Rubén Sánchez: "Habría que castigar a los medios que nos venden mentiras como forma de hacer negocio"

A los bulos hay que combatirlos de frente. Es lo que sostiene Rubén Sánchez (Sevilla, 1947) secretario general de Facua-Consumidores en Acción desde hace más de treinta años. Es en su libro Bulos: manual de Combate, donde enseña algunos mecanismos de defensa contra la desinformación y el señalamiento político de la extrema derecha. De Trump a Alvise. Sánchez, abogado de formación, acumula una decena de causas judiciales contra Vito Quiles o Cristina Seguí, que han tratado de desacreditarle a través de la difusión de bulos en las redes sociales. infoLibre charla con él sobre cómo combatir los discursos manipulados que tratan de colarnos como reales.
Vivimos en la época de la desinformación. Las fake news se difunden mucho más rápido que las noticias reales y este libro es ese manual para intentar combatir este fenómeno. ¿Dónde cree que es más efectiva luchar contra los bulos: en las redes o en los juzgados?
Creo hay que combatirlas en todos los frentes posibles. Por un lado, están las redes sociales. Por otro, los medios de comunicación tradicionales y también los juzgados. No se trata solo de instar a que se rectifique, desmontar el bulo, contar la verdad... Sino que quien te ha hecho daño, sobre todo si lo ha hecho de forma intencionada, tenga un castigo judicial. Y luego está el delito de calumnias, con el que puede haber pena de prisión, que sería la máxima condena por haber lanzado un bulo contra ti.
¿Y, según su experiencia, cuál es la más efectiva?
Ir al castigo máximo posible, que es el judicial. Si la sentencia impone una condena alta, en cuanto a indemnización o condena, el difamador acaba parando. Pero si el bulo se difunde y ve que le funciona, es prácticamente imposible que pare. Tú puedes desmontarlos. Puedes conseguir que la difusión de tu declaración tenga más repercusión. Hay que tratar de poner de manifiesto que quien habla sobre ti está mintiendo.
Sólo hay que darse una vuelta por las redes para comprobar cómo se organizan los creadores de bulos y fake news. ¿Cree que están más organizados que la gente que, como usted, intenta combatirlos?
A veces están muy bien organizados. Si hay un ataque a una persona que les cae mal, y en mi caso puede ser por motivos políticos, habrá gente que incluso sin ser seguidor de Javier Negre, Vito Quiles o Alvise, va a darle difusión. Para eso no hace falta estar organizado, es sencillamente saber que cuentas con gente que te va a comprar tu mentira porque estás lanzándola contra personajes que has conseguido que sean odiados por una parte de la población. Y en el ámbito internacional ocurre igual. Hay conexiones que te hacen ver que están organizados y coordinados.
¿Considera que se estarían forrando a base de crear bulos?
El bulo tiene diferentes objetivos. El político, económico y el de búsqueda de popularidad. Un ejemplo de bulo político es cuando se han lanzado informaciones falsas para ayudar a gobiernos del PP y Vox para derrotar a quienes consideran enemigos. El económico es fácilmente reconocible cuando, por ejemplo, un medio lanza informaciones falsas para beneficiar a un partido y así asegurarse que luego le va a dar dinero a través de contratos públicos.
¿Cree que hay que legislar sobre este tipo de desinformación o con la normativa que ya existe es suficiente?
La reforma legislativa puede sumar algo. Es cierto que estaría bien una mejor regulación de las concesiones a medios de comunicación. Es decir, que hubiera una limitación de qué contratos públicos de publicidad institucional se distribuye a los medios, y que hubiera que tener criterios objetivos en función de las audiencias. Podría ser una legislación para acabar con los pseudomedios que lanzan bulos, aunque se me antoja un tanto complicada. A veces el troceo en pequeñas cantidades de contratos públicos puede hacer que te saltes protocolos de concesión de ayudas. Lo que está claro es que hoy se está concediendo dinero público a espuertas a medios como premio por atacar al contrario a nivel político o como incentivo para que lo ataquen.
Abandonar X es ceder ese campo de batalla a la extrema derecha. Cuantas más personas que tienen influencia en X se vayan, más estamos cediendo a que el discurso imperante sea el de la extrema derecha
Usted ha recibido mucho odio en X ¿Cómo no caer en esas dinámicas?
Hay que intentar no caer en los discursos de odio, no contaminarnos. Y hoy en día está claro que X es la red social más tóxica que existe, un auténtico estercolero. Está trucada por su algoritmo, que favorece la difusión de bulos y mensajes xenófobos, racistas, machistas. X está censurando y minimizando el impacto de determinados perfiles que pueden difundir mensajes que desmonten bulos.
¿Hay que abandonar X o seguir en él?
La red social ya está llena de millones de personas de distintas ideologías, abandonar X es ceder ese campo de batalla a la extrema derecha. Cuantas más personas con influencia en X se vayan, más estamos cediendo a que el discurso imperante sea el de la extrema derecha. Y por tanto, a mí se me antoja como algo negativo abandonarlo. Hay que intentar evitar contaminarse de esa manera y huir de ese tipo de mensajes. Porque al final nos estamos contaminando a nosotros mismos. Y no debemos ser como ellos.
Igual que tenemos que saber qué comemos para conseguir una buena dieta y tener salud, con la información pasa lo mismo. Saber distinguir entre el estiércol y los medios de comunicación, dónde se hace periodismo y donde se dedican a la desinformación
¿A quién le recomendaría su manual contra los bulos y el señalamiento político?
Creo que mi libro es una vía para que cualquier persona a la que le interesa el mundo de la comunicación pueda aprender a reaccionar cuando montan contra ti, o una institución en la que trabajas, una campaña de difamación.
¿Una última recomendación para luchar contra los bulos que no incluyeras en el libro?
Igual que tenemos que saber qué comemos para conseguir una buena dieta y tener salud, con la información pasa lo mismo. Saber distinguir entre el estiércol y los medios de comunicación, dónde se hace periodismo y donde se dedican a la desinformación. Partir de la idea de que hay determinados medios que desinforman porque están haciendo campañas en favor de determinados intereses políticos con juego sucio. Creo que deberíamos castigar a los medios que, de forma sistemática, nos venden mentiras como forma de hacer negocio. Y ese castigo debe traducirse en no leerlos, ni verlos ni escucharlos.