La campaña electoral se apoderó este miércoles de la sesión de control al Gobierno en la que el presidente Pedro Sánchez respondió preguntas de Pablo Casado (PP), Irene Montero (Unidos Podemos) y Albert Rivera (Ciudadanos), como ocurrió la víspera en el Senado. Ambiente bronco y palabras gruesas para aderezar las intervenciones de todos los portavoces, dirigidas más a los electores que a sus adversarios.
Como es su costumbre, Rivera (Cs) se saltó la pregunta que había presentado por escrito y la sustituyó por una doble exigencia al presidente: que se comprometiese allí mismo a no volver a la dialogar con la Generalitat y con los grupos políticos independentistas que dan soporte al Govern catalán y, como lleva intentando desde hace meses, que manifestase su oposición a indultar a los dirigentes políticos y sociales que están siendo juzgados en el Tribunal Supremo por el fracasado intento de proclamar la independencia de Cataluña.
Sánchez, cuya posición favorable a continuar el diálogo con todos los grupos sobre Cataluña es bien conocida y cuyo partido se resiste a condicionar el futuro anticipando un escenario judicial que todavía no se ha producido —los acusados por el procés ni siquiera han sido todavía condenados— no picó el anzuelo. Y prefirió pasar al ataque echando en cara a Rivera que prefiera llegar a acuerdos con Vox que con el PSOE. Una decisión de la formación naranja que hace especialmente felices a los socialistas porque, calculan, amplía el margen decrecimiento electoral de su partido hacia el espacio de centro de cara a las elecciones del 28 de abril.
“Nosotros hemos venido a liderar el cambio y usted sólo ha venido a liderar el cambio de chaqueta permanente”, le reprochó. “¿Qué concepto tiene usted de la democracia”, se preguntó, “que excluye a los millones de españoles que confían en el PSOE” anunciando un cordón sanitario contra los socialistas? “Usted tiene una concepción de la democracia excluyente”. Y remató: “Después de la foto que se hizo usted en Colón con el señor Abascal [el líder de Vox] y con el señor Casado, le diré una cosa señor Rivera: usted debe tener un armario lleno de chaquetas. El pasado domingo usted dejó la del supuesto liberal”para ponerse ahora y “una que huele a naftalina, la de la ultraderecha”.
Unidos Podemos no se fía
La misma sesión dio la oportunidad a la portavoz de Unidos Podemos, Irene Montero, de marcar distancias con el Gobierno, al que lleva dando soporte durante estos meses apoyando la mayor parte de sus iniciativas y con el que negoció y pactó el proyecto de Presupuestos que la semana pasada fue rechazado por el Congreso precipitando la convocatoria anticipada de elecciones.
La situación “es grave” porque el diálogo con Cataluña ha saltado por los aires y el Gobierno está tratando de volver a los recortes “por la puerta de atrás” ordenando a los ministerios que dejen sin gastar el 50% del Presupuesto, la misma táctica, acusó, que utilizaba el anterior ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.
Por esa razón “ustedes no son de fiar”, le dijo Montero a Sánchez. Tienen que está vigilados permanentemente porque “cuando creen ue no les ven” hacen o mismo que el PP, acusó. Esa es la razón por la que el “voto útil” el próximo 28A será a Podemos, proclamó, porque si el PSOE tiene la oportunidad va a “volver a pactar con estos señores”, afirmó señalando a los escaños de Ciudadanos. “Todo el mundo lo sabe”.
El presidente Sánchez, como ya hizo el martes en el Senado, no sólo evitó el cuerpo a cuerpo con Unidos Podemos sino que aprovechó la oportunidad, una de las últimas que se darán en sede parlamentaria ante la inminente disolución de las Cortes, para agradecer al grupo de Pablo Iglesias su actitud y su colaboración con el Gobierno durante esos meses.
Eso sí, además de dejar sin respuesta la acusación sobre la supuesta orden a los ministerios para reducir a la mitad del gasto, reprochó a Montero que Unidos Podemos no apoyara en su día el decreto ley de medidas urgentes en materia de vivienda o que este martes haya impedido la firma de un acuerdo unánime sobre pensiones en la comisión del pacto de Toledo. “Me gustaría ue reflexionaran”, pidió, y “volvieran a la mesa” para cerrar un acuerdo y “enviar un mensaje de sostenibilidad del sistema público de pensiones”.
Acusaciones mutuas
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El toma y daca entre Sánchez y Casado fue, como en el caso de Rivera, un duro intercambio de acusaciones. El líder del PP, como ya hiciera el portavoz de su grupo, Ignacio Cosidó, el martes en el Senado, proclamó que “nunca nadie hizo tanto daño a España en tan poco tiempo”. Y como en una repetición del manifiesto de la plaza de Colón, plagado de afirmaciones falsas, Casado acusó a Sánchez de estar a favor de la autodeterminación de Cataluña, de haber “pinchado” la economía española y haber llenado España de inmigrantes irregulares. “Empaquete el colchón de La Moncloa”, concluyó el líder del PP, “porque vamos a ganar las elecciones para recuperar la dignidad de España”.
“Ojalá que el 28 de abril la mentira y la crispación salgan de la vida política con ustedes derrotados en las urnas”, le replicó Sánchez. Porque durante estos meses el PP lo único que ha hecho es convertir “el insulto y la mentira en su proyecto político. Tiene la lengua larga del insulto y las patas cortas de la mentira”, le recriminó.
Cuando se unieron a Vox y a Ciudadanos en la plaza de Colón, concluyó el presidente, no lo hicieron contra el independentismo, lo hicieron contra el Gobierno de España. “Usted no habla de Cataluña; usted está dibujando una España en la que solo caben ustedes y los que piensan como ustedes”.
La campaña electoral se apoderó este miércoles de la sesión de control al Gobierno en la que el presidente Pedro Sánchez respondió preguntas de Pablo Casado (PP), Irene Montero (Unidos Podemos) y Albert Rivera (Ciudadanos), como ocurrió la víspera en el Senado. Ambiente bronco y palabras gruesas para aderezar las intervenciones de todos los portavoces, dirigidas más a los electores que a sus adversarios.