La situación de guerra total que vive actualmente el PSOE también va a tener indudables consecuencias para la gobernabilidad del país. De manera inevitable, la difícil coyuntura que atraviesan los socialistas y su todavía incierto calendario interno se va a trenzar en los próximos días con los plazos que marcan la disolución automática de las Cortes y, por tanto, la repetición de las elecciones. La fecha límite para intentar una nueva investidura es el 31 de octubre.
Es decir, los socialistas tienen un mes para determinar qué hacen sus 85 diputados en el Congreso. Sin embargo, los seis barones que defienden crear una gestora en el PSOE discrepan sobre la decisión más importante que debería tomar: facilitar o no el Gobierno de Rajoy. La decisión es muy relevante, no sólo por las implicaciones que tiene para el PSOE como organización política, sino por cómo puede afectar a las alianzas que la formación ha suscrito en la mayoría de los territorios en los que gobierna.
El pasado lunes, en la rueda de prensa en la que defendió su propuesta de convocar ya el congreso del PSOE, Pedro Sánchez hilvanó un discurso en el que buscó establecer una clara diferenciación entre sus afines que, según dijo, son los partidarios de intentar una mayoría alternativa; y el sector que, según sus palabras, "legítimamente cree que el PSOE debe abstenerse para que gobierne Mariano Rajoy". Esta diferenciación irritó especialmente a los barones autonómicos, que se sintieron insultados por la idea de que eran unos "subalternos del PP".
En realidad, entre los barones socialistas contrarios a Sánchez y simpatizantes de la operación que ha buscado su salida –todos los presidentes autonómicos salvo la balear Francina Armengol– no hay unanimidad de criterio respecto a qué decisión debería tomar el partido sobre la gobernabilidad del país. Decantarse por una u otra opción no depende tanto de cuestiones ideológicas de fondo, sino de cómo este movimiento podría afectar a la relación con Podemos en sus Ejecutivos, pues algunos de ellos gobiernan gracias al apoyo del partido de Pablo Iglesias.
Las fuentes consultadas por infoLibre ubican como defensores del no a Rajoy a los presidentes de Aragón, Javier Lambán; Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page; y la Comunitat Valenciana, Ximo Puig. Partidarios de la abstención a pesar de que eso implique que Rajoy mantenga el Gobierno son la presidenta andaluza, Susana Díaz; y el de Extremadura, Guillermo Fernández Vara. Y tienen más dudas a la hora de ubicar al asturiano Javier Fernández, al que los críticos quieren colocar como presidente de una gestora que pilote el partido hasta el próximo congreso tras las diecisiete dimisiones de este miércoles.
Los más 'dependientes' de Podemos
El aragonés Javier Lambán es quizá el presidente socialista que con más claridad depende de Podemos para sustentar su Gobierno. Los socialistas, que en Aragón gobiernan en coalición con Chunta Aragonesista (dos diputados), obtuvieron en las últimas autonómicas 18 representantes, tres menos que el PP (21), que fue primera fuerza. El PSOE se valió entonces principalmente del apoyo de Podemos (14), que quedó como tercera fuerza, para acceder al Gobierno.
Las fuentes consultadas por infoLibre creen que al ser menor la diferencia entre ambas fuerzas, Lambán sí tendría más problemas si se visualizara como un líder que promueve una abstención que haría que Rajoy se mantuviera en la Moncloa. De hecho, hace tres semanas Lambán le entregó a Podemos la presidencia de las Cortes de Aragón, un hecho que puede interpretarse como una forma de no poner en riesgo su gobierno en minoría.
En una situación similar está el castellano-manchego García-Page, pese a que existe una importante diferencia. En esta comunidad Podemos únicamente logró dos escaños. El pasado lunes el partido de Iglesias rompió el acuerdo con el PSOE, pero la voluntad de los socialistas es recuperar la sintonía con Podemos y son conscientes de que, para ello, no ayudaría nada que su líder se mostrara como partidario de mantener a Rajoy en el Gobierno.
Por su parte, el presidente de la Comunitat Valenciana, Ximo Puig, se reivindicó este miércoles como partidario del no a Rajoy en una carta enviada a la militancia para explicar su decisión de dimitir de la dirección. "Nadie nos debe hacer caer en la falacia de pensar que la hasta ahora Ejecutiva Federal es la garante de un no al PP, que no sólo comparto, sino que no cuestiono. Nunca he pactado con la derecha", puede leerse en esa carta. A Puig, no obstante, se le presupone una menor dependencia de Podemos ya que gobierna en coalición con Compromís. Y para Podemos es más difícil atacar a un Gobierno del que forma parte un partido como Compromís, con el que se presenta en coalición en las elecciones generales.
