Los policías españoles de la Comisaría General de Información no daban crédito. Acababan de comprobar que Josu Ternera se esfumaba delante de las narices de un grupo de intervención de la Policía Judicial francesa. Eran las 6.15 horas del 17 de julio y los geos galos se iban de vacío de la residencia del histórico dirigente etarra y exdiputado de Euskal Herritarrok cerca del Val d'Aran.
José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea, Josu Ternera, a quien la noche anterior los policías habían visto entrar en su casa-granja del pequeño pueblo de Durban-sur-Arize (60 habitantes), no estaba en la cama junto a su compañera Agnes Cerlo. Tan solo había dos caminos de salida de la casa y los dos estaban cubiertos por agentes. El Grupo de Intervención había realizado minutos antes varios disparos intimidatorios al entrar en el domicilio, una práctica habitual a la hora proceder a detener a presuntos terroristas.
Todo el protocolo policial se había realizado de manual y Ternera no aparecía por ningún lado. Se procedió a un registro minucioso de la casa. Y nada. La Policía francesa procedió entonces a registrar la granja más cercana por si Ternera había logrado detectar a la Policía y había logrado refugio.
La sorpresa fue mayúscula cuando los granjeros reconocieron perfectamente a Ternera, pero no por su identidad real, sino como el profesor de historia español que vivía con Agnes Cerlo, un convecino que residía en el pueblo desde hacía seis años y que tenía una hija de dos años. El dato de la hija no ha podido ser cotejado ya que Ternera tiene una nieta de una edad similar y eso ha generado cierta confusión.
¿Qué había pasado? Los granjeros de Durban-sur-Arize desvelaron muy pronto a la Policía el engima: "el español" acostumbraba a salir de casa a diario a las 5.00 horas para practicar deporte por el monte, bien andando o en bicicleta. Por eso el etarra no estaba en casa a esa hora. Y es que en Francia las detenciones no se pueden producir por la noche, según establece la ley. La Policía espera a que amanezca para practicarlas. Y eso lo sabe muy bien un perro viejo como Ternera.
En forma para mantener una rutina de seguridad
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La Policía cree ahora que el presunto terrorista reclamado por el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza pudo escuchar desde el monte la irrupción con disparos de los geos franceses en su vivienda. Y que Ternera que se dio inmediatamente a la fuga monte a través. Es la explicación lógica a una fuga que ha puesto de manifiesto que el dirigente etarra se mantiene en forma, no sólo física, sino también a la hora de mantener una rutina de seguridad que le salve de caer en manos de las Fuerzas de Seguridad.
El registro de la vivienda dio como resultado la incautación de dos ordenadores y un teléfono móvil. No estaba ni el arma reglamentaria que los etarras tienen según su manual interno ni tampoco había rastro de dinero. La Policía española está convencida de que el metódico Ternera disponía de un zulo de urgencia en las inmediaciones para ser utilizado situaciones de crisis.
Llegar hasta esa granja de la localidad francesa había supuesto dos años de investigación por parte de la Comisaría General de Información, que se concretó en un control 24 horas durante varios dias hasta cotejar la identidad de Ternera. Pero un hábito de veterano militante en la clandestinidad –que le llevaba a abandonar su casa a las cinco de la mañana– había dado al traste con la operación.
Los policías españoles de la Comisaría General de Información no daban crédito. Acababan de comprobar que Josu Ternera se esfumaba delante de las narices de un grupo de intervención de la Policía Judicial francesa. Eran las 6.15 horas del 17 de julio y los geos galos se iban de vacío de la residencia del histórico dirigente etarra y exdiputado de Euskal Herritarrok cerca del Val d'Aran.