Lo que une a Gernika con Bucha: acusaciones de "montaje" y de ataque de "hordas rojas"

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Desde que estalló la guerra en Ucrania, las intervenciones de su presidente, Volodimir Zelenski, han logrado marcar la agenda política de Occidente. Da igual a quién se dirija. Siempre tiene un discurso perfectamente medido, cargado de referencias históricas que calan de forma directa sobre políticos y ciudadanos. En suelo británico, haciendo mención a la defensa frente a la Alemania nazi. En suelo germano, evocando el Muro de Berlín. En Estados Unidos, recordando el ataque japonés sobre Pearl Harbor. Este jueves, le tocó el turno a España. Durante unos minutos, el presidente ucraniano intervino por videoconferencia en el Congreso de los Diputados. Lo hizo pocas horas después de conocerse la matanza en Bucha. Y, como era de esperar, hubo referencia histórica: "Estamos en abril de 2022 pero parece que estamos en abril de 1937 cuando todo el mundo conoció Gernika".

Es cierto que la comparación, desde el punto de vista histórico, no es acertada. Al fin y al cabo, ambas contiendas presentan importantes diferencias. Al fin y al cabo, resaltan los distintos historiadores, el contexto no es para nada comparable en ambos casos. Y eso es evidente. "Lo que ocurría por aquel entonces era una Guerra Civil internacionalizada, mientras que lo que estamos viendo ahora es una guerra internacional entre dos Estados diferentes", señala el historiador Ángel Viñas. Es algo en lo que abunda Gutmaro Gómez Bravo, director del Grupo de Investigación Complutense de la Guerra Civil y del Franquismo (Gigefra): "Una cosa es una invasión y otra distinta es la intervención de dos potencias a favor de un bando en una guerra civil". "Al final, lo que pretende es tocar la tecla con estos ecos históricos. Y en España, lo hace con Gernika", resalta el historiador Enrique Moradiellos.

Pero más allá de esta diferencia fundamental, de peso, lo cierto es que recurrir al bombardeo de la localidad vasca después de lo acontecido en Bucha parece un gesto perfectamente medido. Básicamente, porque ambos acontecimientos guardan algunas semejanzas. La primera, la que tiene que ver con las víctimas. Las imágenes tomadas en la localidad cercana a Kiev muestran decenas de civiles asesinados repartidos por toda la urbe. Hombres, mujeres y niños que nada tenían que ver con el conflicto como a los que se arrebató la vida en la localidad vasca hace más de ocho décadas. "Lo de Gernika fue un ataque indiscriminado contra la población civil con la que se pretendía destruir la voluntad de resistencia", resalta Viñas. Primero fueron bombas incendiarias. Luego, disparos desde el aire contra una población completamente desconcertada.

Y tras la atrocidad, se abrió la batalla por controlar el relato. Como ahora en el Este de Europa. Y como sucede, realmente, en cualquier guerra. Luis Iriondo, uno de los supervivientes de la masacre, recordaba perfectamente hace unos años en conversación con infoLibre cómo los franquistas consiguieron sembrar la idea de que aquello era obra de los rojos. Y lo explicaba a través de una conversación que mantuvo con un tipo cuando regresaba a Bilbao una vez tomada la ciudad. "Le dijimos que éramos de Gernika y que habíamos tenido que huir tras el bombardeo. Él se puso el dedo en la boca y nos dijo: ‘No digáis bombardeo porque dicen que han sido los rojos los que han dado fuego al pueblo’. ¡Pero si nosotros estuvimos allí y lo vimos! 'No lo digáis porque os pueden castigar".

