Victoria rotunda del PSOE, derrumbe del PP y notable éxito de Podemos

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Olivia Carballar | Sevilla

Victoria amplia del PSOE, avance de Podemos, éxito de Ciudadanos y derrota apabullante del PP. Todos se jugaban mucho. Pero del triunfo o del fracaso de quien abrió la baraja dependían los resultados de los demás. Susana Díaz ha ganado la apuesta que hizo al romper el pacto con Izquierda Unida y convocar los comicios: gobernar en solitario. Los 47 escaños obtenidos (35,43%), los mismos que en las pasadas autonómicas y a ocho de la mayoría absoluta, han devuelto al PSOE la victoria incluso en un escenario complicado, donde no tendrá que pactar pero sí negociar.

La irrupción de nuevos partidos en el Parlamento andaluz, como Podemos y Ciudadanos, confirma el inicio del fin de bipartidismo dibujado en las encuestas nacionales. El partido liderado por Pablo Iglesias, que sigue avanzando tras su debut en las europeas, se posiciona como tercera fuerza política con 15 escaños (14,85%). Ciudadanos, que se coló por sorpresa en las encuestas, entra también por primera vez en la Cámara autonómica con una cifra insospechada: 9 escaños (9,28%). Ambos partidos desplazan a IU a la quinta posición, que se desploma hasta el peor resultado de su historia electoral en Andalucía: cinco diputados (6,89%) frente a los 12 de 2004 y los seis logrados en sus momentos más bajos.

El gran perdedor de la noche, sin embargo, y el que más ha sufrido los estragos del nuevo mapa político andaluz ha sido el PP, que vuelve a su eterno segundo lugar con una de sus peores marcas: de ganar las pasadas elecciones con 50 diputados –con los que Javier Arenas no pudo gobernar por el pacto PSOE-IU–, el nuevo líder, Juanma Moreno Bonilla, ha bajado hasta los 33 escaños (26,76%). Es el segundo peor resultado del PP andaluz desde 1990, cuando obtuvo sólo 26 diputados. Ni siquiera Arenas se hundió tanto en 2004, el año en el que José Luis Rodríguez Zapatero acabó con la era Aznar.

Lo único que no ha cambiado en el nuevo arco político andaluz ha sido la práctica desaparición de los andalucistas (1,53%), sin representación parlamentaria desde 2008, y los intentos fallidos de UPyD, que con un 1,92% –casi un punto y medio menos que en 2002– no termina de hacerse un hueco en Andalucía.

Cinco fuerzas políticas se sentarán en esta nueva legislatura en el Parlamento andaluz, que ya convivió con cuatro distintas mientras los andalucistas obtuvieron representación –hasta 2008–. En un ambiente de nuevo ciclo, eran las elecciones a las que toda España miraba como una guía de lo que ocurrirá en las generales. Y efectivamente, ni el mejor estado de salud del PSOE en Andalucía ni el peor estado del PP andaluz, han podido frenar el hartazgo de la ciudadanía, mucho más severa con los conservadores. PSOE y PP sumaron el 80,2% de las papeletas en las elecciones de hace tres años. Ahora se quedan en el 62,2%, lo que supone una bajada de 18 puntos. En número de escaños han pasado de sumar 97 a 80.

Con este nuevo reparto, Susana Díaz, que ha superado también algo que le pesaba como una losa, ser refrendada en las urnas tras el relevo a José Antonio Griñán, no tendrá necesidad de reeditar un pacto como el mantenido con IU en la última legislatura. Bastará con acuerdos en el Parlamento. No será tan fácil como en estos tres últimos años y los nuevos partidos tendrán mucho que decir, pero la amplia mayoría alcanzada en las urnas le otorga capacidad para lidiar, con más o menos capotazos, la furia que puedan desprender los recién llegados. Entre otras razones, porque la creación de un bloque antisocialista que incluyera al PP podría perjudicar a todos los demás de cara a las municipales de mayo y, sobre todo, en las generales. IU recuerda aún las consecuencias de la pinza. pinza

Con estos resultados, además, a diferencia de lo que pronosticaban las encuestas, que veían en Podemos la opción más factible para evitar una situación de ingobernabilidad, la alianza del PSOE con Ciudadanos será suficiente. Es decir, será Ciudadanos y no Podemos quien tenga la llave. El candidato andaluz, Juan Marín, ya gobierna con los socialistas en el Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda. Habrá que ver si a Albert Rivera, que nunca se ha manifestado a favor de un pacto, le interesa con las generales a la vuelta de la esquina. Díaz, como ha venido repitiendo durante toda la campaña, no tendría que pactar en este caso ni con Podemos ni con PP. Y de momento, la ley más importante, el Presupuesto, está aprobada para este año. Hasta después de la fecha prevista para las generales no habrá de negociarse.

