Sumar solo tiene cinco días para decidir con quién forma la coalición de cara al 23J. Nadie quiere llevar al límite esa negociación —el caso recuerda demasiado a Andalucía, con Podemos fuera del registro y el clima de unidad roto desde el primer día— y desde el entorno de Díaz se muestran optimistas pese a los reproches que se lanzan, cada vez con menos disimulo, sus potenciales aliados. El peso de cada organización en las listas, el reparto de fondos y el funcionamiento del grupo parlamentario son las tres principales polémicas. Desde Sumar apelan a la discreción para encajar el puzzle de partidos, aunque también admiten que las negociaciones se han ralentizado pese a que el tiempo corre en su contra.
La vicepresidenta Yolanda Díaz, cara visible del proyecto y futura candidata a las generales, quiere que Movimiento Sumar sea el paraguas que aúne a la quincena de formaciones que aspira a representar en las generales. Algunos de estos actores, como Izquierda Unida o los comunes, ya han anunciado que se suman al proyecto de Díaz mientras que otros, como Podemos, Compromís o Más Madrid, meditan su respuesta. Además, Díaz también quiere incorporar a perfiles independientes para configurar las listas y dar paso a nuevas caras dentro de la izquierda. "Sumar es la pata ciudadana de la coalición y eso se va a desarrollar", insisten, no sin antes especificar que el debate sobre los nombres se producirá a partir del 9 de junio.
En Sumar aseguran que cuentan con varios perfiles de la sociedad civil que creen que podrían despertar un "consenso" en el resto de formaciones, pero afirman con rotundidad que todavía "no se ha puesto ningún nombre" sobre la mesa de negociaciones. Ni por su parte ni por la del resto de formaciones. Es decir, según estas fuentes, ni IU, Podemos, Más Madrid, Compromís o la Chunta les han exigido que algunos de sus dirigentes más destacados, como las ministras Ione Belarra e Irene Montero o el del diputado Íñigo Errejón, deban estar en las listas a cambio de cerrar un acuerdo, como se ha sugerido en los últimos días. "No estamos hablando de eso", sostienen. Es más, las únicas dos personas que han confirmado públicamente que no van a estar en la candidatura de Sumar para las generales son la actual alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y el ministro de Consumo y líder de IU, Alberto Garzón.
Díaz siempre ha defendido que en Sumar "cabe todo el mundo" y que "no se le pide el carnet" a nadie. En la gira autonómica que emprendió el pasado año para dar a conocer su proyecto, la vicepresidenta segunda eligió para sus actos a personas provenientes de la sociedad civil y situó en un segundo plano los dirigentes políticos. Una filosofía que también quiere aplicar a su candidatura y por eso insiste en trasladar ese "contacto con la calle" a perfiles independientes sin experiencia previa en política institucional, con una trayectoria consolidada en sus ámbitos o que participaron en el pasado pero que se marcharon por las cuitas internas dentro del espacio.
Fichajes como el de Pablo Bustinduy, que se incorpora al equipo de campaña de Sumar, pertenecen a este último caso. Bustinduy llegó a la política como diputado de Podemos y fue miembro de la formación desde sus inicios, dedicado especialmente al área de internacional. Se despidió en 2019 —rechazó liderar la candidatura de Podemos en los comicios del Parlamento Europeo— para dedicarse al campo de la investigación. Desde Sumar creen que "incorporar a gente que se quedó por el camino" y que "lo dejó de manera cordial" es una buena noticia. "Es apreciado y respetado por todo el mundo", señalan.
¿Priorizar los resultados autonómicos o el de 2019 y las encuestas?
La inclusión de perfiles independientes podría complicar todavía más el sudoku de cara a las listas del 23J. Tanto Más Madrid como Compromís creen que les corresponde una posición preponderante en sus respectivos territorios respecto a Podemos, que desapareció de los parlamentos de la Comunitat Valenciana y de la Comunidad de Madrid, mientras los de Ione Belarra aseguran que tienen una base de votantes sólida a lo largo de todo el territorio estatal y emplazan a mirar los resultados de 2019 o el porcentaje que les dan las encuestas por separado.
Hasta la fecha Compromís es la única formación que ha hecho públicas sus exigencias: la pasada semana reclamó una negociación bilateral con Díaz, que su nombre aparezca en las papeletas y que sus candidatos encabecen las listas de Castelló, València y Alicante. Así se lo trasladó el equipo negociador de la coalición valencianista, formado por Amparo Piquer e Iván Castañón, al de Sumar, con Josep Vendrell y Rodrigo Amírola a la cabeza. En Más Madrid se han mostrado más comedidos, pero su líder, Mónica García, aseguró también que cada uno de los actores debía ser consciente del resultado de las elecciones autonómicas y municipales.
