Sánchez regresa a la épica para sobrevivir también a las consecuencias de la guerra

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Como todas las guerras, la de Rusia en Ucrania amenaza con arrasarlo todo. A los miles de muertos y millones de refugiados ucranianos víctimas de la invasión de Putin se suman ahora unas consecuencias económicas globales que vuelven a llevar a Europa al precipicio de una gran recesión. Y todo cuando apenas el mundo empezaba a sacudirse los devastadores efectos de la pandemia. Un contexto de incertidumbre extrema que traslada a la política unas dosis de inestabilidad de impredecibles consecuencias. 

En el caso de España, el Gobierno es consciente de que resulta prácticamente imposible sobrevivir políticamente a una inflación de dos dígitos como la registrada esta misma semana, cuando el índice de precios se desbocó por encima del 10% por primera vez en casi cuatro décadas. “La economía lo va a complicar todo, está claro”, admiten en el PSOE. Fuentes del Ejecutivo tampoco esconden la preocupación por unos nubarrones que podrían acabar en tormenta en cuanto pase el verano: “Estamos preocupados, lógicamente. Las perspectivas del otoño y el invierno no son nada buenas y por eso no dejamos de adoptar medidas”, sostienen. 

Con ese escenario, sumado al propio desgaste de la coalición y a los batacazos electorales encadenados por la izquierda en el último año y medio, la pregunta es cuál es la hoja de ruta de Pedro Sánchez para llegar al final de la legislatura con posibilidades ciertas de revalidar su mandato. La respuesta la encuentra el entorno más cercano del presidente en su propia trayectoria política: “Pues lo de siempre, resistir”, cuentan. 

En la Moncloa destierran la idea de que Sánchez esté siquiera cerca de tirar la toalla o de sentirse derrotado: “Está muy fuerte”, aseguran. En su entorno coinciden unánimemente en concluir que el papel de anfitrión en la cumbre de la OTAN le ha sentado especialmente bien: “Se ha convertido en un actor global en lo político y en lo económico”, afirman rezumando optimismo tras los tres días de encuentros con jefes de estado y de gobierno de la Alianza y tras el elogio unánime a la organización por parte incluso del líder del PP. Los socialistas señalan también la capacidad de reacción tras la debacle en Andalucía, que dejó durante unos días completamente noqueada al conjunto de la izquierda. “Esa misma semana estábamos impulsando el paquete de medidas anticrisis más ambicioso de Europa”, remarcan en el Ejecutivo, desde donde destacan “el impuesto a las energéticas y las ayudas a la clase media y trabajadora”. 

Andalucía, punto de inflexión

Mucha de la gente que le tiene cerca tanto en el partido como en el Consejo de Ministros ve claro que fue precisamente el resultado electoral en las autonómicas de Andalucía lo que pudo servir al Gobierno de acicate. Y hay quien observa desde ese día una especie de vuelta a los orígenes: “La historia política de Pedro Sánchez se ha construido precisamente así, a contracorriente y con épica. Le pasó en las primarias con Susana, en la moción de censura y en la gestión de la pandemia. Siempre nos dieron por muertos y mira, ahí seguimos”, relata una de las personas que le acompaña desde el principio y que califica de “invento de unos cuantos” el cambio de ciclo. 

Hace justo una semana fue el propio Pedro Sánchez quien salió a comparecer ante los medios para explicar personalmente el calado de las medidas impulsadas en el nuevo decreto anticrisis, un formato de comparecencia pública muy parecido al de los peores momentos de la pandemia, cuando se llegaron a institucionalizar sus apariciones de los sábados ante la prensa para dirigirse a la ciudadanía en un claro intento por demostrar liderazgo. Pedro Sánchez volvió en esta ocasión a dirigirse a los “compatriotas” para “hacerse cargo” del sufrimiento de tantas familias por las consecuencias de la guerra y para trasladar el mensaje de que su Gobierno trabaja para ellos, le pese a quien le pese: “Este es un Gobierno incómodo para algunos sectores económicos pero no nos quebrarán”, espetó en esa comparecencia. Esta misma semana, en una entrevista en laSexta, llegó a decir que “España no se puede permitir el lujo de volver a un viejo orden que quieren reinstaurar poderes ocultos con intereses oscuros”.

La afirmación, que sorprendió a algunos dentro del propio consejo de ministros, la hizo tras anunciar que el Ejecutivo le va a subir los impuestos a las grandes compañías energéticas que se están enriqueciendo más que nunca en mitad de la guerra. Y ese mensaje lo situó, probablemente, en el lugar desde el que más ha conseguido progresar durante su carrera política: “A la vista de los resultados, el Pedro que se contrapone a los poderosos y que hace empatizar con él a la ciudadanía es un Pedro muy competitivo”, concluye una de las personas más cercanas al presidente desde que se presentó a las primarias del PSOE. 

Lo que esperan en la Moncloa para la recta final de la legislatura es que la tormenta económica que se avecina resulte menos virulenta de lo que se prevé y que, además, se cumpla un precepto que han teorizado en el entorno del presidente: el de que la ciudadanía respalda electoralmente a los gestores directos de grandes calamidades: “Lo vimos fuera de España en el caso de Portugal, pero en las autonómicas de nuestro país hay mucho de eso también. La gente ha revalidado los gobiernos que han tenido que gestionar la crisis”, razonan desde el Ejecutivo. 

“Incertidumbre” en Unidas Podemos

Cuando se pregunta a los socios de coalición de Pedro Sánchez por el posicionamiento del presidente la respuesta es que se sienten “desconcertados”. En Unidas Podemos celebran que el contenido del decreto anticrisis haya tenido finalmente un marcado carácter progresista de protección social, con medidas defendidas por la propia Yolanda Díaz y por Ione Belarra como las ayudas directas a familias vulnerables o las bonificaciones al transporte público.

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Sin embargo, la sensación generalizada en los morados es que el presidente, más allá del “subidón” de la OTAN, anda probando distintas teclas sin tener aún muy claro el rumbo. “El mismo día que salió a anunciar las medidas sociales dijo la barbaridad de Melilla”, rememora un alto cargo de los socios de Sánchez ejemplificando su desconcierto ante los pasos de Sánchez. 

En Unidas Podemos entienden mensajes lanzados por el presidente como el llamamiento a “los acuerdos de país”, aunque exigen que esos llamamientos trasciendan al apoyo a más gasto militar o a la ampliación del despliegue americano en Rota para avanzar en la senda de la protección a los más desfavorecidos. 

En la Moncloa, mientras, cruzan los dedos para que el viento de cola que parece haber traído la cumbre de la OTAN permita al menos vivir unos días alejados de la tempestad. “Somos un Gobierno determinado, sin hipotecas y con una agenda bien definida”, reivindican en el Ejecutivo sin dejar de contener la respiración por lo que pueda deparar el invierno tan largo que parece deparará la guerra.

Como todas las guerras, la de Rusia en Ucrania amenaza con arrasarlo todo. A los miles de muertos y millones de refugiados ucranianos víctimas de la invasión de Putin se suman ahora unas consecuencias económicas globales que vuelven a llevar a Europa al precipicio de una gran recesión. Y todo cuando apenas el mundo empezaba a sacudirse los devastadores efectos de la pandemia. Un contexto de incertidumbre extrema que traslada a la política unas dosis de inestabilidad de impredecibles consecuencias. 

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