Si vuelve la cabeza e intenta mirar dónde fue fabricada la prenda de ropa que lleva puesta, es muy probable que compruebe que fue elaborada en un taller textil situado a miles de kilómetros de distancia. Es muy posible también que esa prenda fuera confeccionada por trabajadores sometidos a condiciones laborales extremadamente precarias e inseguras. Incluso puede que esos trabajadores fueran explotados, y que, a pesar de tener un empleo, siguieran enfrentándose a situaciones de pobreza y gran vulnerabilidad social.
Esta es la realidad que se vive en muchos de los talleres a los que firmas de moda occidentales contratan su producción. Y la situación que la campaña Ropa Limpia lleva denunciando desde 1989, cuando una manifestación celebrada en Holanda para denunciar las "deplorables" condiciones de trabajo en talleres textiles de Filipinas acabó desembocando en un movimiento a favor del empleo con derechos en el sector. La campaña ahora está activa en 14 países europeos.
El derrumbe la pasada semana de un complejo textil en Dacca, capital de Bangladesh, en el que murieron al menos 500 personas –la cifra puede aumentar porque hay un número indeterminado de trabajadores que continúan en paradero desconocido, probablemente sepultados bajo los escombros– y casi 2.500 resultaron heridas, ha vuelto a poner el foco sobre la condiciones de explotación a las que se ven sometidos muchos de los obreros textiles que cosen la ropa que visten ciudadanos occidentales en la otra punta del mundo. Sin embargo, aclara su coordinadora en España, Eva Kreisler, Ropa Limpia no es ni mucho menos una campaña temporal. Se trata de una red internacional de la que forman parte más de 300 ONG, sindicatos u organizaciones de consumidores. Ha denunciado casos de explotación laboral o vulneración de derechos sindicales en fábricas de Bangladesh, Sri Lanka, India, Pakistán o Marruecos. Su objetivo es conseguir que las condiciones de trabajo de los obreros textiles sean equivalentes a las establecidas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) al tiempo que intentan minimizar el impacto de la producción textil sobre el medio ambiente.
Pero la denuncia de casos de violación de derechos laborales no es su única línea de actuación. Ropa Limpia también realiza investigaciones sobre la situación de los trabajadores de la industria textil, promueve la concienciación de los consumidores y presiona a las empresas para que se responsabilicen y aseguren de que sus productos se fabrican en condiciones laborales dignas. Por ello, como cuando en el caso del trágico derrumbe del edificio Rana Plaza de Dacca se ponen en contacto con las compañías de las que sospechan que pueden estar vulnerando los derechos de los trabajadores, son escasas las manifestaciones de extrañeza. "De sorpresa no les puede pillar, claro. Las empresas nos conocen bien", señala Kreisler.
Mantener la credibilidad es para este movimiento un objetivo priomordial. Por eso, antes de apuntar públicamente a cualquier compañía, esperan a tenerlo todo bien atado. "Recogemos etiquetas, testimonios de trabajadores, analizamos documentación que pueda encontrarse en el taller como las hojas de pedidos y usamos informes acreditados", relata su coordinadora en España. "Habitualmente solemos ponernos en contacto con las empresas antes de hacer públicos los casos. Si lo confirman, les animamos a hacer un comunicado y a asumirlo. Si tenemos pruebas, y aún así lo niegan, seguimos adelante", amplía.
En el caso del edificio de Dacca, por ejemplo, han denunciado que, entre otras, empresas como El Corte Inglés, Primark, Bonmarché o Loblaw se abastecían en las fábricas derrumbadas. Las cuatro han acabado por reconocer que producían ropa en el edificio siniestrado. Ropa Limpia se encuentra ahora mismo recabando más información y es posible que nuevos marcas salgan a la luz en los próximos días.
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"Activismo accionarial" y otras campañas
En España, la federación de ONG que sustenta la campaña Ropa Limpia es Setem, una federación de diez organizaciones de solidaridad internacional creada en 1968 y que en su origen tuvo vinculación con un grupo de activistas de los Escolapios, aunque ahora es "aconfesional" y "apolítica", explica Ana Carrascón, su responsable de redes sociales y comunicación online. Se trata de una ONG que surgió con el ánimo de "transformar la realidad a nivel local" a través del comercio justo y el consumo responsable. No son una organización humanitaria al uso porque no tienen cooperantes desplazados sobre el terreno. Entre sus actividades destacan su apuesta por un sector financiero más ético y sus campañas para denunciar los negocios de la banca con las empresas de armas españolas.
De entre todas, además de la de Ropa Limpia, sobresale una campaña que definen como "activismo accionarial". Es una estrategia que les permite colarse en los consejos de administración de entidades financieras a través de la cesión de acciones. Los últimos a los que han asistido es a los de BBVA, Santander y CaixaBank. "No tenemos los títulos, son acciones que particulares delegan en miembros de la ONG para que hagamos determinadas denuncias como las inversiones en el sector armamentístico", señala Carrascón. "Son pequeñas acciones pero, aunque parezca mentira, hay todavía mucha gente dispuesta colaborar", concluye.
Si vuelve la cabeza e intenta mirar dónde fue fabricada la prenda de ropa que lleva puesta, es muy probable que compruebe que fue elaborada en un taller textil situado a miles de kilómetros de distancia. Es muy posible también que esa prenda fuera confeccionada por trabajadores sometidos a condiciones laborales extremadamente precarias e inseguras. Incluso puede que esos trabajadores fueran explotados, y que, a pesar de tener un empleo, siguieran enfrentándose a situaciones de pobreza y gran vulnerabilidad social.