Sánchez y Díaz se preparan para una competencia virtuosa que se imponga a la derecha en 2023: "Nos hacemos falta"

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El tira y afloja entre los socios de Gobierno mantiene bloqueadas, de momento, las negociaciones sobre el borrador de Presupuestos. Las cuentas generales del Estado son uno de los hitos importantes de la legislatura y también una oportunidad para que los partidos se anoten victorias políticas especialmente simbólicas. Conforme se acercan los ciclos electorales, esas victorias se venden cada vez más caras. Y aunque el próximo, en principio, no se espera hasta 2023, algo empieza a cimbrear ya. Los movimientos de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz dibujan el perfil de dos socios conscientes de que, de ahora en adelante, la colaboración y la pugna tendrán a partes iguales un hueco en su convivencia.

Oficialmente, desde ambos lados se habla de una “excelente relación política y personal” que hace que la coalición “funcione mucho mejor de lo que parece”, según fuentes del Gobierno. Pero en la Moncloa se observa con lupa desde hace tiempo cada movimiento de la líder de Unidas Podemos. Frente a la hipótesis de que llegará un momento en que Sánchez romperá abruptamente el Gobierno y emprenderá una batalla cuerpo a cuerpo con Yolanda Díaz, en el entorno del presidente se razona que pasará justo lo contrario. “Para ganar a las derechas y gobernar necesitamos a toda la izquierda movilizada. Nos hacemos falta mutuamente”, explican.

Sin embargo, en la sala de máquinas de la Moncloa se andan a estas alturas con pies de plomo frente al fenómeno Yolandafenómeno Yolanda. Hay quien alberga en el PSOE ciertas dudas de que el proyecto que tiene en mente la política gallega pueda llegar a materializarse por la complejidad de ese espacio político, heredero de mil batallas fratricidas. Pero en el entorno del presidente existe cierta intranquilidad por los movimientos de las últimas semanas. Preocupa, por ejemplo, que se haya instalado la idea de que la subida del Salario Mínimo Interprofesional sea una victoria de Díaz, imponiéndose una vez más a la vicepresidenta económica y demostrando que sí, que manda. Y preocupa que la negociación presupuestaria, si acaban saliendo adelante la regulación de precios del alquiler y la reforma del impuesto de sociedades, acabe reforzando ese mensaje.

La demoscopia y Yolanda Díaz

Son muy conscientes en el PSOE de que, para bien y para mal, Yolanda Díaz no es Pablo Iglesias y que, por tanto, la manera de relacionarse con ese espacio tiene que cambiar. El rechazo que generaba el exlíder de Podemos entre amplias capas de votantes socialistas permitía, si la ocasión lo requería, disparar con fuego de artillería. Ya no es así porque Díaz goza de un muy buen cartel en todo el electorado progresista y, de manera significativa, entre los votantes socialistas. Cualquier exceso de frenada por parte de Sánchez en su competencia con la vicepresidenta podría ser castigado por sus propios votantes.

Más allá de las estimaciones de voto y las polémicas que envuelven a Tezanos, una de las mejores armas con las que cuentan los equipos para radiografiar el alcance de movimientos políticos como el que prepara Yolanda Díaz se encuentra en los detalles de los estudios del CIS. Es conocido que la vicepresidenta segunda es la líder política mejor valorada y que supera en ese apartado al presidente del Gobierno. Pero en la letra pequeña hay mucho más.

Se puede leer en el CIS, por ejemplo, que el conocimiento que tiene la ciudadanía sobre la política gallega se ha multiplicado exponencialmente desde que accedió a la vicepresidencia. Su notoriedad ha pasado del 30% de la población al 90%. Solo Irene Montero es más conocida que ella en el Consejo de Ministros. Además de su valoración como líder política, como ministra también es la más valorada junto a Margarita Robles. Con una diferencia: a Yolanda Díaz la valoran en un espacio ideológico mucho más amplio que a Robles, que encuentra más apoyos entre el electorado conservador. Es precisamente esa transversalidad una de las mayores preocupaciones en el aparato socialista: la valoración de la líder de Unidas Podemos está muy cercana a la de Pedro Sánchez incluso entre los propios votantes del PSOE. Pero también entre el electorado de ERC, de Más País, de Junts per Catalunya o del BNG. Y esa consolidación de su liderazgo político es igualmente amplia por sectores de edad, territorios, sexo o clase social.

El paso al frente de Díaz

La conclusión en Unidas Podemos es que Yolanda Díaz “ha cogido ADN de Gobierno”, según explican desde la formación morada. Algo poco habitual en perfiles del espacio político a la izquierda del Partido Socialista y que se recibe con ciertas suspicacias en la calle Ferraz. En el equipo de la vicepresidencia segunda se sale al paso constantemente de cualquier tipo de concreción sobre su candidatura y ni se quiere oír hablar de competir, ni con el PSOE ni con nadie de su propio espacio. “Yolanda siempre pone el foco en colaborar, no en competir. Ella siempre explica que el único objetivo es no permitir que la derecha y la ultraderecha ganen las elecciones y, para eso, los nombres son lo de menos. Tampoco el suyo”, trasladan desde su equipo.

Sin embargo, cargos de responsabilidad de Unidas Podemos tienen claro que el paso al frente ya está dado. “Y cuando la gallega toma una decisión, ya no hay marcha atrás”, explican. Consideran los morados que “el perfil de presidenta” ya lo tiene, que tiene un buen diagnóstico del país que apuntalará con el “proceso de escucha a la gente que está fuera de los partidos”, y a que a todo ello se le suma “una ambición de mayorías y un discurso muy trabajado”.

Parte de ese discurso lo ha deslizado públicamente en las últimas semanas. Yolanda Díaz insiste en un proyecto de mayorías porque, según defiende, “la gente no nos quieren iguales sino juntas”, tal y como expuso este jueves en una entrevista en la cadena Ser. Lejos de las ansias de ruptura y de asalto a los cielos que en otras etapas se vivieron en su espacio, ella apuesta ahora por la concreción de las políticas que la gente pueda percibir como importantes en su vida diaria. Es decir, un “reformismo fuerte”, término que ha repetido en sus últimas intervenciones y que toma prestado del Partido Comunista italiano. No se olvida “del cambio en las formas”, una de sus banderas y que agitó con fuerza en esa misma entrevista: “Estoy rodeada de egos, si hay ruido es probable que me vaya”, sentenció. La frase puso las orejas tiesas a mucha gente, de dentro y de fuera. Aunque, en realidad, todos coinciden en una cosa: “la gallega” ha decidido y ya no hay vuelta atrás.

El tira y afloja entre los socios de Gobierno mantiene bloqueadas, de momento, las negociaciones sobre el borrador de Presupuestos. Las cuentas generales del Estado son uno de los hitos importantes de la legislatura y también una oportunidad para que los partidos se anoten victorias políticas especialmente simbólicas. Conforme se acercan los ciclos electorales, esas victorias se venden cada vez más caras. Y aunque el próximo, en principio, no se espera hasta 2023, algo empieza a cimbrear ya. Los movimientos de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz dibujan el perfil de dos socios conscientes de que, de ahora en adelante, la colaboración y la pugna tendrán a partes iguales un hueco en su convivencia.

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