UPyD, un partido con poco más de siete años de vida, está sumido en una virulenta crisis interna que tiene en la diana a su líder y fundadora, Rosa Díez. Las discrepancias no proceden en este caso de un grupúsculo de críticos que orbitaban en torno al ya excandidato a las europeas Francisco Sosa Wagner. Ahora el malestar nace de algunos de los más estrechos colaboradores de la portavoz, que le exigen cuentas por el derrumbe de la formación en Andalucía . Que le piden, directamente, su cabeza, que dé un paso atrás para no dañar más las sombrías expectativas electorales de UPyD. Pero a todas las presiones, Díez ha respondido con un no. No se va. Es más, su entorno más cercano argumenta que lo que pretenden los críticos es "entregar" el partido a Ciudadanos, la fuerza que ha irrumpido en el Parlamento andaluz con 9 escaños y un 9,28% de los votos. Estos, sin embargo, mantienen su apuesta y una parte de ellos amaga con dejar la política si la portavoz no cede y se va.
Eso era "realmente lo que estaba en juego" en la reunión del Consejo de Dirección que la portavoz presidió el lunes, poco después de que anunciara en rueda de prensa que ni dimitiría ni convocaría un congreso extraordinario ni intentaría abrir una nueva ronda de negociaciones con el partido de Albert Rivera. En esa reunión de la ejecutiva se sometió a votación tanto la posibilidad de volver a intentar un pacto con Ciudadanos de cara a futuros comicios como la continuidad de Díez como portavoz. En ambas rondas venció el sector oficialista "por amplia mayoría". Al final, cuatro de los 20 miembros del Consejo de Dirección presentaron su dimisión: los diputados Irene Lozano, Álvaro Anchuelo –ambos diputados– Rodrigo Tena y David Andina. Toni Cantó, parlamentario en el Congreso y candidato de UPyD a la Presidencia de la Generalitat Valenciana, consideró "decepcionante" la comparecencia de Díez, y cree que debe dimitir, aunque él no ha tenido que dejar ningún cargo orgánico pues no pertenece a la dirección.
Díez, tras trascender las dimisiones, no se movió un ápice de su posición. Aseguró que la mayoría había decidido y aunque la postura de la minoría era respetable era eso, la opción de la minoría. Punto. Y volvió a defender el carácter "autónomo" de UPyD.
"Empeño de confundirnos"
"En UPyD hay quienes creen que hay que renunciar a tener un proyecto autónomo para entregarnos a Ciudadanos –reflexionaba este martes un miembro de la ejecutiva muy próximo a la portavoz–. Pero nosotros queremos mantener la independencia del proyecto. Un proyecto netamente progresista, que defiende la igualdad de los españoles y la unidad del país, sin chalaneos. La crisis no viene por los malos resultados de Andalucía [la caída desde el 3,35% de los votos al 1,93% del 22-M, y ni un solo escaño]. No. Es un problema de unos cuantos que piensan que asumir responsabilidades es dibujar otro proyecto político diferente". Este responsable niega que los críticos hayan elevado la voz de alarma para prevenir una debacle en las autonómicas y municipales del 24 de mayo. "Defender UPyD no es entregársela a Ciudadanos. Eso es confundirse. Ya está bien de mentiras. Eso fue lo que se votó". Otro dirigente de la máxima confianza de Díez lanza la misma opinión: "Hay gente que cree que es más fácil tener un perfil menos beligerante. Otros consideramos que hay muchas diferencias entre Ciudadanos y nosotros. Hay un empeño de confundirnos. Un empeño de engañar".
