Técnicamente, Pedro Sánchez acudía este jueves al Congreso para dar explicaciones del conocido como caso Pegasus y de los posibles fallos de seguridad en el CNI que propiciaron el espionaje del móvil del presidente y de otros ministros y que desembocó en el relevo en la dirección de la inteligencia española. Sin embargo, a raíz de la intervención inicial de Sánchez y de los turnos de réplica de los diferentes grupos parlamentarios, la sesión se fue convirtiendo con el paso de los minutos en algo parecido a un ensayo general del debate sobre el estado de la nación.
El presidente hizo anuncios relacionados con los servicios de inteligencia y con la seguridad del Estado, como una nueva ley de secretos oficiales o una reforma legal del control judicial sobre el CNI. Pero dedicó mucho más tiempo y esfuerzos a reivindicar su balance de gestión, a confrontar con el PP y la ultraderecha y a rehacer los maltrechos puentes con sus socios parlamentarios para intentar reavivar la legislatura.
La comparecencia estaba fijada para este jueves después de que el Ejecutivo de Sánchez enlazara algunas de las semanas más complicadas desde el principio de la legislatura. Los altos vuelos en las encuestas del recién aterrizado líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, coincidieron en el tiempo con la profunda brecha abierta entre el PSOE y algunos socios claves como ERC, Bildu o incluso el PNV a cuenta, principalmente, del presunto espionaje llevado a cabo a 65 líderes independentistas, abogados y familiares, según el informe hecho público por Citizen Lab.
Las malas noticias económicas relacionadas con la invasión rusa de Ucrania, las turbulencias a la izquierda del PSOE y una especie de sensación de inevitabilidad respecto a que la derecha triunfe en las elecciones de Andalucía, terminaron de configurar algo parecido a un ambiente depresivo en el conjunto de la izquierda. Y quizás por eso Sánchez enfocó su comparecencia en el Congreso como una intervención que debía ir mucho más allá de las explicaciones en torno al CNI.
Confrontar con el PP
Antes incluso que hablar del CNI, lo primero que hizo el presidente al subir a la tribuna, de hecho, fue buscar el cuerpo a cuerpo con el principal partido de la oposición, descabezado de líder en el Congreso. “Hemos escuchado audios de vergüenza ajena”, dijo en referencia a las conversaciones del excomisario Villarejo con la exministra de Defensa del PP, María de Dolores de Cospedal, publicadas recientemente por El País.
Durante muchos minutos, Sánchez se encargó de recordar algunos de los escándalos de corrupción más sonados de los populares para contraponer que “con este Gobierno se defiende la Constitución, con los métodos que defiende la Constitución y sin saltarse la Constitución ni la legalidad democrática”. Pero no paró ahí: “Cuando está el PP en el Gobierno y la oposición, ya sabemos cuál es la ecuación, cuál es la matemática. En el Gobierno, corrupción; y en la oposición, crispación”, denunció haciendo reiteradas referencias a “la corrupción democrática” de sus adversarios por no aceptar la legitimidad del resultado de las urnas. “Ustedes no reconocen el resultado electoral. Siguen bloqueando las instituciones, siguen incumpliendo las obligaciones constitucionales descalificando como ilegítimo cualquier gobierno”, lamentó antes de intentar socavar la imagen centrada y de responsabilidad de estado que Feijóo pretende insuflar a su liderazgo: “¿Por qué ustedes no apoyan la rebaja de la luz en los impuestos de un 60%? ¿Por qué no apoyan la rebaja de los 20 céntimos en la gasolina? Cuando lleguen las elecciones, los ciudadanos les pondrán en su debido sitio: la oposición”, concluyó.
Avivar la legislatura
Una vez despachado el intercambio de golpes con los populares, Sánchez se dedicó a intentar restablecer puentes con la mayoría parlamentaria que le sustenta desde el principio de la legislatura. Para ello, primero quiso terminar de zanjar la crisis de Pegasus con dos anuncios: una reforma legal para aumentar el control judicial del CNI y una nueva ley de secretos oficiales.
El presidente defendió ante la Cámara la legalidad de las actuaciones de la inteligencia española y achacó a “actores desconocidos completamente ajenos a la administración de nuestro país” los posibles espionajes ilegales, pero se comprometió a impulsar un nuevo “marco regulatorio” que permita al CNI “enfrentarse con éxito a los nuevos retos”. “Se trata de reforzar las garantías de control además de asegurar el máximo respeto a los derechos individuales y políticos de las personas”, afirmó tras anunciar la reforma del texto legal que regula el control judicial del CNI.
Ver másLas propuestas de los partidos para controlar al CNI: tres jueces, unanimidad e investigación de abusos
La medida era demandada desde hace semanas por algunos de los principales socios parlamentarios del Ejecutivo, que espera ahora que el paso al frente dado a raíz de la crisis política generada por el caso Pegasus sirva también para reconducir las relaciones de colaboración con grupos como ERC. Implícitamente, para los republicanos también tuvo palabras de agradecimiento y les tendió la mano para volver a la senda de la colaboración: “Quiero reconocer la valentía y el coraje de quienes apostamos decididamente por el diálogo, y lo digo en primera persona del plural, frente a quienes quieren romperlo todo y volver a 2017. Esa valentía y coraje están dando sus frutos”, dijo en alusión al president de la Generalitat y a ERC, antes de subrayar su "apuesta absoluta y rotunda para reanudar el diálogo con las instituciones de Cataluña y consolidar el reencuentro para construir concordia y convivencia”.
También se comprometió durante su intervención a dar luz verde a una de las demandas históricas de otro aliado estratégico como el PNV: una nueva ley de secretos oficiales. El presidente recordó que la actual data de 1968, aún en plena dictadura, para sostener que resulta “impostergable que la norma se adapte a los principios democráticos, constitucionales y a los estándares internacionales”.
A pesar de las críticas generalizadas de los grupos parlamentarios respecto a la gestión de los servicios de inteligencia, en el Gobierno salieron moderadamente optimistas del debate. “Hemos puesto al PP frente a su espejo y hemos dejado claro que queda legislatura. Que hemos hecho muchas cosas y que vamos a seguir con las que nos quedan por hacer”, valoraban en Moncloa al término del Pleno.
Técnicamente, Pedro Sánchez acudía este jueves al Congreso para dar explicaciones del conocido como caso Pegasus y de los posibles fallos de seguridad en el CNI que propiciaron el espionaje del móvil del presidente y de otros ministros y que desembocó en el relevo en la dirección de la inteligencia española. Sin embargo, a raíz de la intervención inicial de Sánchez y de los turnos de réplica de los diferentes grupos parlamentarios, la sesión se fue convirtiendo con el paso de los minutos en algo parecido a un ensayo general del debate sobre el estado de la nación.