Luis Alvise Pérez estaba convencido de que podía hacer una dupla perfecta con aquel tipo enmascarado que aparecía en bucle en YouTube o Tik Tok y que se presentaba con el nombre de Luis CryptoSpain –aunque su verdadera identidad es la de Álvaro Romillo–. "Con un buen acuerdo de colaboración tus proyectos podrían llegar a muchísima más gente, y yo financiar con seguridad y holgura mi campaña sin la problemática de la persecución estatal", escribía el agitador ultra a comienzos de abril. Ambos recorrían, apuntaba Alvise, un "camino paralelo". Y potenciaban sus perfiles públicos al calor de las mismas redes de influencia –o influencers–. Canales que hacen un esfuerzo ímprobo por impulsar un discurso anti impuestos entre millones de personas.
El personaje creado por Romillo, con su característica mascarilla negra, nació en plena pandemia. Era la época de la huida a Andorra de algunos creadores de contenido online –los famosos youtubers o streamers– que se quejaban de la presión fiscal española. Y al mismo tiempo, de un mayor respaldo social a un sistema impositivo capaz de garantizar un Estado del bienestar robusto en medio de una crisis sanitaria y económica global. Por aquel entonces, un 66,3% de los españoles consideraban necesarios los impuestos para garantizar los servicios públicos –el dato más alto de toda la serie histórica–, mientras que aquellos que los definían como una obligación injustificada se situaban en el 18,7% –el registro más bajo hasta el momento–.
Pero desde entonces parece que ha habido un ligero cambio de tendencia. En el último barómetro de política fiscal del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), publicado el pasado mes de julio, la cifra de ciudadanos que veían necesarios los impuestos retrocedió hasta el 55,9%. Y la de aquellos que los consideraban una obligación "sin saber a cambio de qué" repuntó hasta el 27,1%. Además, el 15,3% ponía el foco en los "excesivos" impuestos cuando se les preguntaba por los motivos que llevan a alguien a ocultar a Hacienda parte o la totalidad de sus ingresos. Las tasas más elevadas, tanto para esta última afirmación como para los que ven los impuestos como una obligación injustificada, se encuentran en la franja de edad comprendida entre los 18 y los 34 años.
Son jóvenes cada vez más expuestos a una demonización de los impuestos que acogen y espolean determinados canales con gran potencia de difusión. Y Alvise siempre ha tenido claro que tiene que estar bien presente en esas redes. "Te he cerrado una grabación conmigo y dos de los influencers con más audiencia de España. Ahí hablaremos entre otras cosas de cryptos y que puedas hablar de lo tuyo. ¿Qué fechas estás aquí? Sería estética verano en una finca con vistas en Marbella, Ibiza, Costa Levante...", escribía el político a Romillo a finales de junio, dos semanas después de las elecciones europeas. La idea era hacer "un podcast muy viral" que, a tenor de los mensajes intercambiados, parece que no llegó a concretarse.
El agitador ultra mencionaba a Pedro Buerbaum y Víctor Domínguez. Son dos de los creadores de contenido más potentes al servicio de los discursos ultraliberales. Y han servido como plataforma de difusión tanto para el propio Alvise como para el empresario de las criptomonedas. El político ha pasado por ambos canales, a los que tiene en "prioridad absoluta" y que acumulan 1,8 millones de seguidores, cuatro veces –dos en cada uno– en poco más de un año. Las últimas, a las puertas de los comicios europeos. Entrevistas que acumulan casi cuatro millones de visualizaciones y en las que Alvise se vende con total comodidad como adalid de la lucha contra los poderosos y promete una publicación de supuestos audios de magistrados que, a día de hoy, sigue siendo humo.
El pódcast de Buerbaum es relativamente nuevo. El joven empresario, famoso por vender gofres con forma de pene, lo puso en marcha en los últimos compases de 2022. Y hasta hace no mucho estaba arrojando unos ingresos mensuales de 30.000 euros. Por el canal, cuya audiencia la componen mayoritariamente hombres, han pasado desde el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, hasta Santiago Abascal y Alberto Núñez Feijóo en un intento por pescar voto entre el público joven. También lo ha utilizado de escaparate el líder de Desokupa. Y ha servido de trampolín para las teorías negacionistas y de la conspiración más alocadas. "Somos híbridos, aquí humano no ha quedado ni el apuntador", escucha Buerbaum con un puro en la mano en una de sus entrevistas.
