Pocas ‘terceras dosis’ y nuevos linajes del virus: las claves de una séptima ola ‘invisible’ pero menos grave
Como una especie de día de la marmota, el verano de 2022 ya se ha convertido en el verano de 2021. Los contagios por covid-19 han vuelto, otra vez. A pesar de que el Ministerio de Sanidad y las comunidades dejaron de contabilizar todos los casos positivos a finales del pasado mes de marzo, la incidencia acumulada de los mayores de 60 años —que es la que sí se ve— ha experimentado un crecimiento que, no obstante, es solo la punta del iceberg. "La incidencia es muchísimo más alta que la que tenemos oficialmente. Si los mayores, que son los que más se cuidan, se están contagiando, los jóvenes también", apunta María José Campillo, miembro de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) y médico en Murcia. Pero no todo es malo: según apuntan los expertos, la gravedad de los casos es mucho menor que antes.
Pero, ¿qué está pasando ahora exactamente y qué nos espera este verano? Desde hace apenas unas semanas estamos atravesando una séptima ola que ya se ha bautizado como "invisible", precisamente, por la ausencia de datos reales que muestren la magnitud de su impacto. Para Campillo, sin embargo, se trata de la octava. "En marzo y abril tuvimos un pico de pacientes que luego bajó. Ahora, desde hace 15 días, ha vuelto a subir", explica. En cualquier caso, los datos están ahí: según el último informe del Ministerio de Sanidad, publicado el martes 12 de julio, la incidencia acumulada en mayores de 60 años en los últimos 14 días asciente a 1.255 casos por cada 100.000 habitantes. A finales de junio se situaba, en cambio, en 841; hace un mes, el 14 de junio, en 589.
¿Por qué ha crecido tan rápido? Hay varias causas. La puramente epidemiológica tiene que ver con la aparición de los llamados sublinajes BA.4 y BA.5 de la variante ómicron, que ya se mostró más contagiosa en la sexta ola navideña. Ahora, tras esta mutación, todavía lo es más, como confirma el epidemiólogo y exdirector de Acción Sanitaria en situaciones de crisis de la OMS Daniel López Acuña. Según Sanidad, ambos sublinajes "han ido aumentando progresivamente su prevalencia a nivel global". En España, según los datos que maneja el departamento de Carolina Darias, representan entre el 59,8% y el 91,3% de los casos, dependiendo de cada comunidad autónoma.
El problema que presentan BA.4 y BA.5 es que, aunque son menos graves, como confirma Sanidad, son más transmisibles y tienen una "mayor capacidad de escape inmune que variantes previas". ¿Qué quiere decir esto? Que aun estando vacunado o aun habiendo pasado la enfermedad, cualquiera puede contagiarse.
A esto se suma, como dice López Acuña, el frenazo que se le ha puesto a la vacunación de las terceras dosis, algo necesario en lo que hay que insistir, dice. "No tenemos una cobertura suficiente con las dosis de refuerzo. Todavía hay 15 millones de personas que no la tienen, y esto es una tarea más que prioritaria sobre la que hay que sensibilizar", apunta.
Según los últimos datos disponibles, hay un 92,7% de mayores de 12 años que tiene la pauta completa, pero solo un 53,8% con dosis de recuerdo. Por grupos de edad, son los más jóvenes los que todavía no han ido a recibir su tercer pinchazo: entre 18 y 19 años solo se ha la puesto un 27,98%; entre 20 y 29, un 41%. Si se observa a los mayores de 70, el 92,52% ya tiene su dosis de refuerzo.
¿Y la cuarta dosis?
A pesar de estas cifras, el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) y la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) han recomendado comenzar ya con la administración de la segunda dosis de refuerzo en mayores de 60 años y personas vulnerables de cualquier edad. Es decir, administrar el cuarto pinchazo. Ya en abril, ambos organismos recomendaron que las personas mayores de 80 años fuesen de nuevo vacunadas, algo que se podría extender a personas de entre 60 y 79 años si había un "resurgimiento significativo" de las infecciones.
