Los huesos árticos
Los huesos árticos
Bandadas y bandadas de ecos suplicando que amaine la lluvia, ¿te imaginas?
En el promontorio donde el cielo se riza suenan ahora disparos de mortero.
Hace mucho que no te perteneces, y a eso lo llamas “el peaje de la Circularidad”.
Los impulsos magnéticos dan trato de favor a los empleados de las corseterías.
Las tres personas de la Trinidad siguen cubiertas de cotorras.
Los falsos miramientos se han vuelto locos y el mar se va dando un portazo.
De repente se apaga la luz, nos retiran los platos que comíamos y nos sirven las sobras de La Última Cena.
El duelo por la Revolución continúa y necesita tiempo, dice Jorge Alemán.
El verano declina, las caricias tropiezan unas con otras, imponentes cascadas de lirios blancos caen al abismo.
Dilo por fin: di que los días navegables nos han dejado en la estacada y verás a la gente haciendo como si no entendiera.
Océano negro
Nuestras reservas de sufrimientos nimios van a ser revisadas al alza.
Llegan esporas desde lo desconocido, no es evitable.
Algunas variedades de descarrío apenas se distinguen de golpes de suerte.
En muchas pinturas ejecutadas en el paleolítico ya se pedían refuerzos.
Con un espejo bien disimulado vemos qué cartas lleva la Oscuridad.
Cautivados por lo definitivo, parejas de pulmones se precipitan desde los rascacielos.
Los establecimientos de caridad reparten paquetes de ropa usada a los afanes inservibles.
Todo lo que se emprende es pernicioso.
Nadie querría hoy que el bosque de Birnam enfilara hacia los barrios altos.
El cuadrado de la hipotenusa imparte órdenes caóticas y al final hay vislumbres de lo Eterno en las repisas de las whiskerías.
“Sangrante” es que el Alma del Mundo no nos admita en sus jolgorios por consideración al qué dirán.
Luz escarpada
El Tiempo vivo se ha ido a pique y los días transcurren con una insuficiencia desoladora.
Para hacer cualquier cosa, lo primero es ponerse en lo Peor.
En materia de pugnas ondulatorias los intelectuales de esta época se bañan en zonas donde el fuego no cubre.
Menudean los coitos sin motivo aparente.
La espiral logarítmica está harta de los tres reinos de la Naturaleza.
Únicamente los deseos solubles son tomados en consideración.
Un malestar indefinido saca a bailar a la materia orgánica.
Las nalgas del David de Miguel Ángel patrullan las calles vacías.
Ya hay indicios de que el viento cósmico ha sido suplantado por un doble.
Agotadas las deflagraciones, el trozo más grande de mi corazón no es mayor que una púa de mandolina.
Vida nueva
Tornados extrañamente serviciales se sientan con nosotros a la mesa.
La electrificación de los lechos nupciales sigue en estudio.
Va siendo hora de que les deis la vuelta a los amantes demasiado usados.
La conciencia ordinaria se afeita a escondidas la pelusilla de las alucinaciones.
Tras el telón de algunas inconsistencias suena el océano.
En las salas de espera de los dentistas, espléndidos tentáculos se hacen visibles el último viernes de cada mes.
Ahora es forzoso que la rotación terrestre practique con ahínco sus ritos mágicos.
* Ángel Zapata (Madrid, 1961) es autor de ‘La práctica del relato’ (1997), ‘Las buenas intenciones y otros cuentos’ (2001), ‘El vacío y el centro. Tres lecturas en torno al cuento breve’ (2002), ‘La vida ausente’ (2006), ‘Materia oscura’ (2015), ‘Luz de tormenta’ (2018), ‘Fuegos reunidos. Cometarios contra la sociedad del simulacro’ (2023), y ‘Pleroma’ (2023). Es profesor en la Escuela de Escritores, tuvo a su cargo la edición de ‘Escritura y verdad’ (‘Cuentos completos’, de Medardo Fraile); y ha publicado igualmente la traducción de ‘André Breton y los datos fundamentales del surrealismo’, de Michel Carrouges. Desde el 2008 es miembro del Grupo Surrealista de Madrid.
Su trabajo como cuentista ha sido antologado en ‘Pequeñas resistencias. Antología del nuevo cuento Español’; ‘Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual’; ‘Mar de pirañas. Nuevas voces del microrrelato español’; y ‘Cuento español actual (1992-2012)’.