Vídeos que le permiten ampliar una audiencia a la que luego se colocan determinados mensajes. "Es un fenómeno que ocurre aquí: 'Oye, Pedro, llegué a tu canal por el tema del terraplanismo y luego escuché el siguiente pódcast sobre impuestos y no sabía que el Estado se llevaba la mitad de mi nómina", explicaba el influencer a Alvise el pasado mes de abril. "Como estrategia es brillante. Consigues que gente que no tenga conocimientos sobre qué es el Estado o cuánto nos roba, a través de un vídeo viral sobre cualquier otro asunto puedan acceder a ésto", le respondía el eurodiputado, que se encuentra bajo el foco de la Fiscalía tras haberse desvelado que Romillo le entregó 100.000 euros en efectivo para financiar su proyecto político: Se Acabó La Fiesta.
"Me hace gracia cuando quieres eludir y te llaman egoísta"
Porque una parte importante del mensaje que se amplifica a través de este tipo de canales es el que dispara contra los impuestos. De hecho, el empresario de las criptomonedas fue uno de los primeros invitados de Buerbaum a su pódcast. CryptoSpain se presentaba entonces como experto en elusión fiscal. Y ambos hablaban largo y tendido sobre el "expolio fiscal", la inseguridad o la okupación, todo aquello que tradicionalmente ha ocupado buena parte de los magacines televisivos matutinos. "En Madeira vivo bien porque además Hacienda no me toca los cojones", es una de las primeras frases que suelta Romillo al comenzar la entrevista. "Me identifico tanto con tu mensaje", le dice pocos segundos después el influencer.
El rechazo a los impuestos es uno de los pilares fundamentales del discurso de Buerbaum en redes sociales. "Esta mañana me llamó mi asesor para decirme la cantidad que tengo que pagar este trimestre a un socio parásito, medio mafiosete, que se llama Hacienda Pública española. (...) ¿Voy a estar trabajando para qué? ¿Para que venga un ente externo que no me aporta nada y solo me pone dificultades?", decía hace no mucho en uno de sus vídeos. "A mí me hace gracia cuando quieres eludir y te llaman egoísta", sostenía en el pódcast con Romillo, en el que anunciaba, además, un "curso gratuito" de "elusión fiscal" que ofrecía entonces CryptoSpain, contra el que se han interpuesto ahora varias querellas colectivas por la caída de su club de inversión –el Madeira Invest Club–.
Un mensaje coincidente con el que lleva años lanzando Domínguez, uno de los primeros creadores de contenido que marcharon a Andorra, desde sus redes sociales y su canal de YouTube, que cuenta con 762.000 seguidores y cuyos vídeos aglutinan más de 132 millones de visualizaciones. "En el momento en el que tú te dedicas a asfixiar a la gente que hace cosas para que pague las cosas de la gente que no hace nada llega un momento en el que te vas", apunta un emprendedor en una de las entrevistas. Para Domínguez, que combina ese discurso anti impuestos con buena parte de los postulados de la ultraderecha, España solo es un buen país para aquellos que se dedican "a delinquir" o aspiran "a vivir del dinero ajeno".
Y luego están los pensionistas, los últimos a los que ha señalado desde sus redes sociales: "Son, de lejos, el colectivo más egoísta que tiene España. Y son el mayor lastre que tiene el país hacia su avance. Es necesario que muchos pensionistas empiecen a sentir el dedo señalando, en el sentido de que hay muchos con la mentalidad de que si se tiene que hundir el país para que le den 20 euros más al mes en la pensión, se hunde y se la pela, ya vendrá otro a arreglarlo. Se la pela el futuro del país, se la pelan los jóvenes, absolutamente todo. Gente con la vida ya hecha lastrando la vida de gente que tiene que buscarse la vida".
Luis Alvise Pérez estaba convencido de que podía hacer una dupla perfecta con aquel tipo enmascarado que aparecía en bucle en YouTube o Tik Tok y que se presentaba con el nombre de Luis CryptoSpain –aunque su verdadera identidad es la de Álvaro Romillo–. "Con un buen acuerdo de colaboración tus proyectos podrían llegar a muchísima más gente, y yo financiar con seguridad y holgura mi campaña sin la problemática de la persecución estatal", escribía el agitador ultra a comienzos de abril. Ambos recorrían, apuntaba Alvise, un "camino paralelo". Y potenciaban sus perfiles públicos al calor de las mismas redes de influencia –o influencers–. Canales que hacen un esfuerzo ímprobo por impulsar un discurso anti impuestos entre millones de personas.