El secretario general PSOE, Pedro Sánchez, se enfrenta a partir de este martes al debate de investidura en el Congreso. La cita comienza a las 16.30 y, aunque no concluirá hasta el miércoles –el candidato será el único en intervenir en la primera jornada, mientras que el resto de grupos y la votación quedan para el día después–, el final está más que anunciado: fracasará en su intento de llegar a la Moncloa. Entonces comenzará el segundo tiempo de un partido en el que el socialista tiene un doble objetivo: reunir los votos necesarios para ser presidente –y eso pasa básicamente por desencallar la negociación con Podemos– y asegurarse de que, si todo se tuerce y hay nuevas elecciones, es él quien repite como candidato al frente del partido.
El PSOE intentó este lunes un último movimiento: una oferta a Podemos, sus confluencias, IU y Compromís que, en su práctica totalidad, calca el contenido del pacto alcanzado por los socialistas con Ciudadanos. Los cambios son básicamente de redacción o de matiz: no hay modificaciones de calado. Fuentes socialistas consultadas por infoLibre dan por hecho que esa propuesta –definida por Sánchez ante el Comité Federal de su partido como un texto "valiente" y que va "más allá" en las "políticas de izquierda" para sumar a nuevos actores "al cambio" y poner fin a la etapa de Rajoy– no servirá para convencer a la formación morada ni al resto de la izquierda. De hecho y tras leer el documento, todos esos partidos mantuvieron su negativa a investir a Sánchez.
Así las cosas, Ferraz asume que su candidato fracasará en esta primera ronda, pero no pierde la esperanza de forma definitiva. En el partido, además, incluso los críticos con Sánchez avalan su hoja de ruta, al menos hasta que cerró el pacto con Ciudadanos: respetó la condición de no pactar con los independentistas que le impuso el Comité Federal a finales de diciembre, reiteró una y otra vez que no buscaría acuerdos para gobernar hasta que Rajoy fracasara y, sólo cuando el candidato conservador renunció a ser elegido, dio un paso al frente e inició una negociación donde tendió la mano a "izquierda y derecha" –como él mismo no se cansó de repetir– y en la que apeló a Iglesias y Rivera a unirse para mandar a la oposición a Rajoy, a quien dejó tan apartado como a los grupos catalanes.
Podemos se aleja
Las cosas fueron bien durante un tiempo. Las conversaciones con Ciudadanos avanzaron y, aunque Podemos mantuvo su exigencia de un Gobierno de coalición y su declaración de incompatibilidad con el partido naranja, el PSOE confió en la carta de atraerse a IU-Unidad Popular y Compromís para presionar a Iglesias y los suyos. Pero todo saltó por los aires cuando el fruto de las conversaciones con Rivera se plasmó negro sobre blanco: el acuerdo, defendido a capa y espada por la dirección, es un mal acuerdo a ojos de los críticos. Un pacto con demasiadas cesiones a la derecha y que deja a Podemos vía libre para protagonizar el discurso de la izquierda si se repiten las generales. Y es además un texto que complica acercarse ahora a Iglesias.
Esa es precisamente la pregunta que se hacen no pocos en el PSOE: ¿Cómo se convence a Podemos de que permita la investidura de Sánchez sin quebrar el pacto con Ciudadanos? Miguel Gutiérrez, mano derecha de Rivera en el Congreso, ya advirtió este lunes de que su partido no admitirá que se cambie "ni una coma del acuerdo". Y mientras el equipo de secretario general se escuda en que el partido morado "nunca tuvo voluntad real de negociar", algunos críticos con Sánchez creen que su estrategia fue errónea y que confundió sus prioridades: que primero debería haberse garantizado el apoyo de Iglesias para después intentar que Rivera, por activa o por pasiva, le permitiera suceder a un Rajoy acosado por casos de corrupción en las últimas semanas.
También provocó tensiones en el PSOE la consulta a la militancia anunciada por Sánchez. "Fue una decisión unilateral", dicen sus críticos. Una votación de las bases que nadie pudo rechazar en público y ante la cual los cinco barones más críticos guardaron silencio, diseñada para esquivar las reticencias que provocaba un posible pacto con Podemos y que tuvo que emplearse para avalar el acuerdo con Ciudadanos. Precisamente a esos dos partidos, señalan fuentes socialistas, se dirigirá Sánchez este martes desde la tribuna de la Cámara baja. "Apelará a su responsabilidad" para que "permitan un Gobierno del cambio" y "evitar la repetición de las elecciones", lo que supondría "fracasar en el encargo que nos hicieron los españoles en las urnas", dicen fuentes próximas al secretario general.
Batalla por el liderazgo
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La carrera por la Presidencia del Gobierno es, en cualquier caso, sólo una de las dos partidas que juega Sánchez estos días. La otra es la interna, porque el secretario general tiene pendiente revalidar su liderazgo en un congreso federal que debía celebrarse en febrero, que Sánchez intentó retrasar a mediados de junio y que, finalmente, se vio obligado a convocar para los días 20, 21 y 22 de mayo por las presiones de los barones críticos. La diferencia entre ambas fechas –apenas unas semanas sobre el papel– no es menor: la dirección federal del PSOE quería que el cónclave se celebrara después de una eventual repetición de las elecciones. Los contrarios a Sánchez, que el nuevo líder se eligiera antes del nuevo paso por las urnas.
A la espera de que Susana Díaz decida si da o no un paso adelante, en el PSOE todas las fuentes coinciden en que es más factible que lo haga si antes de otras generales se celebra un congreso federal y las primarias –para elegir al secretario general y al candidato, respectivamente– que si sólo hay primarias –lo que significa encabezar la lista pero no implica controlar el partido desde dentro–. Ahora mismo saldrían victoriosas las tesis de los críticos con Sánchez pero la dirección federal, que tuvo que dar su brazo a torcer semanas atrás, no da la batalla por perdida. Fuentes del equipo de Sánchez aseguran que la fecha "no es inamovible" y que, "si las circunstancias lo aconsejan" –como unas nuevas elecciones–, puede retrasarse nuevamente el congreso del partido.
Un miembro de la dirección federal, preguntado por si la convocatoria en mayo –que implica recoger avales en abril– es compatible con el proceso de investidura, responde que "la prioridad tiene que ser el Gobierno". "Las bases dijeron el sábado que hay que intentar cambiar las cosas consiguiendo el Gobierno", agrega. Mientras tanto, socialistas valencianos y otras federaciones críticas piden esperar "hasta que se vea cómo sale la investidura". Todos dan por hecho que, si se convocan nuevas elecciones, Sánchez intentará que sólo haya primarias y no un congreso federal antes de las urnas para facilitarse repetir como candidato. Y los socialistas andaluces, aunque conceden que la fecha "se podría cambiar sin problemas", destacan que "por ahora no se ha planteado" y que, por tanto, la convocatoria en mayo "sigue vigente".
El secretario general PSOE, Pedro Sánchez, se enfrenta a partir de este martes al debate de investidura en el Congreso. La cita comienza a las 16.30 y, aunque no concluirá hasta el miércoles –el candidato será el único en intervenir en la primera jornada, mientras que el resto de grupos y la votación quedan para el día después–, el final está más que anunciado: fracasará en su intento de llegar a la Moncloa. Entonces comenzará el segundo tiempo de un partido en el que el socialista tiene un doble objetivo: reunir los votos necesarios para ser presidente –y eso pasa básicamente por desencallar la negociación con Podemos– y asegurarse de que, si todo se tuerce y hay nuevas elecciones, es él quien repite como candidato al frente del partido.