Ricardo Blázquez Pérez fue elegido este miércoles presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) tras las votaciones celebradas por los obispos españoles en el marco de la CIII Asamblea Plenaria de la CEE. De esta forma, Blázquez, que sucede en el cargo al cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, retomará el puesto que ya ocupó durante un trienio, entre 2005 y 2008. Regresa con 72 años y ascendido a arzobispo de Valladolid por Benedicto XVI, poco después de fallecer Juan Pablo II.
Su nombramiento cierra un proceso de renovación en la CEE que se inició el pasado noviembre con el relevo de Juan Antonio Martínez Camino en la portavocía de los obispos. Analistas y teólogos críticos consultados por infoLibre creen, no obstante, que el cambio en la presidencia provocará pocas modificaciones en la jerarquía católica aunque algunos digan de él que tiene un cariz más moderado. "No hay nada que se parezca más a un obispo que otro obispo", resumen Juan G. Bedoya, periodista de El País especializado en información religiosa.
El teólogo y director de la cátedra de Teología y Ciencias de la Religión de la Universidad Carlos III de Madrid Juan José Tamayo duda del halo de moderación que rodea la figura de Blázquez. Y lo hace recordando que fue durante su anterior mandato cuando la CEE arreció la crítica más voraz contra el Gobierno socialista, al que acusó de ser un "laicista radical". De la mano del PP, entonces en la oposición, la cúpula de la jerarquía católica no dudó en encabezar manifestaciones y en librar un duro pulso con los socialistas con propuestas de objeción y movilización de los católicos. Y eso a pesar de que los teólogos consultados creen que fue bajo el Gobierno de Zapatero cuando mejor le fue a las finanzas de la Iglesia. Aunque Blázquez no asistía a los actos en defensa de la familia tradicional que organizaba su predecesor Rouco Varela con el apoyo de grupos neointegristas como el Opus Dei, Legionarios de Cristo o Camino Neocatecumenal y de un sector mediático afín, tampoco movió un dedo para paralizar ese movimiento de respuesta en el seno de la institución.
Entre los hitos de su paso anterior por la presidencia de los obispos está su acuerdo con el Gobierno de Zapatero para aumentar del 0,52% al 0,7% la asignación económica de la Iglesia vía IRPF a cambio de comenzar a aplicarle a esta institución el IVA por la venta de bienes muebles e inmuebles. El Ejecutivo socialista contribuyó así a aparcar la autofinanciación de la Iglesia católica, a la que se aludía en los acuerdos entre el Gobierno de Suárez y la Santa Sede en 1979. Hay que tener en cuenta que esta cantidad –en 2014 serán 249 millones de euros y en 2006 fueron 144,9– es la que se destina para pagar a la Conferencia Episcopal y los salarios del clero y que sale del bolsillo de todos los contribuyentes, pues se detrae del total de la masa fiscal. Los católicos que marcan la X en la casilla correspondiente de la declaración de la renta aportan a Hacienda el 99,3% de su cuota fiscal, mientras que el resto aporta el 100%.
Tamayo también es crítico en su análisis sobre su paso por diferentes carteras dentro de la CEE, donde además de los cargos de presidente y vicepresidente, ha sido miembro de la Comisión para la Doctrina de la Fe (1988-1993) y de la Comisión Litúrgica (1990-1993) y presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe (1993-2003) y de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales (2002-2005). "En el pasado no dio muestra alguna de moderación o de voluntad por tener una actitud más dialogante. En el tiempo en que fue vicepresidente fue seguidor incondicional de la teología dogmática de Benedicto XVI y apostó por la exclusión de las mujeres en la Iglesia", lamenta.