En síntesis, Díez y su círculo de partidarios –la mayoría, en los órganos de dirección– creen que el partido ha de mantener por encima de todo su identidad, pese a que ello le suponga perder votos en favor de C's, una formación con la que comparte espectro ideológico pero a la que ven como muy distante en cuestiones nucleares como la idea de nación, la estrategia contra los nacionalismos, la recentralización de competencias, la lucha contra la corrupción o la organización interna. Como había expresado Carlos Martínez Gorriarán, mano derecha de la portavoz en el partido y en el Congreso, los partidos "suben y bajan y tienen resultados mejores y peores". Y hay muchos "intereses" en que UPyD desaparezca, agregó, porque "no quieren que las cosas cambien en España".
Una "campaña mediática"
Y en el mal resultado del domingo, el núcleo duro de UPyD cree que han influido "factores exógenos como la campaña a la contra orquestada por varios medios de comunicación, que sólo buscan el descrédito" de la formación magenta. Gorriarán, de hecho, ya denunciaba el martes por la mañana que Ciudadanos ha recibido "todo elogios y parabienes, horas y horas en prime time" de las televisiones. El diputado, en línea con lo que afirmaba el 22-M el candidato andaluz, Martín de la Herrán, aseguró que los votantes han preferido ser gobernados por corruptos. "Yo no puedo hacer nada para evitarlo", señalaba.
En suma, la cúpula de UPyD cree que debe "pensar cómo hacer las cosas mejor", cambiar algunos aspectos para conectar mejor con los ciudadanos, pero está convencida de que su propuesta política "es válida", según sintetizaba uno de los responsables del aparato.
Los cruces de acusaciones en las redes sociales fue muy duro durante toda la jornada. Pero no sólo allí. Martínez Gorriarán directamente acusó de "irresponsables" a los dirigentes dimisionarios –y a Cantó– por "abandonar el barco" cuando las cosas vienen mal dadas y por pensar en su carrera personal "y nada más", y no en los intereses del partido. Díez no llegó tan lejos. Elogió el "buen trabajo" de Lozano y Anchuelo y no les pidió el escaño. De hecho, se vio a los cinco diputados charlando por la tarde en el pleno del Congreso. "Todo muy civilizado", dijo Lozano a los medios.
"Mucha expectación" por lo que pueda ocurrir
Llamar "irresponsables" a los críticos no fue una boutade de la mano derecha de Díez. Más dirigentes próximos a la dirigente expresaron esa misma idea. Porque consideran "irresponsable" que se hayan aireado las discrepancias y se haya cuestionado a la portavoz, "un valor político", a dos meses de las municipales y autonómicas, unos comicios que se presentan muy cuesta arriba para UPyD. Andrés Herzog, coordinador de Regeneración Democrática y uno de los báculos de Díez, venía a decir esto mismo: la responsabilidad de una derrota es de un equipo, no de una persona, así que no cree necesario que nadie dimita, y menos la líder, porque sería "un suicidio" ahora.
Sin embargo, el grupo que ahora cuestiona a Díez y que cree que hay que reorientar la estrategia respecto a Ciudadanos sigue confiando en que Díez dé un paso atrás antes del sábado, cuando se celebra la reunión del Consejo Político, el máximo órgano de dirección, que componen unas 150 personas. La cita se prevé tensa. Según fuentes de este sector, hay "mucha expectación" por ver qué ocurre hasta entonces. Y si Díez no dimite, una parte de los críticos se plantea "abandonar la primera línea de la política". Y entre los que se marcharían, podría estar la propia Irene Lozano, a quien en UPyD algunos veían como una de las posibles sucesoras de la fundadora. Ella misma reconoció a los medios que la convivencia iba a ser "muy difícil" a partir de ahora. infoLibre intentó sin éxito contactar con ella y con el otro diputado dimisionario, Álvaro Anchuelo. Este, por cierto, matizó en su blog que no ha declarado "ninguna guerra" a Díez, y que sería "deseable" que "liderase los necesarios cambios de forma urgente".
