La inquietud en Izquierda Unida es creciente. Bases y dirigentes piden cabezas ya que paguen por el escándalo de las tarjetas. Pero no las hay aún. Ni aperturas de expediente ni, mucho menos, expulsiones. Tres reuniones de los órganos de dirección de la federación madrileña después, las responsabilidades políticas no están depuradas.
IU-CM quemó ayer miércoles un nuevo plazo. Se reunió por la tarde, durante cuatro horas, la Comisión Ejecutiva Regional, con el fin de estudiar las conclusiones de la comisión de investigación creada hace semana y media. Y se esperaba que hubiera toma de decisiones, porque la presión en el seno de la federación ha crecido, porque la dirección de Cayo Lara pedía agilidad y contundencia, y amenazaba con tomar las riendas si las pesquisas internas descarrilaban. Agua. Según relataron a infoLibre fuentes de la dirección y de la comisión de investigación, esta no propuso la adopción de sanciones contra ningún militante, porque esa es una "competencia de los órganos". La ejecutiva, sin embargo, se dio por enterada del análisis de sus compañeros policías y lo trasladó al órgano de dirección superior, la Presidencia Ejecutiva Regional (PER), que integran una setentena de cuadros, convocada para este viernes. A ella también llegará, previsiblemente, una "queja por las filtraciones a los medios" de los trabajos de la comisión.
"No se ha destituido aún a nadie, ni se ha abierto expediente, ni se ha dado de baja a nadie –aseguraban anoche fuentes oficiales–. Se deja para la Presidencia". "A ella se llevarán también las conclusiones de la comisión, que tienen como fin de mejorar el funcionamiento interno de IU, sus mecanismos de control", añadieron, lacónicamente, sin más precisión.
"Malditos, mil veces malditos"
La federación madrileña se ha envuelto en un palpable hermetismo. Sus dirigentes son conscientes del poder corrosivo del escándalo de las tarjetas, de cómo les sitúa del lado del PP y del PSOE –tres consejeros de administración de IU cargaron gastos a Caja Madrid con su visa black, entre ellos José Antonio Moral Santín, el segundo que más dinero consumió–, en una coyuntura además de enorme pujanza de Podemos, pero no tienen tan claro a quién apuntar como responsable político. A quién señalar con el dedo por haber amparado la conducta de los "malditos, mil veces malditos" (en palabras de Lara).
Moral Santín ya no es militante de IU, como tampoco lo es Rubén Cruz, otro de los hizo uso de la tarjeta B. No lo fue nunca Juan Gómez Castañeda. La federación, pues, no tiene a militantes que estuvieron en los consejos de administración de Caja Madrid y Bankia. Pero decidió montar una comisión de investigación para despejar, en primera instancia, por qué el equipo directo de Miguel Blesa pagó con la visa opaca el recurso que IU presentó contra una decisión del Gobierno de Esperanza Aguirre, en 2009, noticia desvelada por este diario.
Antero Ruiz, Ángel Pérez, Miguel Reneses
Ante los cinco miembros del órgano interno creado ad hoc han desfilado en los últimos días una veintena de afiliados y dirigentes. Entre ellos, quien elaboró aquella impugnación judicial, el abogado Juanma Vela –coordinador del grupo parlamentario en la Asamblea de Madrid la pasada legislatura–, quien estuvo directamente implicado en la negociación del relevo de la cúpula de la caja, Antero Ruiz, y los últimos coordinadores regionales. A saber, Ángel Pérez, líder de IU-CM desde 1993 a 2000 (y actual portavoz en el Ayuntamiento de la capital); Miguel Reneses, que dirigió la federación de 2000 a 2002; Fausto Fernández (2002-2004), Fernando Marín (2004-2008); los responsables de la coordinación colegiada que asumió las riendas hasta marzo de 2009; Gregorio Gordo, jefe de IU-CM desde 2009 a 2012 y Eddy Sánchez, todavía al mando. A esta nómina se suman los dirigentes que han llevado las finanzas de la organización en los últimos años, caso de Gerardo del Val.