"El franquismo se dedicó desde el día siguiente a orquestar una campaña para responsabilizar de lo sucedido a los dinamiteros asturianos primero y luego a un grupo terrorista vasco. Una campaña que mantuvo hasta el final", cuenta Viñas. Lo hicieron, por supuesto, con ayuda de los medios de comunicación, tal y como recopila Javier Ortiz Echagüe en «Esto no es Guernica...». Fotografías en prensa de la destrucción de Guernica durante la guerra civil española. El 8 de mayo de 1937, por ejemplo, la revista Fotos publicó un reportaje con el siguiente titular: "¡Que lo sepa todo el mundo! Barbarie marxista en Guernica". La misma versión en la que insistía ese mismo mes otra publicación gráfica franquista, Vértice: "Como la más trágica estampa del vandalismo rojo, el esqueleto ennegrecido de lo que fue Guernica, ofrece al mundo un alegato incontrovertible del sadismo marxista".

"La han convertido en ruinas las hordas rojas"

También los diarios martilleaban con esa misma versión. "No hubo bombardeo en Guernica y sí destrucción por parte de los rojos", recogía La Nueva España. "Guernica está destruida por el incendio y la gasolina. La han incendiado y la han convertido en ruinas las hordas rojas al servicio criminal de Aguirre, presidente de la república de Euskadi", recogía el 29 de abril el Diario de Burgos. Solo habían pasado tres días desde el bombardeo efectuado por la aviación alemana e italiana. Esa que los franquistas negaban que estuviera en España: "No hay aviación alemana ni extranjera en la España nacional. Hay aviación española. Noble y heroica aviación española, que lucha constantemente con aviones rojos que son rusos y franceses y conducen aviadores extranjeros".

Zelenski, ante el Congreso: "Parece que estamos en 1937, cuando el mundo conoció Gernika"

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Mientras, algunos medios responsabilizaban del ataque contra población civil a aeronaves germanas. Destacan las crónicas de George Lowther Steer para The Times y The New York Times. "El bombardeo de esta localidad abierta, muy alejada de las líneas, se prolongó exactamente durante tres horas y cuarto, durante las cuales una poderosa flota de aviones, consistente en tres modelos alemanes –bombarderos Junker y Heinkel y de combate Heinkel–, no dejaron de descargar sobre la ciudad más de mil libras de bombas, y se calcula que más de 3.000 proyectiles incendiarios. Los aviones de combate, mientras, planearon a baja altura sobre el centro de la ciudad para disparar a aquellos civiles que habían buscado refugio en los campos", se recogía en una de sus crónicas, publicada en el rotativo estadounidense pocas horas después de la masacre.

Ahora, ocho décadas después, la batalla por controlar la información sobre lo que sucede en Ucrania es igual de intensa. En relación con Bucha, los ucranianos responsabilizan a los soldados rusos de las ejecuciones en la localidad. Desde Moscú, sin embargo, aseguran que no se tocó a la población. "Fue un montaje", decía hace algunas horas su embajador ante la ONU, Vasili Nebenzia, quien afirmó que sus soldados abandonaron la ciudad y luego aparecieron los cuerpos. Un mensaje que repiten por activa y por pasiva los medios rusos.

Sin embargo, de nuevo The New York Times, pone en entredicho esa versión. Lo hace a través de imágenes de satélites que mostrarían cómo los cuerpos llevaban en la carretera desde mediados de marzo, cuando las tropas rusas todavía ocupaban la ciudad. "Los rusos se están comportando igual que Franco se comportó en el caso de Gernika", sentencia Viñas.

Desde que estalló la guerra en Ucrania, las intervenciones de su presidente, Volodimir Zelenski, han logrado marcar la agenda política de Occidente. Da igual a quién se dirija. Siempre tiene un discurso perfectamente medido, cargado de referencias históricas que calan de forma directa sobre políticos y ciudadanos. En suelo británico, haciendo mención a la defensa frente a la Alemania nazi. En suelo germano, evocando el Muro de Berlín. En Estados Unidos, recordando el ataque japonés sobre Pearl Harbor. Este jueves, le tocó el turno a España. Durante unos minutos, el presidente ucraniano intervino por videoconferencia en el Congreso de los Diputados. Lo hizo pocas horas después de conocerse la matanza en Bucha. Y, como era de esperar, hubo referencia histórica: "Estamos en abril de 2022 pero parece que estamos en abril de 1937 cuando todo el mundo conoció Gernika".

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