La sexta ola prolonga el castigo a más de 20 millones de enfermos crónicos

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"No tenemos tiempo para casi nada salvo el covid, el crónico tiene muy poca opción de acceder", explica Rosa Sánchez, médica de familia en Málaga, tras otra maratoniana jornada atendiendo pacientes covid. El relativo regreso a la normalidad tras el verano, que prometía un 2022 recuperando terreno en el tratamiento de pacientes crónicos y en la detección de cáncer, fue un espejismo. La sexta ola vuelve a golpear con fuerza a los enfermos permanentes, más de 20 millones en España, que acumulan cerca ya de dos años de cancelaciones y estrago psciológico, y también a los que sufren males sobrevenidos graves.

En julio de 2021, el 42,8% de los crónicos habían experimentado un empeoramiento de su salud. El 57,1% estaban "muy insatisfechos" con la atención recibida. "El déficit de cobertura asistencial ha contribuido a agravar y aumentar la morbimortalidad de todas las enfermedades, especialmente de aquellas más vulnerables al virus como el cáncer, las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión arterial, la EPOC o la diabetes mellitus", señala la Plataforma de Organizaciones de Pacientes. El retroceso más fuerte es en el cribado de pie diabético. Sólo en la primera ola, el diagnóstico de cáncer mediante citologías y biopsias cayó un 30% y un 23,5%, respectivamente.

Deterioro de la atención a los crónicos

La Plataforma de Organizaciones de Pacientes lleva toda la pandemia poniendo sobre la mesa informes sobre el deterioro asistencial a los pacientes crónicos, el déficit de diagnóstico de enfermedades como el cáncer y las consecuencias de todo ello. El mazazo más duro fue en la primera ola. En junio de 2020, casi el 70% de los crónicos habían sufrido una o más cancelaciones de consultas. El 41,4% vio suspendida o aplazada su rehabilitación. Así lo recoge el Estudio del impacto del covid-19 en las personas con enfermedad crónica, centrado en pacientes cardiacos, con artrosis, problemas mentales, diabetes y enfermedad pulmonar grave. El miedo al contagio o a la imposibilidad de ser atendido en hospitales y centros de salud llevó al 22,8% aguantar el máximo posible antes de intentar ser visto.

Un año después, en julio de 2021, la plataforma volvió a presentar la encuesta. El 42,8% de los crónicos habían experimentado un empeoramiento de su salud o la aparición de síntomas nuevos. El 57,1% estaban "muy insatisfechos" con la atención recibida. Sólo el 6,7% recibieron atención cuando sentían que la necesitaban. Desde la comunicación de la necesidad de revisión por empeoramiento hasta la atención, pasaron de media 48 días. No más del 31,5% de los pacientes habían podido continuar con sus tratamientos con normalidad.

La Plataforma de Organizaciones de Pacientes tiene una visión crítica del sistema de atención a pacientes crónicos en España. En su último informe, de diciembre de 2021, alertó de un generalizado déficit de financiación. Es decir, en los planes todo parece estar previsto, pero la realidad es otra.

Parte de esa realidad la describe el artículo El impacto de la pandemia de la covid-19 en el control de las enfermedades crónicas en atención primaria, publicado a finales de octubre con la firma de las investigadoras Gemma Caparrós, Rosa Suñer, Dolors Juvinyá y Glòria Reig. Su trabajo detectó una caída de todos los estándares de calidad asistencial en 2020, especialmente los relacionados con la diabetes y la hipertensión. El cribado del pie diabético fue el indicador más afectado, pasando de un 69,14% de personas con buen control a un 31,76%. El cribado de retinopatía diabética (del 82,54% en enero al 60,73% en diciembre), el control de la presión arterial en diabéticos (80,21% a 58,69%) y el control de la presión arterial en hipertensos (66,07% a 45,13%) son el resto de estándares con mayor disminución.

El diagnóstico más reciente es el Observatorio de Atención al Paciente de 2021, presentado en diciembre por la Plataforma de Organizaciones de Pacientes, con un comité asesor del que forman parte organizaciones científicas, médicas y el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030. "El déficit de cobertura asistencial ha contribuido a agravar y aumentar la morbimortalidad de todas las enfermedades, especialmente de aquellas más vulnerables al virus como el cáncer, las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión arterial, la EPOC o la diabetes mellitus", concluye el informe.

Consecuencias físicas y psicológicas

El estrago de todo este deterioro es también psicológico. Ya en junio de 2020 el 40,6% de los crónicos había sentido la necesidad de tener acompañamiento psicológico durante el estado de alarma, pero sólo el 3,4% lo recibió. Más de un año después, en octubre, en torno al 70% había experimentado síntomas depresivos, según los resultados del estudio Impacto emocional en la enfermedad crónica, realizado por la Plataforma en colaboración con la Complutense de Madrid y la Fundación ONCE.

