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El futuro del PSOE

Los sanchistas buscan una victoria contundente a una sola vuelta en un PSOE madrileño desmovilizado

José Manuel Franco, Eusebio González Jabonero y Juan Lobato, los tres candidatos a la Secretaría General del PSOE en Madrid.

Fernando Varela

Faltan sólo dos días para que los militantes del PSOE voten la primera vuelta de las elecciones primarias de las que depende el nombre de su próximo secretario general y el ambiente en el partido está muy lejos de la movilización que respaldó a Pedro Sánchez hace apenas cuatro meses.respaldó a Pedro Sánchez hace apenas cuatro meses La participación de los militantes, que en mayo llenaban tanto los actos convocados por los partidarios del actual secretario general como los de los seguidores de la presidenta andaluza, Susana Díaz, convocados por la épica del desafío de las bases al aparato del partido, se ha convertido en un recuerdo lejano.

Buena parte de la culpa la tiene la convicción, ampliamente extendida, de que todo está decidido, y que el aspirante sanchista, el diputado José Manuel Franco (A Pobra do Brollón, 1957), va a ganar sin problemas la votación y se convertirá en el nuevo secretario general del PSOE madrileño. Aunque más de 20 años de derrotas electorales y luchas intestinas tampoco favorecen la mobilización de una militancia cansada de tantas batallas internas. Para muchos, una vez despejado quién es el líder del PSOE en España, lo lógico es que su principal valedor se convierta en el secretario general en Madrid. Sin más debate.

Franco, licenciado en Derecho y funcionario del Ministerio de Defensa con más de 20 años de experiencia como diputado en la Asamblea de Madrid, se convirtió en el hombre fuerte del sanchismo después de que en mayo uno de cada dos militantes de la región apoyaran la devolución a Pedro Sánchez del liderazgo del PSOE y contribuyeran a frenar en seco la operación diseñada por la vieja guardia del partido para poner en su lugar a Susana Díaz. Enfrente, y derrotados, quedaron los seguidores de Tomás Gómez, el secretario general elegido también en primarias al que el propio Sánchez fulminó en febrero de 2015, sólo tres meses antes de las elecciones autonómicas en la que iba a ser el candidato a la Presidencia de Madrid.

Aquellas heridas siguen abiertas. Y tienen su reflejo en la pugna por la Secretaría General. Frente al candidato del aparato, José Manuel Franco, se presenta el profesor de primaria Eusebio González Jabonero (Alcalá de Henares, 1974), uno de los dirigentes del partido desplazados como consecuencia de la destitución de Tomás Gómez. La terna de candidatos (solo tres consiguieron los avales necesarios, a pesar de que las normas del partido únicamente exigían un 2% sobre un censo de 15.482 militantes) la completa el técnico de Hacienda Juan Lobato (Madrid, 1984), alcalde de Soto del Real e, igual que Franco, diputado en la Asamblea. El más joven de los tres aspirantes apoyó a Patxi López en las primarias y ahora, disciplinadamente sometido, dice, a la voluntad de la militancia, se declara partidario de Sánchez.

A 48 horas de la primera vuelta, nadie duda de la ventaja de Franco. El apoyo de Pedro Sánchez y las alianzas que ha ido tejiendo para incorporar a diferentes actores del partido (José Cepeda, Rafael Simancas), incluida la actual secretaria general y alcaldesa de Getafe, Sara Hernández, que aceptó integrarse en el proyecto sanchista y renunciar a su propia candidatura, le garantizan un amplio respaldo. Tan grande que el sanchismo acaricia la posibilidad de una victoria contundente en primar vuelta que deje clara su hegemonía y ahorre al PSOE una semana más de campaña de primarias.

Los tres candidatos reconocen la desmovilización de la militancia. Una actitud que conviene a la candidatura del aparato, según sus adversarios, que con escaso éxito han intentado que el debate entre candidatos sirviese de revulsivo a una participación que, a día de hoy, es una de las principales incógnitas y que preocupa a Franco. El aspirante oficialista trata siempre que puede de combatir el exceso de confianza de sus partidarios; si dan por hecha la victoria pueden quedarse en casa y dar al traste con sus posibilidades de convertirse en secretario general.