Pero en España todavía no estamos en esa fase, aunque sí se ha planteado. De hecho, la propia ministra de Sanidad afirmó con rotundidad hace un mes que "habrá cuarta dosis para toda la población", ya que así lo había "decidido ya la Comisión de Salud Pública". Desde su departamento, en cambio, la desmintieron asegurando que no había "fecha determinada" para que eso ocurriera. La estrategia de Sanidad, añadieron, pasa por empezar a administrar el cuarto pinchazo a los mayores de 80 años en una fecha aún indeterminada —aunque Darias dijo este jueves que septiembre le parecía "buen momento"— y después "ir bajando de grupo de edad a medida que vaya evolucionando la situación". Como se ha hecho hasta ahora, en resumen.
López Acuña, por otro lado, también opina que otro factor que ha influido en el incremento acelerado de los contagios tiene que ver con la relajación de las medidas. "La situación se está dando en toda Europa, y también en Norteamérica y Suramérica, por lo que la Organización Mundial de la Salud ya ha dicho que hay que ser especialmente cautelosos con el diagnóstico precoz, el rastreo y el uso de medidas de protección", señala. En España, desde el pasado 20 de abril, la mascarilla solo es obligatoria en el interior de los transportes públicos y en centros sociosanitarios. En otras circunstancias no es necesaria, aunque sí recomendable en las aglomeraciones, aunque sea al aire libre.
Según el epidemiólogo, esta decisión se tomó demasiado rápido. Igual que la de no contabilizar todos los contagios y la de solo realizar test a los mayores y a las personas con alguna enfermedad. "Fue un error. Se optó por gripalizar la pandemia y se optó por una gestión demasiado permisiva", critica, insistiendo además en que la inmunidad, ya sea por vacunas o por la enfermedad, tiene fecha de caducidad. "Creo que la séptima ola se ha originado por una tormenta perfecta: nuevas variantes, decaimiento de la inmunidad, menos protección y gestión muy permisiva", lamenta.
Los servicios sanitarios, colapsados (aunque no por covid)
Y esto ocurre, además, con una presión "brutal" en las urgencias hospitalarias, según dice Campillo. Pasa en Madrid, donde el déficit de personal en atención primaria y el cierre de los SUAP han colapsado los grandes hospitales, pero también en Galicia, en la Comunitat Valenciana o en Cataluña. Con el cierre de camas por el verano en el horizonte, además, la situación no es demasiado halagüeña. "La presión está siendo horrorosa. En centros de salud y en urgencias, tanto hospitalarias como extrahospitalarias", lamenta la doctora, que destaca no obstante que la saturación no tiene relación con el aumento de los contagios, puesto que estos son más leves.
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Se ve en los datos. Según los últimos de Sanidad, la tasa de ocupación es del 10,58% de las camas en planta y del 5,72% de las camas para enfermos críticos. Hace un año, antes de la llegada de ómicron, las camas ocupadas en UCI alcanzaban el 14,1% y las de planta el 6,6%. "Los servicios sanitarios no están al borde del colapso por los contagios, sino porque no hay médicos", lamenta Campillo.
Y en otoño, ¿qué?
Como en las seis anteriores, la séptima ola descenderá. Madrid y Cataluña, de hecho, ya han asegurado que se ha superado el pico, aunque otras autonomías como la Comunitat Valenciana lo prevén para dentro de algunos días. En cualquier caso, y como ya sabemos, es probable que llegue la octava ola —la novena para Campillo. "Las olas se sucederán hasta que el virus se estabilice y no mute más", señala la doctora de la CESM. Cuándo ocurrirá, no se sabe.
"Es previsible que en otoño haya otra ola estacional", dice López Acuña, que advierte de que mientras la incidencia acumulada siga siendo alta "se generarán nuevas variantes más contagiosas y con más tolerancia a las vacunas, como ha pasado ahora". Por eso, insiste, "no es momento ni de negar la existencia de la séptima ola, ni de pensar que la pandemia ha terminado ni de quedarse cruzado de brazos". Los casos son menos graves, pero es necesario seguir teniendo cuidado, sentencia.