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Es la hora de comer a ambos lados de la Verja, pero el empresario John Isola sigue enfrascado en su trabajo. Unas labores que, sin embargo, no duda en detener en cuanto se le saca el tema de la falta de acuerdo sobre el Brexit en el Peñón. “Lo estamos viviendo con gran inquietud, porque es muy importante para la actividad socioeconómica que haya la máxima fluidez en la frontera”, dice con voz pausada el director de la firma Anglo Hispano Company, una empresa afincada en La Roca que se dedica a la distribución de bebidas espirituosas, productos alimenticios y tabaco. Las reflexiones que comparte durante la conversación con este diario coinciden, de forma milimétrica, con las que pone sobre la mesa al otro lado de la Verja el empresario Lorenzo Pérez. “Existe una preocupación enorme”, dice el regente de Moto Bazar, un negocio familiar puesto en marcha hace más de medio siglo. Mientras desgrana sus temores, el reloj no para de consumir minutos. Quedan cuarenta y ocho horas para que se cierre el año. Y, con él, la posibilidad de sellar un acuerdo para evitar que el de Gibraltar acabe convirtiéndose en el único Brexit duro.
El divorcio entre la Unión Europea y Reino Unido lleva ya cuatro años provocando auténticos quebraderos de cabeza a ambos lados del Canal de la Mancha, con unos acuerdos que siempre se han alcanzado sobre la bocina. El último el pasado 24 de diciembre, cuando Bruselas y Londres cerraron el texto que define las condiciones para las relaciones entre los dos bloques tras el divorcio. A lo largo de todo este tiempo, los grupos negociadores han conseguido desenredar nudos importantes. Algunos sumamente delicados, como por ejemplo el relativo a Irlanda del Norte. Sin embargo, cuando apenas quedan un par de días para que se consume la salida definitiva, aún queda un escollo a superar: el de La Roca. Un asunto que se está negociando exclusivamente entre Reino Unido y España. Por el momento no hay fumata blanca entre dos países que tienen, como recordó este martes la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, “pretensiones irrenunciables” sobre la soberanía del Peñón. Y si no se produce un apretón de manos en las próximas horas, el Peñón acabará convertido en la única frontera rígida en suelo comunitario.
Las novedades que van saliendo de las reuniones se siguen, con el corazón en un puño, en el Campo de Gibraltar. “Hay mucha angustia, se le tiene más temor a esto que al propio virus, al que se le puede hacer frente con determinadas medidas. No se puede venir a última hora sin saber lo que va a pasar. Si no se remedia la situación cuanto antes, esto va a terminar siendo un caos”, sostiene en conversación con infoLibre Juan José Uceda, portavoz de la Asociación Sociocultural de Trabajadores Españoles en Gibraltar (Ascteg). Es una opinión que también comparte Manuel Triano, secretario de CCOO en la comarca, quien señala que es completamente “injusto” que a estas “alturas” se tenga que soportar en la zona este “nivel de incertidumbre”. Por el momento, ambas partes han alcanzado un acuerdo para que los cerca de 15.000 trabajadores transfronterizos que diariamente cruzan por motivos laborales puedan continuar haciéndolo si se registran en un listado puesto en marcha a comienzos de diciembre. En ese caso, solo será necesario que muestren su documento de identidad en la frontera. Es decir, conservarán los derechos laborales que ya tenían.
Pero todavía quedan muchos más flecos por atar en relación con una colonia británica que en su día votó abrumadoramente en contra de la salida de la Unión Europea –solo un 4% metió en la urna la papeleta del Leave–. Porque la dependencia económica que tiene la comarca gaditana con el Peñón es brutal. Un estudio elaborado por el Ayuntamiento de la Línea de la Concepción, uno de los municipios que forman parte del Campo, cifraba el impacto económico de Gibraltar sobre la economía de la zona en unos 695 millones de euros anuales. En términos porcentuales, el Gobierno del territorio británico se atribuye una aportación al PIB de la comarca del 25%. “Podemos pagar muy caro la falta de un acuerdo”, resalta una y otra vez Triano al otro lado del teléfono. Son plenamente conscientes de los riesgos los alcaldes de las localidades de la zona, que este lunes alumbraron una declaración institucional en la que insisten en las “nefastas consecuencias” de un Brexit duro en el Peñón y exigen a los equipos negociadores que se pongan las pilas: “El Campo no puede ni debe ser una vez más el que pague los platos rotos de un no entendimiento”.
“Aparquen los líos de banderas”
El portavoz de CCOO también pide a los dos bloques que “aparquen los líos de banderas” y “pongan cara y piel a los ciudadanos” que se van a ver golpeados por una falta de acuerdo. “Hay pequeñas empresas cuya cartera de clientes está estrechamente ligada a Gibraltar”, recuerda Triano. Es el caso, por ejemplo, de Moto Bazar, una empresa familiar creada hace medio siglo y dedicada a la venta y distribución de ciclomotores y motos. Desde La Línea de la Concepción la dirige Lorenzo Pérez-Periáñez, quien reconoce que casi todo su negocio está estrechamente vinculado con el Peñón, ya sea por los vehículos que vende tanto a los trabajadores que se desplazan todos los días a través de la frontera como a los propios gibraltareños. “Calculo que alrededor de un 90% de las ventas guardan, de un modo u otro, relación con Gibraltar”, explica. En conversación con este diario, quien también preside la Asociación de Pequeña y Mediana Empresa de La Línea (Apymell) no esconde su “preocupación” por la ausencia de acuerdo entre las autoridades británicas y las españolas a pocas horas de que finalice el plazo.