Conscientes de jugar a la contra, la esperanza de Jabonero y Lobato es sobrevivir a la primera vuelta. Si eso ocurre, uno de los dos, el que quede segundo este sábado, estará —en teoría— en mejores condiciones para hacer frente a Franco. Aunque si el que se queda fuera es Lobato, algunas voces no descartan que acabe pidiendo el voto para el aspirante sanchista y eso termine por inclinar la balanza en contra de Jabonero.

Un partido “de unos pocos”

En el debate de fondo entre candidatos con propuestas que, en general, son muy similares en lo político y claramente a favor de un mayor peso de la militancia en las decisiones, está un modelo de construido desde hace 25 años en torno a las decisiones de “unos pocos”. El modelo de la “mesa camilla”, recuerda un socialista madrileño de amplia experiencia en el partido, en el que un reducido grupo de dirigentes del PSOE madrileño se reparten, elección tras elección, los escaños en la Asamblea de Madrid y en los ayuntamientos de la región.

Franco representa para Jabonero la expresión máxima de ese partido, porque lleva cuatro legislaturas en la Asamblea de Madrid y su candidatura sólo persigue mantener el statu quo. Una formación capaz de derribar a Tomás Gómez, elegido en primarias, o de poner —y quitar— de la secretaría general a Sara Hernández en función de sus intereses. El PSOE de Madrid se ha convertido en “un partido muy profesionalizado que reparte empleos cada cuatro años”, lamenta Jabonero. Esa es, precisamente, una de las cartas que intenta jugar: la del único candidato sin cargo público, que se enfrenta sin medios a dos aspirantes que, aunque con peso desigual, disponen de sendos aparatos a su servicio. Jabonero, un pata negra del tomasismo, en expresión gráfica de otro destacado socialista madrileño, lo apuesta todo a la credibilidad y a la trayectoria, algo en lo que está convencido de tener ventaja frente al candidato sanchista. “La práctica es lo que marca la diferencia”, sostiene.

José Manuel Franco, por su parte, no oculta su comunidad de intereses con Pedro Sánchez. Más bien todo lo contrario. Y tampoco trata de minimizar su larga trayectoria en el partido, aunque en este caso lo hace para subrayar las virtudes de la experiencia: “Yo he sufrido en mis propias carnes” las consecuencias de tantos años de peleas internas y enfrentamientos entre familias políticas. Por eso precisamente “quiero poner esa experiencia al servicio de un proyecto político y no personal”, argumenta, convencido de que ese es el único modo de reconstruir la unidad de un partido debilitado por las disputas internas. “Y no soy un iluso”, advierte; “soy consciente de las dificultades”. Pero el PSOE de Madrid está en “un momento trascendental”, subraya. “Si lo hacemos bien, podemos gobernar dentro de dos años”.

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Enfrente de ambos se ha colado Juan Lobato, el más joven de los aspirantes. Su candidatura y su discurso tratan de contraponer juventud a profesionalización, en el caso de Franco, a la vez que conexión —con el cambio que representa Sánchez— frente a la viejo partido de Tomás Gómez que encarna Jabonero. Un doble juego con el que ha tratado de definir una tercera vía que está por ver el respaldo que encontrará entre los militantes, aparente más dispuestos a polarizar sus posiciones a favor y en contra de Pedro Sánchez o de Tomás Gómez.

Lobato defiende, como sus adversarios, pero con diferentes matices, mayores cuotas de participación para los militantes, especialmente a la hora de elaborar las candidaturas electorales. Y apuesta —igual que Franco— por Ángel Gabilondo como candidato para la Comunidad en 2019.

Estas primarias son su quinta gran apuesta política más allá de los límites del Ayuntamiento de Soto del Real: las cuatro anteriores las perdió: con Carme Chacón frente a Alfredo Pérez Rubalcaba en 2012, con Eduardo Madina frente a Pedro Sánchez en 2014, con Juan Segovia frente a Sara Hernández en 2015 y con Patxi López de nuevo frente a Sanchez hace sólo cuatro meses. En pocos días sabremos si esta vez tampoco le acompaña el éxito.

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