ("de orden público") y la de Servicios Mínimos ("de huelga"). "No estoy de acuerdo con que Rajoy esté incumpliendo su programa electoral, no lo creo. Con el programa electoral de la derecha pasa lo mismo que con su contabilidad y sus finanzas: hoy sabemos que tenía una contabilidad en A y otra en B. Pues bien, tenían un programa en A y un programa en B, y ese es el que están aplicando. Simplemente aplican el programa en B, el que tenían escondido". Y encima el "único sitio" donde el presidente aplica "contratos de larga duración y estabilidad" es en su Gobierno, dado que no prevé cambios. "¡Mira que tenemos mala suerte!", exclamó.

Que "no se atreva" con la "Ley de Orden Público"

Ese "programa en B" incluye la reforma local, la ley educativa, el "ensañamiento" con los mayores, el "pucherazo electoral" en Castilla-La Mancha, y en el horizonte un cambio en el sistema fiscal para beneficiar a la banca... "Y ya tendremos el cuadro completo. Menos sector público y más sector privado. Su programa en B: aquello que pensaron toda la vida pero no se atrevieron a hacer hasta que han tenido una conjunción tremenda, mayoría absoluta más una crisis como coartada". Rubalcaba advirtió a Rajoy de que "no se atreva" a aprobar la Ley de Seguridad Ciudadana o la Ley de Servicios Mínimos, porque los socialistas "no lo van a aceptar" y se pondrán "enfrente". 

El resumen es, pues, "dos años recortando derechos sociales y laborales" para, en el segundo aliento de la legislatura, "recortar derechos fundamentales". El secretario general prometió revertir la situación cuando el PSOE llegue al poder, recuperar "todos" los derechos que la derecha "está quitando" para devolvérselos a los ciudadanos. 

Pero para que el mensaje de los socialistas medre, es necesario que se demuestre que las cosas se pueden hacer de forma distinta, verbalizó. "Vuestro buen hacer es nuestra credibilidad", apuntó, dirigiéndose a los presidentes de Andalucía y Asturias, Susana Díaz y Javier Fernández, y al número dos del Gobierno canario, José Miguel Pérez, los tres únicos reductos de poder autonómico. Y concluyó mirando a sus compañeros del PSOE-A, los más poderosos de todo el Estado: "Con vosotros, construimos un Estado social en España y con vosotros reconstruiremos el Estado sociali que la derecha está destrozando [...]. Hoy los socialistas españoles volvemos a reafirmar nuestra confianza plena en vosotros. Vuestra fuerza es nuestra fuerza". Aquí también trazó la comparación con el PP: mientras que el PSOE andaluz ha aportado históricamente nombres de presidentes y ministros, ahora, los tres ministros andaluces del Ejecutivo, Cristóbal Montoro, Fátima Báñez y Miguel Arias Cañete, son los de "la amnistía fiscal, la reforma laboral y la manteca colorácolorá". 

Gobernar "con sensibilidad"

Díaz, por su parte, trenzó un discurso más institucional. Más de presidenta de la Junta que de nueva secretaria general del PSOE-A. Justo porque le interesaba enfatizar esa faceta y contrastar su acción de gobierno con la del PP, para demostrar que en Andalucía se están haciendo las cosas "de otra manera", en el "peor momento", de mayores angustias económicas por los recortes de Madrid. La presidenta hizo hincapié en que su Ejecutivo gestiona "con sensibilidad", pensando en los más débiles, las familias a las que "arrancan" su casa, los enfermos o los dependientes. "Pensar en la gente, esto es gobernar, decidir". Recordó que se van a destinar ocho de cada diez euros a política social en su presupuesto de 2014 y anunció que convocará mil plazas más para profesionales de la sanidad pública y que, "de forma inmediata", 8.000 nuevos andaluces recibirán servicios de teleasistencia. 

Alfredo Pérez Rubalcaba y Susana Díaz, abrazados en la clausura del congreso extraordinario del PSOE andaluz, este domingo 24 de noviembre en Granada | EFE

Para combatir a la derecha, urgió a "desmontar las falsedades" que propala, como que el sistema sanitario no es sostenible –cuesta tres euros al día por andaluz, "menos de un paquete de tabaco"–, hacer autocrítica y enmendar errores del pasado, como buscar una Administración más "agil y moderna" y luchar contra el paro "sin escurrir el bulto". 

"Los socialistas andaluces estaremos con el PSC"

Apenas unos minutos destinó al mensaje de consumo interno. "Empieza un nuevo tiempo, de cambios. Cambios que tenemos que protagonizar nosotros. Yo os pido sensibilidad". Díaz reconoció que hay que "abrir y modernizar" el partido –lejana referencia a las primarias–, pero teniendo presente que el PSOE "saca mil cuerpos" de democracia "a cualquier partido". Y reclamó unidad, la otra palabra más repetida este fin de semana. Se dirigió expresamente a Pere Navarro, primer secretario del PSC, con quien ya se había prodigado en muestras de cariño en la Conferencia Política: "El proyecto común que se llama España necesita un PSOE unido y necesita a los socialistas catalanes. Llévate la garantía de que los socialistas andaluces vamos a estar contigo". Navarro respondía sonriente. El jefe del PSC acudió este domingo al congreso, igual que el manchego Emiliano García-Page

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"Salimos unidos, salimos bien cosidos. Que nadie nos abra las costuras. Es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Cuando el PSOE de Andalucía está fuerte, a Andalucía le va bien, y cuando a Andalucía le va bien, le va bien a España, y cuando al PSOE de Andalucía le va bien, le va bien a todos los socialistas de España. Así que a la altura de lo que este país necesita tenemos que estar los socialistas andaluces", clamó.

Díaz pidió a sus compañeros que se vuelquen en las europeas, para que ahí comience la "ola del cambio" que devuelva al PSOE a la Moncloa. Otro indicativo de que no quiere primarias antes de los comicios. "Arrimemos lo mejor de nosotros mismos". 

El himno de Andalucía cerró un congreso redondo para Díaz. Aclamada por el PSOE andaluz, admirada por compañeros del resto del país. Simbólicamente, el dibujo de una rosa roja ocupaba su camisa blanca. Como si la suya fuera la rosa roja más potente del planeta socialista. Y no es falso. Tiene "poderío", de eso caben pocas dudas

Alfredo Pérez Rubalcaba es experto en driblar, en sortear el asunto que más empantana su pedregoso mandato. Su sucesión. No la mentó en la Conferencia Política, cuando no dio pista alguna sobre su futuro. Tampoco ha dado señales desde entonces. Y este domingo, en Granada, en el congreso extraordinario del PSOE andaluz, el foro orgánico que ha pivotado indiscutiblemente en torno a la renovación, al cambio generacional, al relevo en el poder encarnado por Susana Díaz, el secretario general esquivó la pelota. No dijo nada, ni palabra, sobre renovación ni sobre primarias. Ni siquiera cuando glosó la figura de José Antonio Griñán. Rubalcaba hizo nuclear su discurso en la clausura del cónclave en torno al "programa en B" de Mariano Rajoy, al programa que la derecha siempre tuvo, ocultó en las elecciones y hasta ahora no se había atrevido a implantar. Y Díaz, mientras, adoptó la pose más institucional, de presidenta de la Junta. Contrastó las políticas de su Gobierno en Andalucía frente a las del Ejecutivo central, anunció medidas vistosas, volvió a llamar a la unidad... Y reivindicó el "tiempo nuevo, de cambio" que ella lidera. No se explayó, pero sí lo recordó. 

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