El ultranacionalismo se mira en el espejo: las propuestas indistinguibles de Vox y Aliança Catalana

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Cierre de fronteras a los extranjeros, educación monolingüe, bajada generalizadas de impuestos, adelgazamiento radical de la administración, proteccionismo económico, descalificación de las políticas verdes, más policía para luchar contra la delincuencia, desalojo exprés de okupas. No, no es el programa electoral de Vox. Son algunas de las propuestas de Aliança Catalana (AC), el partido independentista de extrema derecha al que algunas encuestas sitúan muy cerca de alcanzar representación en el Parlamento de Cataluña en las elecciones del próximo domingo.

Las coincidencias programáticas entre los dos partidos son innumerables. Y retratan a las dos formaciones como dos gotas de agua en el océano del discurso dominante entre los ultras europeos. 

Ambas son ultranacionalistas, aunque Vox lo sea en defensa de la “inquebrantable” unidad de España y AC de una “irrenunciable” declaración unilateral de independencia, esta vez sin marcha atrás. Y las diferencias son muy pocas. Apenas destacan dos: Aliança Catalana reconoce la existencia de violencia de género y declara su respeto a todos los modelos de familia. Vox, en cambio, discute que las mujeres sean víctimas de violencia por el hecho de ser mujeres y rechazan la homologación de las familias formadas por padres o madres del mismo sexo. La lideresa de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, defiende el derecho al aborto. Santiago Abascal lo quiere prohibir.

A partir del ahí, el resto de sus propuestas son coincidentes. Una identidad de criterio muy llamativa. AC, por ejemplo, propone un cierre de fronteras para frenar la inmigración, relaciona a la población extranjera con la delincuencia, defiende la prioridad de los catalanes en las ayudas sociales y propone multiplicar la presencia policial en toda Cataluña. Todo muy parecido a lo que defiende Vox en toda España. Un enfoque que ahora ha abrazado también el PP.

El partido de Orriols, que ha incluido en sus listas a un concejal de Junts, antiguos cargos de ERC y excandidatos de PSC y PP,s defiende abiertamente un modelo de expulsión como el que el Reino Unido trata de poner en marcha, subcontratando la acogida a países de África y Oriente Medio.

Aliança Catalana todavía no tiene cuatro años de vida y ya se asoma al Parlament. Nació en Ripoll (Girona), de la mano de Silvia Orriols, actual alcaldesa de la localidad. Orriols, de 39 años, diplomada en Biblioteconomía y Documentación por la Universidad de Vic, madre de familia numerosa —tiene cinco hijos— y administrativa en una empresa privada hasta su llegada a la política profesional, hizo de la combinación de ideas islamófobas y xenófobas y propuestas radicalmente independentistas una fórmula de éxito en su ayuntamiento. Un logro que ahora quiere repetir en las elecciones catalanas haciéndose un hueco en el nuevo Parlament.

Su número dos es Jordi Aragonès, primo del president de la Generalitat y candidato de Esquerra, Pere Aragonès, que se ve a sí mismo como el Steve Bannon catalán (el agitador que diseñó el movimiento social y político que desembocó en la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos). Historiador de formación y profesor de secundaria de profesión, él es el que ha elegido el cuádruple mensaje con el que AC se dirige estos días a los electores: defensa de la independencia, reducción de impuestos, proteccionismo económico y rechazo a la inmigración.

Los dos, Orriols y Aragonès, llevan años militando en el independentismo radical y la defensa de la identidad amenazada que ahora nutre el discurso de los ultras de toda Europa. Ambos son, además, hijos de la decepción tras la fallida independencia de 2017 y de la manera en que Carles Puigdemont, el líder de Junts, gestionó después el movimiento soberanista.

Como Vox, Aliança Catalana considera puro marketing las políticas de defensa del medio ambiente y da prioridad a la economía. Defiende “políticas proteccionistas” para proveer a la industria catalana “del dumping laboral, fiscal, regulador y ecológico que suponen las economías del tercer mundo”. Y propone una rebaja generalizada de impuestos.

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 Como sus homólogos en España, los ultras catalanes ponen el acento en la inseguridad ciudadana y, para solucionarlo, hacen la misma apuesta: más policías en las calles. “Aumentaremos la presencia policial fija y visible en zonas problemáticas, como estaciones de transporte público, centros comerciales y zonas de ocio nocturno, para incrementar y disuadir comportamientos incívicos y delictivos, delincuentes, ocupantes ilegales, gente incívica y MENAs (sic)”.

En línea con el partido de Santiago Abascal, Aliança pone en la diana la ocupación, da prioridad a los desalojos “inmediatos” y relaciona este fenómeno con la inmigración. Igual, por cierto, que está haciendo estos días Alberto Núñez Feijóo. Por eso, y para descongestionar las cárceles, explica su programa, propone “la expulsión inmediata de delincuentes extranjeros”.

 El adelgazamiento de la administración también es otra de sus prioridades. Como Vox, proclaman las bondades de mantener e impulsar la energía nuclear para garantizar “la independencia energética” de Cataluña, así como por implantar en la política un modelo de decisión sobre asuntos públicos apoyado en referéndum.

Cierre de fronteras a los extranjeros, educación monolingüe, bajada generalizadas de impuestos, adelgazamiento radical de la administración, proteccionismo económico, descalificación de las políticas verdes, más policía para luchar contra la delincuencia, desalojo exprés de okupas. No, no es el programa electoral de Vox. Son algunas de las propuestas de Aliança Catalana (AC), el partido independentista de extrema derecha al que algunas encuestas sitúan muy cerca de alcanzar representación en el Parlamento de Cataluña en las elecciones del próximo domingo.

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