"En España hay unas 22 millones de personas con enfermedades crónicas [21.696.500 mayores de 15 años, según este informe con datos del INE] . El 90% de los mayores de 65 tienen al menos una. España ya tenía el reto de afrontar el cambio demográfico, que conlleva una atención a la cronicidad más potente. Es el momento de replantear la asistencia sanitaria. Ante una crisis de salud pública, sea esta u otra en el futuro, no podemos cancelar las citas a los crónicos, porque eso significa más mortalidad y menor calidad de vida, además de un sistema menos eficiente", explica Carina Escobar, presidenta de la plataforma.

Escobar añade: "Todo el retraso en citas, diagnóstico, cirugía y tratamiento genera un gran problema que sale muy poco en los medios. Ahora nos encontramos a una población con peor pronóstico, que ha empeorado, o que ha llegado tarde al diagnóstico, con frecuencia en situación de crisis económica o de soledad".

Detección de cáncer

La panorámica se completa con el estudio de la Asociación Española contra el Cáncer Impacto sanitario del coronavirus en la atención hospitalaria a pacientes oncohematológicos, con datos centrados en la primera ola recabados por las sociedades españolas de Anatomía Patológica, de Enfermería Oncológica, de Hematología y Hemoterapia, de Oncología Médica y de Oncología Radioterápica. En la primera ola, la caída del diagnóstico de cáncer fue del 21%. El porcentaje de pacientes atendidos en quimioterapia cayó un 9,5%. El diagnóstico mediante citologías y biopsias cayó un 30% y un 23,5%, respectivamente.

El problema no es exclusivo de España. La Organización Europea del Cáncer calculó en mayo que un millón de casos de cáncer han podido quedar sin diagnosticar y se han dejado de hacer 100 millones de pruebas de detección precoz.

El impacto de la sexta ola

Marciano Sánchez Bayle, portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (Fadsp), señala que, tras un 2020 y un 2021 marcados por la pandemia, sobre el papel 2022 tenía que ser el año para empezar a recuperar terreno. "Pero lo que está habiendo otra vez son cancelaciones [de consultas y pruebas]", explica. Las comunidades no ofrecen información homogénea, pero es público que Osakidetza, el servicio vasco de salud, ya pospone cirugías no urgentes y aplaza consultas de seguimiento a enfermos crónicos. "La situación es grave, evidentemente más con la sexta ola. Hacía falta un plan especial, pero ni se ha hecho, ni hay presupuesto para hacerlo", afirma el portavoz de la Fadsp, que denuncia la falta de datos oficiales claros sobre esta epidemia silenciosa de "problemas mal atendidos", a la que atribuye "la mayoría del exceso de mortalidad al margen del covid".

Sánchez Bayle le da escasa veracidad descriptiva a los datos de listas de espera, porque excluyen a "todos los que están en espera de estar en lista de espera, una situacion desazonante y muy extendida". infoLibre preguntó al Ministerio de Sanidad por los datos disponibles de cancelaciones y por evolución de la detección de cáncer, por el momento sin respuesta. El departamento de Carolina Arias está elaborando junto a las comunidades un informe sobre el impacto del covid-19 en los pacientes con cáncer, aún no concluido.

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60 o 70 pacientes al día

Un manifiesto impulsado por la Fadsp y apoyado por asociaciones como Medicus Mundi, Médicos del Mundo, Red Española de Atención Primaria, CCOO y UGT, ya hacía en septiembre una advertencia clara: sin un refuerzo específico, la atención primaria sufriría una "progresiva degradación" y "saturación" con "consecuencias nefastas" para las enfermos crónicos y con males sobrevenidos como el cáncer. Y eso era antes de la sexta ola. Con la explosión de contagios la situación se ha complicado, como acredita en primera línea Rosa Sánchez, médica de atención primaria en Málaga, agotada tras otra jornada extenuante. "Podemos atender 60-70 pacientes diarios entre presenciales y telefónicos. Antes, lo normal podrían ser treinta y tantos, incluyendo algunas consultas telefónicas muy puntuales. Prácticamente se ha duplicado", explica.

"Los mayores evitan ir al centro de salud por el miedo al contagio. Ahora mismo el acceso de los crónicos [al sistema] se ha vuelto a complicar, porque un porcentaje altísimo de consultas lo ocupan los pacientes covid, o contactos o positivos. No tenemos tiempo para casi nada salvo el covid, el crónico tiene muy poca opción de acceder", añade Sánchez, presidenta en Andalucía de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen). El breve periodo de "cierta normalización" tras el verano ha terminado, dice. "Antes de que retomáramos del todo esa normalización con esos pacientes que llevaban dos años sin darles la atención de calidad que suele prestar la atención primaria, se vuelve a limitar el acceso", explica la doctora.

"No tenemos tiempo para casi nada salvo el covid, el crónico tiene muy poca opción de acceder", explica Rosa Sánchez, médica de familia en Málaga, tras otra maratoniana jornada atendiendo pacientes covid. El relativo regreso a la normalidad tras el verano, que prometía un 2022 recuperando terreno en el tratamiento de pacientes crónicos y en la detección de cáncer, fue un espejismo. La sexta ola vuelve a golpear con fuerza a los enfermos permanentes, más de 20 millones en España, que acumulan cerca ya de dos años de cancelaciones y estrago psciológico, y también a los que sufren males sobrevenidos graves.

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