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ACOSO A UNA JUEZA

Victoria Rosell, un caso de ‘lawfare’ de libro que persigue a la jueza incluso después de dejar la política

La delegada del Gobierno Contra la Violencia de Género, Victoria Rosell.

El exjuez Salvador Alba, actualmente en prisión tras ser condenado a seis años de cárcel por conspirar contra la exdelegada del Gobierno contra la violencia de género y también jueza Victoria Rosell, presentó el pasado año una querella contra el director del medio de comunicación Canarias Ahora y pareja de Rosell, Carlos Sosa, a quien acusa de tres delitos continuados de revelación de secretos, además de uno de odio. Un juzgado de Madrid ha decidido abrir juicio oral contra el periodista y le exige una fianza de 422.500 euros, la misma cantidad que reclamaba el exjuez en su escrito de acusación, además de 23 años de cárcel.

Según Alba y su esposa, Teresa Lorenzo, las informaciones que publicó Canarias Ahora sobre la conspiración que él dirigió tenían como objetivo hundir su reputación. En la querella afirma que se publicaron datos médicos personales y tanto él como Lorenzo sufrieron insultos que acabaron afectando también a su hija pequeña. Sin embargo, la Fiscalía avala que todas las informaciones fueron veraces y que primó el interés informativo, además de que no se reveló ningún tipo de información confidencial del exmagistrado y su familia.

Rosell recuerda que ya desde el principio Alba, en complicidad con el entonces ministro de Industria y presidente del Partido Popular canario, José Manuel Soria, utilizó a su pareja para ir a por ella. "Fue una persecución contra los dos", señala en conversación con infoLibre. A su juicio, el objetivo de Alba ahora no es únicamente "vengarse" de ella y de Sosa, sino también "amordazarle" a él por su condición de periodista: "Me parece que la gente calificaría de inimaginable que cualquier otro delincuente desde prisión acusara a las víctimas de sus delitos por contar lo que hizo".

La jueza recalca el apoyo de su familia, incluidas sus dos hijas, "que cuando empezó la persecución de Alba, en 2015, tenían 13 y 15 años": "Esto es muy propio del crimen organizado. Si no pueden acabar contigo porque eres una persona íntegra, van a por tu familia. Y entonces te lo piensas. Te lo reconozco, entonces sí que flaqueas", señala. Ahora es Alba el que asegura, en su querella, que Sosa hizo daño a su hija. "Lo que le hizo daño fue que su padre fuera un delincuente", reflexiona Rosell. "Él nunca pensó en mis hijas. Yo sí. Yo sí siento empatía por esa niña, pero es que su padre es un delincuente", reitera.

De caso Rosell a caso Alba

La historia de Salvador Alba se remonta a hace casi una década. Alba fue quien relevó a Rosell cuando ésta dio el salto a la política nacional de la mano de Podemos. A finales de 2015, el juez, que llevaba años intentando acceder a cargos de gran relevancia –quiso ser presidente del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) y sonó en dos ocasiones para el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ)–, tomó posesión en el Juzgado de Instrucción número 8 de Las Palmas de Gran Canaria. Allí se hizo cargo, entre otras, de la causa que la jueza había estado instruyendo contra el empresario Miguel Ángel Ramírez, presidente de la UD Las Palmas y administrador de Seguridad Integral Canaria (SIC), por delitos contra la Hacienda Pública.

El 16 de marzo de 2016, el juez Alba y el investigado Ramírez se reunieron en el despacho del primero. Y allí, en secreto, prepararon lo que debía decir el empresario en la siguiente comparecencia en sede judicial para sostener las acusaciones contra Rosell. Alba, según declaró probado el Supremo, intentó inculpar a Rosell y Sosa a través de la manipulación de la declaración de Ramírez. El objetivo era que alguna acción judicial contra la magistrada, ya fuera una querella del ministro José Manuel Soria o una investigación de la Fiscalía, saliera adelante y cortara su trayectoria pública.