En Extremadura Guillermo Fernández Vara accedió a la Presidencia autonómica gracias al respaldo de Podemos, si bien la colaboración entre ambos partidos desde entonces ha sido casi inexistente. De hecho, el PSOE extremeño aprobó sus últimos presupuestos gracias a la abstención del PP. Es decir, Fernández Vara, que en varias ocasiones se ha mostrado en público partidario de la abstención, no tiene el riesgo de desestabilización que sí soportarían otros presidentes socialistas porque Podemos no actúa como un aliado de los socialistas en Extremadura.
Por su parte, el socialista Javier Fernández fue investido con los 19 votos a favor de PSOE e Izquierda Unida y las 12 abstenciones de Ciudadanos y Podemos, que no desveló hasta el último momento su postura. La relación del PSOE asturiano con Podemos es muy mala. De hecho, Fernández tiene a IU como socio preferente de Gobierno.
La defensa de la abstención
Los defensores de la abstención incluyen entre sus principales argumentos que no se puede mantener el "bloqueo" del país cuando la diferencia con el partido que ha ganado las elecciones es de casi 2,5 millones de votos y 52 diputados. Además, ponen en valor el hecho de que el PP llegara a sumar hasta 170 escaños al lograr el apoyo de Ciudadanos y Coalición Canaria. Célebre es ya la frase de Fernández Vara preguntándose "quién es el guapo" que se opondría a una investidura si Rajoy lograra esos apoyos.
Los partidarios de la abstención insisten en que, de salir adelante, el nuevo Gobierno de Rajoy estaría en una situación de cierta debilidad y no podría aplicar el rodillo de la pasada legislatura. Defienden, en este sentido, que se le podría hacer un control muy estricto desde la oposición e incluso pactar políticas con el resto de grupos. En este sector señalan, además, que la perspectiva de unas nuevas elecciones es muy mala para el PSOE porque consideran que el PP saldría muy reforzado.
Por su parte, los dirigentes autonómicos críticos con Sánchez que sostienen que hay que mantener el no a Rajoy esgrimen que para el proyecto del PSOE sería "suicida" respaldar la continuidad de Mariano Rajoy en la Moncloa. Además, subrayan la consecuencias "desestabilizadoras" que este movimiento puede tener en los Gobiernos autonómicos que están respaldados por Podemos.
Asimismo, los barones que defienden el no al candidato conservador insisten en que el PP tiene que buscar otras alianzas. "Rajoy tiene alternativas, el PSOE no puede asumir esa responsabilidad", destacan. En este sentido, recuerdan que si el PP sumara el apoyo del PNV al que ya tiene de Ciudadanos y Coalición Canaria, sólo le faltaría un diputado para la mayoría absoluta.
Los independentistas
La pregunta clave es, entonces, por qué hay barones partidarios del no a Rajoy que respaldaron la operación que perseguía forzar la salida de Sánchez a pesar de que no estaban en desacuerdo con él en una cuestión tan esencial como no permitir que el PP siga en Moncloa. La respuesta es unánime: el supuesto acercamiento de Sánchez a las fuerzas independentistas catalanas. Estos dirigentes consideran que Sánchez "ya tenía cerrado" un acuerdo con las fuerzas soberanistas para, junto al apoyo de Podemos, llegar a la Moncloa.
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De hecho, estas fuentes aluden a las palabras que el líder del PSC, Miquel Iceta, pronunció este jueves pidiendo a los independentistas "colaborar" para formar un Gobierno. "No pido que cambien los objetivos, sino que se planteen colaborar con el cambio político en España", dijo en su turno de réplica en el debate parlamentario sobre la cuestión de confianza del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont.
Para estos barones, un pacto del PSOE con las formaciones independentistas sería "el fin del partido". Además, dicen estar convencidos de que Sánchez hizo la "maniobra" de adelantar el congreso del partido a pesar de que no estaba resuelta la gobernabilidad del país –como había acordado hace unos meses el Comité Federal– para blindarse como candidato en caso de repetición electoral y en la secretaría general durante los próximos cuatro años, teniendo así margen para influir sobre la política de pactos.
La otra cuestión clave es qué candidato propondrían los críticos en el caso de que no triunfara la tesis de la abstención y hubiera terceras elecciones. Toda la presión está, sin duda, sobre Susana Díaz. A pesar de que en la federación andaluza no quieren ni plantearse ese escenario, lo cierto es que los plazos son muy apurados y no hay más nombres que se hayan puesto encima de la mesa hasta el momento. En cualquier caso, el candidato del partido sería elegido en primarias por la militancia.
La situación de guerra total que vive actualmente el PSOE también va a tener indudables consecuencias para la gobernabilidad del país. De manera inevitable, la difícil coyuntura que atraviesan los socialistas y su todavía incierto calendario interno se va a trenzar en los próximos días con los plazos que marcan la disolución automática de las Cortes y, por tanto, la repetición de las elecciones. La fecha límite para intentar una nueva investidura es el 31 de octubre.