La crisis financiera dividió a la UE: los alumnos aventajados y modélicos frente a los derrochadores y deficitarios. Unos duros años en los que había una brecha dolorosa entre los que se calificaban como “halcones” y los que respondían al acrónimo despectivo de pigs (Portugal, Italia, Grecia y España). Entonces se miraba a una Europa a dos velocidades, cuyo estatus dependía del diferencial sobre la prima de riesgo alemana.
Esto provocó a la vez un cierto sentimiento de rechazo a la UE en varios países, tanto los que veían a los hombres de negro recortar sus servicios públicos como los que sentían que sus ahorros iban a pagar la fiesta de otros. Un caldo de cultivo también para ideas populistas.
Después de estos años, la UE aprendió buena parte de la lección. Y, de hecho, la crisis del coronavirus se afrontó de una manera diferente, impulsándose además los fondos Next Generation, algo que parecía imposible una década atrás. Además, se desarrolló una estrategia común para la compra de vacunas. A pesar de los tiempos revueltos, la UE se unió más.
Pero todavía hay temas en los que la inercia norte vs. sur sigue imperando. Y avanzar en esto es una de las grandes obsesiones que tiene Pedro Sánchez, y quiere aprovechar la Presidencia de la UE del segundo semestre en este sentido. El jefe del Ejecutivo arranca este jueves la segunda minigira preparatoria que le llevará durante dos días a Irlanda, Dinamarca y Finlandia, tras haber estado hace quince días en Austria, Eslovenia y Croacia.
El presidente se verá con los primeros ministros de esos tres países con la idea, recalcan fuentes gubernamentales, de “escuchar”. En La Moncloa se trabaja con el objetivo de que la Presidencia española sirva para lograr el mayor número de acuerdos posibles. Algo que no será fácil precisamente en temas con muchos puntos de vista. Uno de ellos será la migración, con la vista puesta en intentar un pacto antes de que acabe la legislatura del Parlamento Europeo en mayo del año que viene.
Lograr un consenso sin bloques en migración
En el equipo del presidente comentan que precisamente estas minigiras deben servir para tantear los posibles acuerdos y para constatar dónde están las principales diferencias. Ya pasó con Austria, en el tema de la migración precisamente. Algo similar se vaticina con Suecia y Dinamarca, con quien hay muy buena relación en otras cuestiones pero su postura difiere respecto a España.
La relación con los tres países de esta minigira es muy buena con España, pero no se había cuidado en épocas anteriores. A Helsinki no va ningún presidente español desde que estuvo José Luis Rodríguez Zapatero en 2006, quién también fue el último jefe de un Ejecutivo que fue hasta Copenhague, en 2008. Ya hace también ocho años que no va el máximo responsable del país a Dublín (el último viaje fue el de Mariano Rajoy en 2014).
Sobre la mesa estarán varios temas. Uno de los principales será la guerra de Ucrania, donde todos los países a visitar coinciden en el apoyo máximo a Kiev. Con los tres países se abordará además el proceso de adhesión de Ucrania a la Unión y la ampliación que se planea con los países de los Balcanes occidentales. El informe de progreso se tiene que presentar precisamente en octubre, cuando estará funcionando a pleno pulmón la Presidencia española.
El viaje arranca este jueves por la mañana, con la primera parada en Dublín. Irlanda gana a España en la balanza comercial entre los dos países, pero hay mucho interés por la presencia de empresas españolas allí. Dan mucha importancia en La Moncloa a que España es el principal país extranjero donde van de vacaciones los irlandeses y que cada vez crece más el estudio del castellano. Pero, además, es “muy interesante” la cita con el primer ministro, Leo Varadkar, al haber llegado la UE y Reino Unido justo esta semana al 'acuerdo Windsor' sobre el protocolo de Irlanda del Norte tras el Brexit.
Dinamarca y Finlandia, de las energías renovables a la OTAN
Ya el jueves por la tarde se traslada Sánchez hasta Copenhague para reunirse con la primera ministra, Mette Frederiksen, también socialdemócrata. Los dos tienen muy buena relación personal y, por ejemplo, viajaron juntos la primera vez que fueron a Kiev a ver a Volodímir Zelenski. Con este país, como con Finlandia, hay entendimiento en temas como la lucha por el cambio climático y la apuesta por las energías renovables, además están muy interesados en el plan de hidrógeno verde. Y, aunque en un primer momento era reticentes, empiezan “poco a poco”, como señalan desde el Ejecutivo español, a abrirse a la propuesta española de reformar el mercado eléctrico.
También se espera con los tres países una conexión por su posición respecto al mercado interior y competitividad. Sánchez tiene intención de incidir, como hizo en su primera minigira para preparar la Presidencia, en el impulso de la autonomía estratégica de la UE, para no depender tanto de otras potencias a través de la reindustrialización del continente. España quiere enlazar este asunto con los acuerdos comerciales con terceros, en especial con el papel que puede jugar Latinoamérica.
Siempre, insisten las fuentes, con la idea de romper esa idea de bloques. Este viaje concluye el viernes en Helsinki, donde el presidente se ve con la primera ministra, Sanna Marin. Los dos tendrán un encuentro bilateral, una rueda de prensa conjunta y se ha organizado por la parte finesa un almuerzo en un restaurante para evidenciar el grado de cercanía que se da a España. Además, se tratará la entrada de Finlandia en la OTAN, justo después de que este miércoles el Parlamento haya aprobado por una amplia mayoría su adhesión. El primer gran paso se dio precisamente durante la cumbre en Madrid el pasado verano de la Alianza.
La crisis financiera dividió a la UE: los alumnos aventajados y modélicos frente a los derrochadores y deficitarios. Unos duros años en los que había una brecha dolorosa entre los que se calificaban como “halcones” y los que respondían al acrónimo despectivo de pigs (Portugal, Italia, Grecia y España). Entonces se miraba a una Europa a dos velocidades, cuyo estatus dependía del diferencial sobre la prima de riesgo alemana.