Tal y como contó infoLibre, en ambas organizaciones relativizan el impacto que supondría que Podemos no se integrara —un escenario que los sondeos sí penalizan— y hay quien incluso opina que los morados "restan" de cara a una futura alianza electoral. Una opinión que ha trasladado públicamente el filósofo Santiago Alba Rico a través de una columna de opinión titulada 'Contra la unidad' —en la que pide que Podemos y sus principales referentes den un paso al lado— compartida por personas de Más Madrid o que han estado vinculadas a la formación como Pablo Gómez Perpinyà, Emilio Delgado, Jorge Lago o Clara Ramas.
Por su parte, en Podemos señalan que todo forma parte de una campaña para ningunearles de cara a la negociación con Díaz. Este lunes la coportavoz del partido, Isa Serra, ha asegurado que "los vetos personales no ayudan" y ha advertido contra los "intentos de torpedear los acuerdos y la unidad". El exlíder del partido, Pablo Iglesias, también ha censurado las "presiones" que hay para que Irene Montero esté "fuera" de Sumar y ha pedido no caer en dinámicas de "venganza" y "humillación". Sobre el peso específico de Podemos en la negociación, ha sugerido fijarse en las encuestas que indican que Podemos tiene más apoyo electoral que el resto de aliados de Díaz.
El difícil encaje de las listas electorales
En el fondo de este conflicto subyacen las tensiones del pasado. Más Madrid es una escisión del propio Podemos creada por uno de sus fundadores, Íñigo Errejón, mientras que Compromís se alineó con los morados en 2016 y la experiencia acabó con la salida del grupo parlamentario de los cuatro diputados de la coalición valencianista. Tensiones que se han mantenido —más o menos — en calma durante la legislatura pero que sí se hicieron patentes en la campaña electoral del 28M, con apelaciones a la "izquierda cuqui" por parte de Belarra y otros miembros de su partido. El reto de Díaz es mayúsculo: además de aunar a toda la izquierda del PSOE en una misma papeleta también deberá liderar un grupo que arrastra demasiadas cuitas personales.
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La papeleta por Madrid, que previsiblemente encabezará Díaz, se perfila como una de las más complicadas. Es una de las circunscripciones que más escaños reparte y en la que, en 2019, concurrió la titular de Igualdad, Irene Montero, como número dos y el líder del PCE, Enrique Santiago, como tres. También es en la que se presentó Íñigo Errejón con su marca propia. Aunque todas las partes apelan a la "discreción" sobre la presencia de sus máximos representantes, la vicepresidenta segunda deberá encajar ahí a los perfiles independientes.
En València el nombre de Joaquim Bosh, portavoz territorial de Jueces y Juezas para la Democracia, ha salido a la palestra en los últimos días como potencial fichaje. En Compromís ya la tantearon como potencial sucesor de Joan Ribó en la alcaldía de València y rechazó el ofrecimiento, por lo que Díaz debería tratar de juzgar sus cartas de otra manera si quiere convencerlo. La coalición valencianista vería bien un perfil como el de Bosh, pero lo ven más complicado para Podem, la marca valenciana de los de Belarra, que se quedó fuera de Les Corts y tampoco llegó al mínimo en la capital del Túria.
Además de Bosh, otro juez podría entrar las listas de Sumar, pero en este caso por Baleares, donde Podemos también quiere tener un peso al igual que la coalición Ara Més. Se trata del juez que instruyó el caso Nóos, José Castro. Cuando Díaz se desplazó a las islas para presentar su proyecto, aseguró que Sumar iba de "personas como el juez Castro, que trabajan para hacer un país mejor".
Sumar solo tiene cinco días para decidir con quién forma la coalición de cara al 23J. Nadie quiere llevar al límite esa negociación —el caso recuerda demasiado a Andalucía, con Podemos fuera del registro y el clima de unidad roto desde el primer día— y desde el entorno de Díaz se muestran optimistas pese a los reproches que se lanzan, cada vez con menos disimulo, sus potenciales aliados. El peso de cada organización en las listas, el reparto de fondos y el funcionamiento del grupo parlamentario son las tres principales polémicas. Desde Sumar apelan a la discreción para encajar el puzzle de partidos, aunque también admiten que las negociaciones se han ralentizado pese a que el tiempo corre en su contra.