Una investigación que terminó convirtiéndose en la punta de lanza de la operación que se construyó contra la exdelegada del Gobierno contra la Violencia de Género. Un caso Rosell, difundido a bombo y platillo por determinados medios de comunicación, por el que la jueza se vio obligada a dejar la primera línea política, y que finalmente pasó a ser el caso Alba. El Tribunal Supremo confirmó en noviembre de 2021 la pena de seis años y medio de prisión y 18 de inhabilitación contra Salvador Alba por los delitos de prevaricación judicial, cohecho y falsedad en documento oficial. Durante años, logró retrasar su entrada en prisión, hecho que finalmente se produjo en octubre del pasado año.

Rosell está de vuelta a la carrera judicial y confiesa que todavía le "impresiona" un poco porque "era un espacio profesional que compartía lamentablemente con el juez Alba y donde todavía están quienes han sido sus compañeros durante años, entre ellos su mujer, y ahora son los míos". Sin embargo, Rosell asegura que "hasta quienes fueron sus más acérrimos defensores, tienen claro quién es el delincuente y quién la víctima".

Rosell: "Mi caso es el capítulo más claro de lawfare de nuestra historia actual"

La exdelegada del Gobierno contra la violencia machista afirma que la de Alba es "una venganza" de "alguien que siempre ha utilizado las demandas y las querellas para amedrentar a los demás abusando de su condición de juez": "Es un hombre que se ha valido de la toga como arma para retorcer la ley y amedrentar a quien decía la verdad y lo llamaba corrupto". A su juicio, lo que busca Alba ahora es hacerles daño porque tanto ella como Sosa han "sido las piezas fundamentales para que él esté en prisión" pese a que, durante el procedimiento, "hubo muchos intentos de que lo dejáramos pasar y llegáramos a un acuerdo, de que tomáramos algún atajo".

Rosell considera su caso es el "capítulo más claro de lawfare que ha habido en nuestra historia actual" porque, entre otras cuestiones, "el culpable es un juez en prisión" que aprovechó su condición de "autoridad" para hacer una "utilización retorcida de la ley"."Yo llevo 26 años de carrera judicial y si a alguien a quien he metido en prisión me insulta o me ataca, nadie le haría caso ni le admitiría una querella", considera.

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Tras lo vivido, la exdirigente de Podemos considera que hay una "corriente reaccionaria" para que "dedicarse a la política no valga la pena", especialmente si se hace desde determinados partidos. Ahora, con todo lo que está ocurriendo, Rosell revela que le "trae el recuerdo de mucho dolor". "Nunca he tenido un cargo tan duro y tan hermoso a la vez como el de delegada contra la violencia machista. Aunque muchos viernes por la tarde pensaba que no merecía la pena, los lunes por la mañana veía todo lo que teníamos que hacer y se me pasaba", confiesa.

Sobre el proceso abierto contra Sosa, Rosell recuerda que comenzó hace un año pero que no se había publicado nada porque la titular del Juzgado de instrucción 27 de Madrid, María Ángeles Velázquez, "amenazaba o advertía" a Sosa "de que si publicaba algo cometería un delito". Ahora, salvo que la Audiencia Provincial de Madrid diga lo contrario, "nadie evita ya esa fianza de 422.500 euros, que acaban con cualquier plantilla de un periódico pequeño o incluso grande", lamenta Rosell. A su juicio, lo que está ocurriendo "es una persecución muy severa con unas consecuencias que no deberían hacerse a la ligera".

Aunque en la conspiración contra Rosell participó también el exministro Soria, él no sufrió ninguna consecuencia más allá de dimitir por los Papeles de Panamá. "Son son los mismos corruptos que siempre se han creído impunes y ahora Alba es el único que ha penado por ello. Aunque intentó que cayeran más con él, le da rabia que se haya roto su propia convicción de impunidad". Sobre la salida de Soria de la política, tira de ironía: "Al final Al Capone cayó por un delito fiscal aparte de los asesinatos que había ordenado".

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