La victoria de Susana Díaz, que de ganar sólo en Sevilla en 2012 ha recuperado todas las provincias salvo Almería, puede dar alas también al PSOE nacional, desplazado a la tercera posición en algunas encuestas, aunque supone también un aviso más serio a Pedro Sánchez. Díaz ha sido la primera dirigente de ese llamado bipartidismo que se ha enfrentado al huracán Podemos. Y no sólo no la ha tumbado sino que ha resistido bien. A diferencia de hace diez meses, cuando los barones socialistas salieron en tromba pidiendo que rescatara al PSOE del hundimiento frente a Eduardo Madina, la dirigente socialista sí tiene ahora el arma más potente de la que carecía entonces: el aval de las urnas. Ha insistido durante toda la campaña en que su sitio está en Andalucía. Pero aquel tú en San Telmo y yo en Moncloatú en San Telmo y yo en Moncloa pronunciado por Sánchez en uno de los dos únicos mítines en los que Díaz prácticamente lo ha dejado participar, era una prueba más de que todavía hay tiempo para que la dirigente andaluza no pierda el siguiente tren hacia Ferraz, que saldrá en las primarias previstas para julio.

El PP sigue condenado a su desierto en Andalucía

La otra pata del bipartidismo, el PP, se ha resquebrajado por partida doble: ha perdido el líder y el partido. Los resultados cosechados por Juanma Moreno Bonilla borran el oasis que Arenas dibujó en 2012 en el desierto del PP andaluz, que nunca ha logrado gobernar Andalucía. Su desconocimiento por parte de los andaluces, el maquillaje de su currículum y algunas de sus intervenciones, calificadas como ocurrencias incluso en medios afines a la derecha, pesaban demasiado como para mantener o, al menos, igualar el techo al que su antecesor llevó al PP en la comunidad. Su elección, impuesta por Mariano Rajoy, fue vista como un error incluso dentro del partido, sobre todo, para hacer frente a una rival como Susana Díaz. Los debates, con los que calló a muchos de esos dirigentes críticos, no le han servido de ayuda a la hora de las urnas. Ni tampoco las políticas de recortes emprendidas por Rajoy y suscritas por él mismo al frente de la Secretaría de Estado de Asuntos Sociales.

Rajoy también recibe una advertencia importante. Son las primeras elecciones que pierde el PP desde que llegó a la Moncloa y la influencia del voto andaluz en las generales es mucho más fuerte en Andalucía que en otras comunidades. Sólo cuando el PP andaluz comenzó a superar ampliamente la barrera del 30%, en 1996, el PP nacional comenzó a gobernar España. Ahora, Moreno Bonilla apenas ha superado el 26%, el porcentaje obtenido en las primeras legislaturas, cuando el PSOE arrasaba en España.

Podemos avanza

Entrará por primera vez en un Parlamento autonómico con apenas un año de vida y con un porcentaje de votos bastante digno que lo sitúan como tercera fuerza política. Podemos ha entrado con fuerza en Andalucía, donde ha duplicado el porcentaje obtenido en las europeas y tendrá bastante que decir a partir de ahora, sobre todo si Ciudadanos se lo pone difícil a Díaz.

No obstante, el avance no es del todo suficiente como para haber iniciado en Andalucía el cambio tan profundo que la formación liderada por Pablo Iglesias quiere realizar en España desde la Moncloa. Atendiendo a la influencia del voto andaluz en las generales, Podemos difícilmente ganaría las elecciones generales. Ningún partido con un 15% en esta comunidad lo ha logrado, aunque bien es cierto que nunca hasta ahora las encuestas habían dado resultados tan bajos a los dos principales partidos en España.