"La constatación de un proyecto acabado"
Entre los que se hallan más distanciados de la línea oficial se encuentra Luis de Velasco, portavoz en la Asamblea de Madrid. Él había pensado dimitir del Consejo de Dirección, pero luego reconsideró su postura y, de hecho, prometió trabajar activamente en la campaña. Pero eso no significa que se aplaque su malestar. Fuentes de su entorno, aunque insistían en que no quiere hablar más de este asunto, sí comentaban que sigue creyendo que las perspectivas son "sombrías" y que Díez ha de renunciar. "Pero estatutariamente se ha llegado hasta donde se ha podido. Irse depende de ella", añadían.
La guardia pretoriana de Díez insiste en que su jefa está sufriendo un "acoso de primera magnitud" y en que ya se votó el lunes la posibilidad de su retirada, y los críticos perdieron. "Cuando existe democracia, no hay que retorcerla", advierten. En el Consejo Político del sábado se volverá a analizar el hundimiento de UPyD en las andaluzas, pero no está previsto que haya una votación.
El grupúsculo crítico más próximo a Sosa Wagner –que, desposeído de la portavocía del grupo en Bruselas, pegó un portazo y abandonó su escaño y el partido–, que circula en torno a los europarlamentarios Fernando Maura y Enrique Calvet, es muy duro en sus juicios contra la dirección y su cerrazón a un pacto con Rivera. "Los resultados de las andaluzas son la constatación de que el proyecto de UPyD está acabado, y que ese espacio ha sido ocupado por C's. No tiene salida con las siglas de UPyD. En cuanto a Rosa, ella debería asumir la responsabilidad de esta situación. Se ha producido una patrimonialización del partido en una persona, Rosa, y su núcleo de seguidores, que no ha querido entenderse con Ciudadanos y ha preferido encerrarse en la marca. Y se ha negado porque habría supuesto ceder el testigo a Albert Rivera. Rosa vive más en el verbo resistir y ha perdido la oportunidad de irse por la puerta grande", señala Maura.
Ver másUPyD vuelve a quedarse fuera del Parlamento
División en los grupos
El eurodiputado cree que, hace unos meses, cuando se planteó la cuestión de las alianzas con C's, UPyD, el partido entonces más grande y que contaba con el doble de diputados en Bruselas, podría haber "impuesto sus condiciones". Pero ahora ya no podrá hacerlo, porque la relación en Andalucía, por ejemplo, es 9 a 0 escaños.
Lo cierto es que UPyD está partida en dos mitades, no simétricas. De un lado, el núcleo de Díez, que controla la dirección. Y de otro, el creciente sector de discrepantes. La medida la pondrá el Consejo Político pero de momento ya hay realidades cuantificables. En el grupo en el Congreso la correlación es 3-2 a favor de los críticos (Lozano, Anchuelo y Cantó contra la propia Díez y Gorriarán), y en el Parlamento Europeo la división es perfecta: dos diputados oficialistas (Maite Pagazaurtundua y Beatriz Becerra) y dos a la contra (Maura y Calvet). Los siguientes días dirán si la crisis engorda o la marejada, como esperan en la cúpula, se calma.
UPyD, un partido con poco más de siete años de vida, está sumido en una virulenta crisis interna que tiene en la diana a su líder y fundadora, Rosa Díez. Las discrepancias no proceden en este caso de un grupúsculo de críticos que orbitaban en torno al ya excandidato a las europeas Francisco Sosa Wagner. Ahora el malestar nace de algunos de los más estrechos colaboradores de la portavoz, que le exigen cuentas por el derrumbe de la formación en Andalucía . Que le piden, directamente, su cabeza, que dé un paso atrás para no dañar más las sombrías expectativas electorales de UPyD. Pero a todas las presiones, Díez ha respondido con un no. No se va. Es más, su entorno más cercano argumenta que lo que pretenden los críticos es "entregar" el partido a Ciudadanos, la fuerza que ha irrumpido en el Parlamento andaluz con 9 escaños y un 9,28% de los votos. Estos, sin embargo, mantienen su apuesta y una parte de ellos amaga con dejar la política si la portavoz no cede y se va.