Así será el plurilingüismo en el Congreso: un estreno a toda velocidad facilitado por los pinganillos de Zelenski

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Cuando el presidente ucraniano Volodímir Zelenski intervino ante el pleno del Congreso en abril del pasado año, sus señorías utilizaron unos pinganillos facilitados por la Cámara para no perderse detalle de un discurso que provocó un sonoro aplauso de todo el hemiciclo. Unos pinganillos que ahora se reutilizarán para seguir los discursos de los diputados que decidan realizar sus intervenciones en alguna de las lenguas cooficiales del Estado, como el catalán, el euskera o el gallego, y que también podrán utilizar los periodistas que sigan desde las tribunas esas intervenciones.

Una 'nueva normalidad' que entrará en vigor la semana próxima tras el acuerdo de la Mesa, en un pleno en el que ya se verán pinganillos y traductores dentro de la Cámara Baja y que abordará, precisamente, esta reforma del reglamento. La presidenta Francina Armengol se ha acogido a la capacidad que tiene el órgano de gobierno de la Cámara de tomar acuerdos para lo que se conoce como "labor diaria" del Congreso, pero la derecha asegura que no es aceptable jurídicamente y trata de maniobrar para que no se aplique.

Según explican fuentes de la Presidencia a infoLibre, estos traductores se financiarán con dinero remanente del presupuesto de la Cámara baja y serán objeto de una primera contratación especial —por la vía de la contratación menor con una empresa privada— para los primeros plenos y también para la investidura del candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, fijado para los días 26 y 27 de septiembre.

Se trata de una solución temporal, aseguran las citadas fuentes, antes de la puesta en marcha de un sistema estructurado, en el que no habrá un "cuerpo de traductores" como sí ocurre en instituciones como el Parlamento Europeo, sino una licitación pública abierta a cualquier empresa que reúna las condiciones. Para los periodistas que se encuentren en las cabinas de prensa, situadas en el edificio colindante al palacio del Congreso, se habilitará un sistema de subtítulos, mientras que aquellos diputados que utilicen lenguas como el aranés o el bable, deberán autotraducirse.

Por el momento se desconoce el presupuesto previsto para implantar el uso de estas lenguas cooficiales en el Congreso, si bien desde presidencia recalcan que será un sistema con un coste similar al del Senado— 355.000 euros al año— que desde 2011 permite su uso aunque limitado a mociones y a la toma en consideración de iniciativas, aunque en el caso de la Cámara Baja se podrá hacer uso de estas lenguas en cualquier tipo de debate, ya sean proposiciones de ley, investiduras o mociones de censura.

Los partidos alternarán el castellano con el resto de lenguas

La utilización de estas lenguas en el Congreso fue clave lograr que ERC y Junts apoyaran a la candidata socialista para presidir la Cámara y facilitaran que la izquierda tuviera mayoría en el órgano de gobierno. Hasta entonces los socialistas habían descartado su uso alegando que el castellano era el único idioma reconocido en todo el Estado y la lengua común de todos los españoles, por lo que únicamente se permitía pronunciar citas o frases cortas en catatán, euskera o gallego, llegando incluso a expulsar a parlamentarios por hacer uso de estas lenguas por un tiempo mayor.

Esta es una reclamación histórica de formaciones como ERC, que lleva dos décadas tratando de incluir esta cuestión en la agenda. Tal y como trasladan fuentes de la dirección del partido a este periódico, en el pleno de próximo día 19, su portavoz, Gabriel Rufián, hablará únicamente en catalán, pero a lo largo de la legislatura tanto él como el resto de los diputados del grupo decidirán qué lengua utilizar "sobre la marcha".

Se trata de la misma postura que tendrán los diputados de EH Bildu, según detallan desde la formación abertzale. "En principio lo trataremos con naturalidad, depende del tema. Habrá veces que hagamos el discurso en castellano y alguna parte en euskera, y viceversa", exponen fuentes del partido. Por su parte, desde el PNV mantienen la incógnita y simplemente avanzan que utilizarán el euskera, pero no dan más detalles sobre si lo harán todo el tiempo o solo en algunas intervenciones.

Desde Sumar, la formación liderada por Yolanda Díaz, celebran que esta iniciativa se ponga en marcha ya la próxima semana pero no tienen definida, por el momento, su estrategia a largo plazo, que abordarán en el propio reglamento del grupo.

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La reforma cuenta con la oposición del PP y Vox. El expresidente de la Xunta aseguró que está en contra de “un Congreso con pinganillos", la misma expresión que ha utilizado este jueves la portavoz parlamentaria de la formación ultra, Pepa Millán, que ha asegurado que las formaciones independentistas quieren "convertirnos en extranjeros dentro de nuestra propia nación" con "un pinganillo como en la ONU o en el Parlamento Europeo" y ha asegurado que ningún parlamentario de Vox utilizará una lengua distinta al castellano.

La formación dirigida por Feijóo ha presentado un escrito de reconsideración contra el acuerdo de la Mesa para intentar evitar 'in extremis' su inmediata implantación. Su portavoz, Cuca Gamarra, ha acusado a Armengol de ponerse "al margen de la ley": "Será legalidad vigente cuando se apruebe", ha manifestado este jueves. Por su parte, los ultraderechistas prevén registrar una enmienda a la totalidad a la reforma del Reglamento.

La reforma necesita mayoría absoluta, 176 votos, que el PSOE tendrá garantizados si consigue el de Sumar, ERC, PNV, EH Bildu, BNG y Junts. Esta última formación decidió no firmar la iniciativa cuando el resto de partidos la registró en la Cámara para demostrar que aún no está en esa mayoría para investir a Sánchez.

Cuando el presidente ucraniano Volodímir Zelenski intervino ante el pleno del Congreso en abril del pasado año, sus señorías utilizaron unos pinganillos facilitados por la Cámara para no perderse detalle de un discurso que provocó un sonoro aplauso de todo el hemiciclo. Unos pinganillos que ahora se reutilizarán para seguir los discursos de los diputados que decidan realizar sus intervenciones en alguna de las lenguas cooficiales del Estado, como el catalán, el euskera o el gallego, y que también podrán utilizar los periodistas que sigan desde las tribunas esas intervenciones.

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