Las andaluzas, y así lo han admitido en privado algunos dirigentes, no han sido las mejores elecciones para iniciar ese camino. La ruptura del pacto entre PSOE-IU pilló al partido sin estructura en esta comunidad y con una opción, la de la candidata Teresa Rodríguez, inmersa en la línea crítica con Iglesias. De la oposición que haga Rodríguez en el Parlamento andaluz también dependerá el futuro de Iglesias en España.

El desplome de Izquierda Unida

Son los grandes damnificados del ascenso de Podemos en Andalucía. La formación liderada por Antonio Maíllo, que quedó descolocada ante la ruptura del pacto con el PSOE, ha cosechado los peores resultados de su historia. De formar parte del Gobierno y ser la tercera fuerza política tras la debacle de 2000, IU ha pasado a la quinta posición y suma escaños insuficientes tanto como para poder ayudar como para poder hacerle un marcaje en solitario a los socialistas. No han decidido los militantes, como pretendían Maíllo y Alberto Garzón con la convocatoria de un referéndum que evaluase si merecía la pena seguir o no en el Gobierno andaluz. Han hablado los andaluces, como pedía Díaz. Y lo que han dicho en las urnas puede ser también una advertencia del descalabro que puede sufrir Alberto Garzón en las generales. Si en Andalucía no han podido con la federación más unida, el escenario se complica con la fragmentación en Madrid.

La estrategia en IU para hacer frente a Podemos no ha sido acertada. No supieron al principio cómo marcar las diferencias con un partido que prácticamente le había robado el programa y las ideas que venían defendiendo desde hacía años. Y cuando se decidieron a criticarlo abiertamente y a reivindicarse como la única alternativa de izquierdas, ya estaba siendo quizá demasiado tarde. Ocurrió también con su relación con el PSOE, al que sólo cuando el pacto de gobierno daba las boqueadas comenzó a reprocharle de forma más contundente asuntos como la corrupción o su resistencia a hacer “políticas valientes”. Hubo otro sector en IU que nunca bendijo ese pacto y que cree que ahora están pagando el precio por ello. La campaña fue de menos a más, pero no sirvió de nada. ¿Se irá Maíllo? Lo primero que haga este lunes será desayunar, ironizó en una entrevista.

El éxito de Ciudadanos

Era otra de las grandes incógnitas de las andaluzas y, efectivamente, han dado la sorpresa. La repentina llegada de Ciudadanos a los sondeos y con unas estimaciones altas se han confirmado en las urnas. Del 0,13% obtenido la primera vez que el partido liderado por Albert Rivera se presentó a estas autonómicas, en 2008, ha pasado a un 9,28% y nueve diputados. Ni la metedura de pata de su líder nacional, Albert Rivera, al asegurar que quería enseñar a pescar a los andaluces en vez de darles pescado, ni el desconocimiento de su candidato en Andalucía, Juan Marín, han arruinado sus expectativas iniciales, que eran más bien escasas.

En Andalucía, finalmente, quien más temía su ascenso, el PP, sentirá aún más el daño si llega acuerdos con el PSOE, que es quien más necesita ahora de su ayuda. En España, estos resultados pueden ser una buena señal para las aspiraciones de Rivera en el Congreso de los Diputados. De momento, el termómetro del 22-M ya ha marcado una primera temperatura.

El mandato que le espera a Díaz

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UPyD fracasa por partida doble

Las urnas han vuelto a demostrar que Rosa Díez está cada vez más fuera de los partidos con posibilidades de influencia. Del 3,35% de las pasadas autonómicas ha pasado a un 1,93%. En esta convocatoria su fracaso es doble: no ha logrado entrar en el Parlamento andaluz pero sí lo ha hecho Ciudadanos, la opción que muchos votantes han visto como alternativa a UPyD.

Ni el mensaje contundente contra la corrupción ha calado en una comunidad azotada por el escándalo de los ERE.

Victoria amplia del PSOE, avance de Podemos, éxito de Ciudadanos y derrota apabullante del PP. Todos se jugaban mucho. Pero del triunfo o del fracaso de quien abrió la baraja dependían los resultados de los demás. Susana Díaz ha ganado la apuesta que hizo al romper el pacto con Izquierda Unida y convocar los comicios: gobernar en solitario. Los 47 escaños obtenidos (35,43%), los mismos que en las pasadas autonómicas y a ocho de la mayoría absoluta, han devuelto al PSOE la victoria incluso en un escenario complicado, donde no tendrá que pactar pero sí negociar.

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