Las dudas en los últimos días se centraban en si finalmente caería un cargo de segundo nivel, como podrían ser Ruiz (hoy vicepresidente tercero de la Asamblea, pero no miembro de la dirección) o Vela, un simple militante. O, si por el contrario IU-CM se atrevía a forzar la salida de los que han sido sus cancilleres durante años. La presión se inclinaba, en consecuencia, hacia Pérez, auténtico pope de la federación madrileña, y uno de los indiscutibles valedores de Moral Santín hasta la entrada en escena del escándalo de las tarjetas black, y también hacia Reneses. Este es un peso pesado aún mayor: es secretario de Organización federal (y por tanto, hombre de la absoluta confianza de Lara) desde 2008. Reneses era portavoz de Economía de la Asamblea en 2009, año de la firma de aquel recurso, el que estuvo en las negociaciones con el Ejecutivo de Aguirre para conferir estabilidad a Caja Madrid. Y el dirigente que hizo tándem con Pérez hasta que ambos rompieron su estrecha relación, hacia 2011. Por eso en IU algunos creen que una defenestración de uno podría llevar aparejada la del otro.
Todos esos nombres están sobre la mesa desde el comienzo de las indagaciones. Tras la creación de la comisión, el pasado 6 de octubre, y el arranque de sus trabajos, el día 7, se han reunido varios órganos regionales: la ejecutiva, el 8; el Consejo Político (el máximo escalón de poder), el 10, y otra vez la ejecutiva, ayer miércoles. Pero la situación pegó un giro notable el sábado 11. Entonces se citó la Presidencia Ejecutiva Federal (PEF), en la que se oyeron voces de dirigentes que pedían más contundencia a Lara, que expresaron su profundo malestar con el escándalo y la respuesta dada hasta ahora, que pedían cabezas ya, sin demora, por miedo a que el caso acabara arrollando las expectativas electorales de IU. Entre los que habló alto y claro fue el diputado Alberto Garzón, el hombre que tiene en sus manos el proyecto más delicado de toda IU: la convergencia con otras fuerzas y movimientos de izquierda. "Queremos picas y cabezas en la Puerta del Sol de Madrid –urgió–. Que caigan los corruptos y los responsables políticos de aupar a esos corruptos". Su idea central fue esta: "Limpiar la organización para limpiar el país". Si no, advirtió, ningún mensaje de la federación será creíble.
La presión del federal
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Garzón situó en el disparadero a su mayor rival dentro de la dirección federal en la que él se sienta, Reneses. No sólo él lo ha mentado en los últimos días. Esta semana, Jorge Fernández, coordinador en Ciudad Real, pidió su dimisión. No se trataba sólo de la opinión de un líder provincial. Ciudad Real es la tierra natal de Lara y Castilla-La Mancha, la federación que él pilotó desde 2000 a 2008.
Gracias a la presión de Garzón, quien es visto por muchos como el sucesor natural de Lara, y el empuje de varios dirigentes, la PEF aprobó una dura resolución [consúltala aquí en PDF] por la que la dirección federal se comprometía a tomar cartas en el asunto si fracasaba la comisión de investigación de IU-CM y no se adoptaban decisiones rápido: "IU federal en el marco de sus competencias y junto a IU Madrid, velará por que en ningún caso se frustre la investigación de la comisión de investigación de IU Madrid y mandata a la Comisión Ejecutiva Federal para hacer efectivo este acuerdo". El instrumento que utilizará Olimpo, la sede federal, será la comisión de transparencia, integrada por cuatro responsables de primer nivel (Ramón Luque, Lola Sánchez, Antonio Cortés y Manuel Fuentes). Se prevé que esta se reúna en las próximas horas con el órgano interno de IU Madrid para trabajar juntos en la solución.
IU no tiene fácil salir de un endemoniado laberinto. Muchos consideran que es necesario sajar para dejar claro ante los ciudadanos –y votantes, quedan siete meses para los comicios municipales y autonómicos– que la vieja IU murió y para ello es necesario decapitar a los principales jefes. Otros prefieren la prudencia. Pero lo cierto es que todos los partidos están moviéndose. El más rápido, hasta ahora, el PSOE, que expulsó cautelarmente el martes a 10 militantes implicados en el escándalo de las tarjetas, y otros seis se habían dado de baja voluntariamente. El PP enseña la puerta de salida a quien fuera vicepresidente de José María Aznar, Rodrigo Rato. IU todavía maneja sus tiempos.
La inquietud en Izquierda Unida es creciente. Bases y dirigentes piden cabezas ya que paguen por el escándalo de las tarjetas. Pero no las hay aún. Ni aperturas de expediente ni, mucho menos, expulsiones. Tres reuniones de los órganos de dirección de la federación madrileña después, las responsabilidades políticas no están depuradas.