Algo menos duro es Evaristo Villar, teólogo y miembro de Redes Cristianas, una organización que agrupa a más de dos centenares de grupos de cristianos de base, entre ellos muchos sacerdotes y teólogos. "Es un hombre conservador en la doctrina, pero también una persona que busca el consenso y que no se ha caracterizado por tener muchos enemigos. No es un hombre de extremos como Rouco Varela", dice. Asimismo, ensalza un gesto positivo de su primera etapa en la presidencia de la CEE. "Intentó pedir perdón por las muertes durante la Guerra Civil y el franquismo. Es cierto que quiso pero no pudo, le faltó contexto para hacerlo. Era algo que no se había planteado desde 1971", señala.
Su paso por Euskadi y sus nuevos retos
Blázquez fue nombrado prelado de Bilbao en septiembre de 1995, en sustitución de Luis María de Larrea, y permaneció al frente del obispado hasta que, en 2010, fue designado arzobispo de Valladolid. En el primer destino no lo tuvo fácil. "Se pensaba que era un hombre que llegaba allí para someter a los vascos", señala el teólogo Evaristo Villar. Tanto que Xabier Arzalluz, entonces presidente del PNV, se refirió a él de forma despectiva como "el tal Blázquez". E Iñaki Anasagasti dijo que "loro viejo no aprende a hablar", en referencia a su incapacidad para aprender euskera. Blázquez acabó hablando la lengua de los vascos y logró un notable respaldo en la diócesis de Bilbao y en la sociedad vasca en general.
Entre sus retos está mostrar más sensibilidad ante la crisis y sus consecuencias sobre los más desfavorecidos. Su antecesor, por ejemplo, ha callado ante el drama de los desahucios o el escándalo del robo de bebés. De puertas para adentro, el nuevo presidente también tiene el reto incluir a los colectivos de base, a los que Rouco ignoró durante sus mandatos y de los que llegó a decir que "profanar la eucaristía supone un desprecio de la muerte del Señor". Sin embargo, Villar recuerda que el hoy líder de los obispos no ha tenido en el pasado gestos de acercamiento hacia las comunidades más críticas. "Las cosas eran diferentes porque entonces en Roma tampoco se hacían esos gestos –Juan Pablo II y Benedicto XVI mandaron de forma sucesiva en el Vaticano mientras él fue presidente–, puede que las cosas cambien ahora con Francisco", añade Villar.
En este sentido, Tamayo cree que su mayor desafío al frente de los obispos es apostar por un "cambio de prioridad" hacia lo social. "Su reto es que la prioridad no sea la ortodoxia o la moral represiva en materia sexual y que lo cambios que pueda hacer no sean una mera reforma administrativa. El objetivo tendría que ser la apuesta por el compromiso con los excluidos y la defensa de la ética pública de la justicia", asevera.
Trayectoria
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Ricardo Blázquez Pérez nació en Villanueva del Campillo, provincia y diócesis de Ávila, el 13 de abril de 1942. Realizó sus estudios en los seminarios Menor y Mayor de Ávila (1955-1967) y fue ordenado presbítero en febrero de 1967. Obtuvo el doctorado en Teología por la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma (1967-1972) y también estudió en universidades alemanas, informa Europa Press.
Sus 21 años de ministerio sacerdotal se centraron en la actividad docente. Fue secretario del Instituto Teológico Abulense (1972-76), profesor (1974-1988) y decano (1978-81) de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, así como vicerrector de la misma.
En abril de 1988 fue elegido obispo de la iglesia titular de Germa di Galazia y nombrado obispo auxiliar de Santiago de Compostela, recibiendo la ordenación episcopal en esa catedral el 29 de mayo siguiente de manos de Antonio María Rouco Varela. En mayo de 1992 fue designado obispo de Palencia y en septiembre de 1995 obispo de Bilbao.
Ricardo Blázquez Pérez fue elegido este miércoles presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) tras las votaciones celebradas por los obispos españoles en el marco de la CIII Asamblea Plenaria de la CEE. De esta forma, Blázquez, que sucede en el cargo al cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, retomará el puesto que ya ocupó durante un trienio, entre 2005 y 2008. Regresa con 72 años y ascendido a arzobispo de Valladolid por Benedicto XVI, poco después de fallecer Juan Pablo II.