Ábalos y el emérito: el juego de las diferencias Luis Arroyo

Salta la noticia: el rey Juan Carlos tiene honor. ¡Cáspita, recórcholis! Sabiendo que había dudas, su majestad ha llamado al notario, que se lo ha tasado en cincuenta mil euros. Nuestros espías en la corte de Abu Dabi aseguran que el perito, desesperado, tuvo que sacar el microscopio. El inesperado hallazgo hay que agradecérselo a Revilla, embajador de la anchoa y ministro del puro rechupeteado, a quien el bocachanclismo le ha pasado facturilla. Tanto va el cántaro a la fuente, etcétera.
Querella, habrase visto: la honra manchada no se limpiaba con sangre. ¿Dónde quedó la hidalguía? Atiendan: los picapleitos de su majestad han encontrado contenidos injuriosos y calumniosos en algunas declaraciones vertidas por el expresidente entre mayo del año veintidós y enero del corriente. El Colegio de Estenógrafos y Tecleadores advierte: si quieren la transcripción en papel, habrá que deforestar el Amazonas. No tengo mucho aprecio a Revilla, como a nadie que se pase la vida campaneando la sabiduría del barquero, pero tiene su gracia que don Juan Carlos, El Modélico, haya decidido que el mozo de los sobaos es quien le ha jodido verdaderamente la reputación. Quiero decir: Corinna publicó una foto del tataranieto del Rey Sol haciendo la barbecue en bermudas amarillas y gorrita para atrás y nadie movilizó a los leguleyos.
En fin, que por el horizonte amenaza algún nuevo opúsculo de don Miguel Ángel explicando su republicanismo sobrevenido: para algunos, la ideología la determina la última chuchería autobiográfica. En Zarzuela, semana horrible: don Felipe con los mofletes coloraos (el esquí, la pasión de las clases populares), el padre pidiendo casito («decisión personal») y la niña pregonada en el papel cuché. Por lo visto, un fotógrafo la ha pillado remojándose en el virreinato. Hay que proteger la intimidad de nuestra dueña, graznan por aquí y por allá. Lo queremos todo, chico: heredar el país y gozar del anonimato de un tornero fresador.
Fuentes internas de la Casa Blanca aseguran a nuestro periódico que el cálculo arancelario se ha hecho mediante un procedimiento infalible: el presidente ha soltado una gallina ('american chicken') sobre un mapamundi y según el número de picotazos, tal porcentaje.
Al otro lado del Atlántico, otro señor mayor exige su dosis de atención. Despropósito impositivo, el primer paso para la negociación del donde dije digo. Fuentes internas de la Casa Blanca aseguran a nuestro periódico que el cálculo arancelario se ha hecho mediante un procedimiento infalible: el presidente ha soltado una gallina (american chicken) sobre un mapamundi y según el número de picotazos, tal porcentaje. Así se comprende el ensañamiento aduanero con las islas de Heard y McDonald, en las que solo habitan pingüinos: los pájaros son una gente chunguísima.
El Liberation Day ha tenido efectos inmediatos: miles de inversores proTrump se han liberado de sus fortunas en uno de los descalabros bursátiles más tontos de la historia de la humanidad. Dos billones de capitalización, chaíto: una caída similar a la causada por el COVID 19, con la salvedad de que aquello era un virus peligrosísimo y este un idiota naranja.
Con todo, don Donald dice que va a averiguar cómo presentarse a un tercer mandato, por mucho que la Constitución (nimiedades) lo prohíba. A este paso no habrá de qué preocuparse: como se le ocurra otro estímulo económico, sus partidarios lo liquidan.
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