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Ablación clítoris

El Supremo revisa la primera sentencia por ablación de una menor fuera de España

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El Tribunal Supremo revisará este miércoles a puerta cerrada la primera sentencia condenatoria impuesta por un tribunal español por un delito de lesiones a la madre de una niña de tres años que sufrió un caso de ablación cometido fuera del territorio nacional.

La resolución, dictada el pasado mes de abril por la Audiencia Nacional, impuso una pena de dos años de cárcel a Fatoumata Dubo, ciudadana nacida en la localidad senegalesa de Bantantinity, por permitir la mutilación genital de su hija, que se produjo en su aldea natal.

La mutilación, por la que la Fiscalía llegó a pedir una pena de siete años de cárcel, fue descubierta en el centro de atención primaria de Premiá de Mar (Barcelona) en el curso de una exploración a la que la menor fue sometida en cumplimiento del protocolo de actuación de niños inmigrantes.

El tribunal señaló igualmente que el consentimiento es suficiente para justificar la condena de la madre, aunque considera como atenuante que "ignoraba que la mutilación genital de su hija constituía un delito no sólo dentro de España, sino incluso fuera de ella". El padre fue absuelto porque no se probó que estuviera en Senegal en el momento de los hechos.

Los padres no se sorprendieron

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Uno de los enfermeros del centro asistencial catalán declaró durante el juicio oral que los padres no mostraron una "especial sorpresa" cuando se les comunicó la existencia de la mutilación y que incluso defendieron esta práctica como "un hecho cultural en África", hasta el punto de hablar de ella "con normalidad".

Los peritos médicos que comparecieron durante la vista también señalaron que la ablación, que pudo ser cometida por "un profano de la medicina en una aldea de Senegal, según la Fiscalía, suele "necesitar muchos días de curación, incluso meses, pudiendo producirse durante ese periodo infinidad de infecciones, algunas de ellas mortales".

La acusada, sin embargo, aseguró en su lengua natal, el mandinga, que tuvo conocimiento de la mutilación en el propio centro médico y que le causó "una profunda tristeza", ya que ella "nunca" habría permitido esta práctica. El enfermero, sin embargo, apuntó que la propia madre le reconoció que ella misma había sufrido esta lesión por tratarse de "las costumbres imperantes en ese aspecto en las zonas rurales de su país".

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