La incidencia del covid está subiendo en Europa. Por ahora, Portugal, Italia y, sobre todo, España resisten el envite: los casos aumentan, pero a un ritmo menor que el de otros países del continente. Los medios alemanes hablan de "la epidemia de los no vacunados": hay una correlación no exacta, pero sí válida, entre el porcentaje de inmunizados con la pauta completa y el rebrote. El éxito abrumador de la campaña vacunal española da ventaja al país no solo a nivel de transmisión, también a nivel de impacto, pero los expertos llaman a no confiarse porque sabemos aún demasiado poco sobre el virus. Tres comunidades (Aragón, Euskadi y Comunitat Valenciana) tienen una tasa de positividad (positivos/total de test realizados) por encima del 5%: el baremo sobre el cual, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la pandemia no está controlada.
Este jueves, la incidencia (casos/100.000 habitantes) a 14 días alcanzó los 67 puntos. No son datos de "nueva normalidad", según los criterios del Ministerio de Sanidad, pero tampoco especialmente preocupantes, dado que la relación entre esta cifra y el impacto en hospitalizaciones y muertes es mucho más leve gracias a las vacunas. En todo caso, la epidemiología, aunque cada vez con más cautela, sigue teniendo que mirar al futuro. Y la situación en Europa llama a prepararse. Países como Bélgica (965 de IA/14 días), Países Bajos (723), Reino Unido (770), Alemania (406) y la mayoría de los países del Este sufren cifras propias del descontrol, semanas después de acabar con las restricciones. De ese grupo, solo Bélgica ha alcanzado el 70% de vacunados, que tampoco es suficiente dadas las capacidades de la variante delta predominante. España está en el 78,9% de vacunados con pauta completa con respecto al total de la población, teniendo en cuenta que los menores de 12 aún no se pueden vacunar. Entre la población diana, la penetración del suero es de un espectacular 90,5%.
Reino Unido, el país del continente que más pruebas de covid realiza a su población, argumenta que sus números son fruto de su exhaustiva vigilancia: si buscas, encuentras. Es, de hecho, lo que ha esgrimido Gibraltar para justificar su diferencia con respecto a la limítrofe Cádiz. Los epidemiólogos, sin embargo, desconfían de que este factor por si solo sirva para explicar la brecha en positivos por covid entre la Europa mediterránea y el resto. La positividad del país en general se mantiene por debajo del 5% que recomienda la OMS: 3,38%. Se hacen menos tests que en julio, fecha del último gran rebrote: pero no demasiado pocos. Sin embargo, Aragón, Euskadi y Comunitat Valenciana lo superan, lo que puede ser indicativo de que el rastreo, realmente útil en contextos de baja circulación, vuelve a fallar. Aunque una hipotética sexta ola no vuelva a ser devastadora, es necesario controlarla.
"Las cifras de positividad no son altas", valora el epidemiólogo y portavoz de la Asociación Madrileña de Salud Pública (Amasap) Fernando García. "Pero hay tres comunidades que no están tan bien. Este parámetro lo ideal es que esté lo más bajo posible. Sobre todo porque ahora hay muchos más casos de infecciones respiratorias que pueden confundirse con el covid y puede hacer que se infranotifique". El dato tampoco es excesivamente bueno: solo cuatro comunidades están por debajo del 2%, que la OMS valora como óptimo. El especialista en Salud Pública Mario Fontán comparte el diagnóstico, pero no cree que estos números permitan esgrimir que en España la incidencia es tan baja porque no se hacen pruebas: "Nos encontramos en unos niveles de test que nos permitiría detectar un aumento drástico de casos nuevos".
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Sin embargo, hay que mejorar el rastreo para prepararse para lo que pueda estar por venir. Un comentario aparecido en The Lancet la semana pasada apuntaba la posibilidad, ante la baja incidencia española, de que el país haya alcanzado de verdad la inmunidad de grupo: Fontán lo cree muy poco probable. Insiste en lo que los inmunólogos llevan insistiendo semanas: "Tal y como se teorizó, ese concepto no aplica para esta enfermedad". Ahora mismo estamos bien, pero la efectividad de la vacuna puede decaer, probablemente manteniendo la resistencia ante los casos graves pero aumentando los casos leves y medios, lo que dispara la circulación. "La situación es muy buena por diversos factores pero en un mes no puede ser igual de buena", siempre teniendo en cuenta que nunca más llegaremos a los escenarios dantescos de las tres primeras olas.
Por lo tanto, la vigilancia epidemiológica sigue siendo clave, para que el aislamiento y la trazabilidad de contactos ayuden a contener un posible aumento de positivos. "Es una equivocación abandonar el rastreo", asegura García. "Estas medidas de salud pública clásicas hay que hacerlas siempre, hay que seguirlas haciendo, para no volver a la transmisión comunitaria", incide el experto.
Nadie descarta una vuelta a las restricciones, como está pasando en otros países de Europa, aunque por ahora no se barajan gracias a la exitosa campaña de vacunación. Para Fontán, lo primero en volver debería ser lo que está demostrado que tiene influencia en la incidencia: el aforo y las limitaciones en los interiores mal ventilados. Aún es pronto, pero más vale prevenir que cerrar, así que todo indica que la mascarilla en estos espacios –la principal actuación aún vigente– seguirá durante unos meses. También el control epidemiológico exhaustivo.