Sánchez defiende el diálogo en Cataluña porque la solución al conflicto no llegará sólo de la ley

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Fernando Varela

”No se va a romper España. Ni la Constitución. Se va a romper el bloqueo al Gobierno progresista democráticamente elegido por los españoles”. El candidato socialista a la Presidencia, Pedro Sánchez, no esperó ni un segundo para anticiparse al fuego graneado con el que la derecha, política, mediática y económica, ha recibido el pacto suscrito por el PSOE con Unidas Podemos y con Esquerra Republicana para formar Gobierno y desbloquear la legislatura. Y, a diferencia del discurso que pronunció en la investidura fallida del pasado mes de julio, esta vez sí defendió su apuesta por el diálogo para afrontar la situación en Cataluña.

En su intervención, Sánchez defendió la intención del Gobierno que se propone formar de “construir la cohesión social a través de la cohesión territorial”. En su opinión, “es evidente que en nuestro país no existe un único modo de vivir o sentir la identidad nacional” y “que los sentimientos no pueden imponerse por la fuerza”. Por esa razón, defendió, “la clave de la cohesión consiste precisamente en compatibilizar sentimientos diversos bajo unas mismas reglas de respeto”.

“Hoy existe en un sector amplio de la población catalana un sentimiento de agravio respecto de las instituciones centrales. Un sector amplio que no siente reconocida y respetada su personalidad”, reconoció, provocando la protesta de las bancadas conservadoras. Como también existe, añadió, “otro sector igualmente amplio de la población catalana que se siente ignorado o tratado injustamente por las instituciones de su propia tierra”.

Y existe, “en otros puntos de España, un rechazo a las acusaciones que vierten algunos líderes independentistas sobre la España constitucional. Yo me incluyo entre ellos”, confesó.

"La incapacidad de anteriores Gobiernos"

Se trata de sentimientos que “pueden tener mayor o menor fundamento racional, pero son innegables”. Y son el resultado de la “incapacidad política y el abandono de anteriores Gobiernos de la vía política para resolver un conflicto que es político”. No sólo en el “acomodo institucional de la diversidad de identidades” que tiene nuestro país, sino de “debilidades y desgastes acumulados” de nuestro sistema autonómico que debemos corregir, anticipó.

Se trata de “una crisis heredada” que se propone asumir con la intención, insistió, de “devolver a la política un conflicto político” y “dejar atrás la deriva judicial que tanto dolor y fractura ha causado en buena parte de la ciudadanía catalana y española”.

“Hay que retomar la única vía posible: la política. La del diálogo, la negociación y el pacto. Amparado por nuestra Constitución”, resumió. Y para conseguirlo, después de “demasiados años consumiendo las energías colectivas en tensiones políticas”, “en querellas, muchas de ellas estériles”, de “demasiado tiempo acumulando agravios”, y sabiendo que “los sentimientos no se imponen ni se prohíben”, se propone “recomenzar”. “Retomar nuestro diálogo político en el momento en que los caminos se separaron y las razones y los argumentos dejaron de escucharse. Retomar el diálogo en el punto en que los agravios comenzaron a acumularse. Retomar la senda de la política, dejando atrás la judicialización del conflicto”, destacó.

En materia territorial el gran objetivo del nuevo Gobierno será “retomar la senda del diálogo, la negociación y el pacto” porque “es nuestra obligación”. Y ese diálogo tiene que partir, razonó, “del reconocimiento del otro. De la atención a sus razones. Que no hay otra forma de resolver este contencioso. No hay otra vía que a través de un diálogo que se desarrolle dentro de la ley”. Aunque “la ley por sí sola tampoco basta” , admitió. “Es la condición, el diálogo es el camino”, indicó.

“Abramos un diálogo honesto, amparado por la seguridad que otorga el marco legal”, defendió. Todos los partidos de la Cámara están obligados, a su juicio, a “arrimar el hombro para reconstruir la cohesión dañada. Y hacerlo en torno a una propuesta de España diversa que se enriquece en la pluralidad de sus identidades, lenguas, culturas y personas”.