Pérez-Periáñez pone el foco en la “falta de fluidez” que esto pueda provocar en una frontera que diariamente atraviesan alrededor de dos centenares de camiones repletos de mercancías. “Probablemente, se examinarán con más detenimiento, lo que provocará que los trámites sean más lentos que los actuales. Ahora, los índices de registro están en el 1,5% o 2%”, explica. A esta misma cuestión se refirió hace pocas horas la ministra de Asuntos Exteriores, Arantxa González Laya, quien en rueda de prensa en la sede del ministerio recordó que una falta de entendimiento entre las dos partes se traduciría en el establecimiento de controles policiales, fitosanitarios y de seguridad sobre las mercancías, con el aumento de los “tiempos de espera y los costes”. “A menor escala, una de las consecuencias puede ser que se formen colas parecidas a las que hemos visto en Dover”, deslizó la ministra, en alusión al colapso que sufrieron más de un millar de camiones en los días previos a Navidad en el túnel del Canal de la Mancha por el cierre de la frontera francesa ante la nueva cepa del coronavirus que se había detectado en suelo británico.
Más problemas tendrán, según explica el presidente de Apymell, las empresas que trabajen con determinados alimentos. Es el caso de Anglo Hispano Company, una firma creada a finales del siglo XIX, asentada en el Peñón y dedicada a la distribución de bebidas espirituosas, productos alimenticios y tabaco. John Isola es su director. Explica que lo que traían hasta ahora a La Roca llegaba directamente en camión a través de la frontera. Sin embargo, si no hay acuerdo, el trayecto tendrá que cambiar. Pone el ejemplo del bacón inglés. “Como no hay un punto de inspección fronteriza, ahora los camiones, después de atravesar Francia y España, tendrán que ir al puerto de Algeciras y allí embarcar en un ferri que saldrá de forma diaria hasta Gibraltar”, explica el empresario. Esto, dice, incrementará los tiempos de demora y, probablemente, también los costes. Problemas burocráticos a los que también tendrán que enfrentarse, señala Triano, todas esas empresas del Campo de Gibraltar que prestan servicios al otro lado de la frontera. Una carpintería, por ejemplo, a la que contraten para poner una cocina en el Peñón.
Sin turismo o mercancías, no habrá empleo
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“Escuchamos que se va a garantizar la libre circulación de los trabajadores transfronterizos, y eso nos parece bien. Pero si se dificulta el movimiento del resto de ciudadanos, tenemos un problema. Si no entra turismo o mercancías, va a ser complicado defender los derechos de los trabajadores porque no va a haber empleo”, apunta Pérez-Periáñez, que recuerda que es habitual que los gibraltareños, más allá de por cuestiones laborales, crucen la frontera diariamente para comprar en los comercios o para ir a los bares o restaurantes del Campo de Gibraltar. Y lo mismo sucede en sentido inverso. “En mis locales tengo a trabajadores transfronterizos. Si el turismo experimenta una bajada, estos puestos pueden terminar perdiéndose”, recalca Isola. Y eso es un riesgo inasumible en una comarca donde la tasa de desempleo se mueve en niveles del 30%, prácticamente el doble que la media nacional. “Ya lo estamos pagando caro con la pandemia. Imagina si ahora, además, se tiene que afrontar un Brexit de estas características”, sostiene el secretario de CCOO.
“Gibraltar no quiere perder a los profesionales españoles que trabajan allí, con su potencial y su conocimiento. Pero está claro que si no se consigue mantener unas relaciones fluidas y si no pueden seguir contratando con normalidad a ciudadanos españoles o comunitarios, acabarán recurriendo a mano de obra más barata de otros lugares”, señala Uceda, quien recuerda que eso es ya lo que pasó después de que en junio de 1969 la dictadura franquista decidiese cerrar la verja. Sin embargo, el presidente de Ascteg no se quiere quedar anclado solamente en la cuestión puramente económica. Porque, dice, el hecho de que pueda establecerse una frontera dura también tiene otras implicaciones sociales. “Somos ciudades hermanas, vecinas. ¿Va a poder un abuelo ir a visitar, por ejemplo, a su nieto al otro lado de la frontera?”, desliza. Relaciones familiares estrechas a ambos lados en las que también hace hincapié Pérez-Periáñez. “Mi abuela era de Gibraltar y mis primos viven allí”, explica el empresario.
Por el momento, el Gobierno del Peñón ve posible que no haya fumata blanca antes de que finalice el año. “Las conversaciones se han ralentizado y es bastante posible que no tengamos acuerdo para el 31, pero no tenemos una fecha límite y, que yo sepa, tampoco el Gobierno español”, dijo este martes a Efe el ministro de Desarrollo Económico y Telecomunicaciones. Por parte del Ejecutivo español, la titular de Asuntos Exteriores señaló que se trabajará hasta el último minuto para evitar el choque, aunque descartó la posibilidad de parar el reloj después del jueves para continuar con las conversaciones. Laya, en sus intervenciones públicas, ha evitado pronunciarse sobre los escollos: “Cuando uno negocia en plaza pública es que ha dejado de negociar”. Según El País, el tira y afloja sigue atascado en el mismo punto que la semana pasada. España se abre a que sea la agencia europea de fronteras Frontex la que asuma el control de los viajeros en el puerto y aeropuerto del Peñón, evitando así la presencia de fuerzas de seguridad españolas en el territorio. Eso sí, estos trabajadores de Frontex deberán depender y reportar a las autoridades de España.
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