La solución, admitió, no llegará “súbitamente”, pero “podemos comenzar a resolverlo con paciencia y constancia, templanza y responsabilidad, generosidad y empatía”. Y para conseguirlo, avanzó más tarde, “el Gobierno abordará el conflicto político en Cataluña impulsando mesas de diálogo en el ámbito de Cataluña y también entre el Gobierno de España y la Generalitat de Cataluña”. Y siempre, insistió, “dentro del marco constitucional”.

Mejorar el modelo autonómico

El modelo autonómico, defendió Sánchez, “ha supuesto una mejora de la distribución territorial de la renta superior a la de los países de nuestro entorno”. Por eso “el camino no puede ser el de la involución sino el de la mejora, la reforma y la actualización. Siempre garantizando la igualdad entre todos los españoles”.

La “complejidad” del modelo territorial español “no es más que una manifestación de la diversidad y no puede convertirse en un pretexto para no avanzar”, advirtió. “Ha de ser un estímulo para el consenso y el diálogo desde una premisa: exige voluntad de compartir el poder”, reflexionó.

Por eso tiene intención de “mejorar los mecanismos de colaboración institucional con todas las comunidades autónomas”, así como de “clarificar el reparto competencial entre Estado y poder autonómico” para combatir “la incertidumbre normativa que producen los conflictos competenciales”.

También se propone “promover la participación de las comunidades autónomas en las decisiones del Estado y del Estado en las actuaciones autonómicas cuando esté afectado el interés general”, además de “propiciar un intercambio de información real para favorecer una auténtica integración entre ambos poderes”. “Esta que se inicia debe ser la legislatura del diálogo, en general, y del diálogo territorial en particular”, añadió.

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Ya al final de su discurso, y a modo de conclusión, Sánchez afirmó que “es hora de reparar las secuelas que aún permanecen en la sociedad española” después de la crisis y “sentar las bases para la tercera gran transformación de nuestro país” desde la dictadura. La primera, recordó, “nos devolvió a Europa”, la segunda nos convirtió en referente de igualdad en el mundo” y la tercera “nos emplaza a encarar los grandes retos de nuestro tiempo”, como la transformación ecológica, la revolución digital o el desafío de la desigualdad. “Y a saber entendernos y reconocernos en la diversidad de identidades que tiene nuestra nación”.

Y termino haciendo un llamamiento contra la crispación. Las discrepancias, señaló, “no impiden dialogar, alcanza acuerdos, convivir. Por eso insisto en el comrpomiso de hacer del diálogo una herramienta para reconciliar la política con la calle. Que vuelva la cultura del acuerdo y se aleje el enfrentamiento”.

“Escucharé con atención sus intervenciones”, indicó amtnes de hacer una petición: “Piensen en la gente que nos ve desde su hogares: suban a esta tribuna, expongan una visión alternativa al programa que he expuesto, defiéndanla con la pasión y la convicción que les dicte su conciencia” y “voten según su criterio, porque será un honor escucharles y debatir junto a ustedes”. “Lo único que les pido es que no contribuyamos con nuestras palabras a que la conviviencia se resienta. No traslademos desde esta tribuna más división a la calle, más discordia a las empresas, más desencuentro a las familias. Eso, señorías, también es patriotismo”.

”No se va a romper España. Ni la Constitución. Se va a romper el bloqueo al Gobierno progresista democráticamente elegido por los españoles”. El candidato socialista a la Presidencia, Pedro Sánchez, no esperó ni un segundo para anticiparse al fuego graneado con el que la derecha, política, mediática y económica, ha recibido el pacto suscrito por el PSOE con Unidas Podemos y con Esquerra Republicana para formar Gobierno y desbloquear la legislatura. Y, a diferencia del discurso que pronunció en la investidura fallida del pasado mes de julio, esta vez sí defendió su apuesta por el diálogo para afrontar la situación en Cataluña.

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