Cinco años después de su entrada en la Eurocámara, Vox ha mejorado sus diputados respecto a 2019. Entonces, lograron cuatro diputados y el 6,21% de los votos, aunque el contexto era muy distinto. Un mes antes se habían celebrado las generales y Vox había entrado en el Congreso como quinta fuerza. La pugna en la derecha estaba entre el Partido Popular y Ciudadanos, una batalla que continuó en las europeas. Ahora, con los de Albert Rivera fuera del mapa, la ultraderecha ha conseguido seis diputados y el 9,6% del total. Aunque Vox crece, sigue muy por debajo de las fuerzas ultraderechistas de su entorno.
"Por cuarta vez consecutiva, Vox ha vuelto a crecer en unas elecciones. El certificado de defunción de Vox parece que se hace esperar. Ese certificado que quieren nuestros adversarios, con el que sueñan muchos poderosos y anuncian muchos medios de comunicación, no coincide con los deseos de los españoles que siguen deseando larga vida a Vox y a nuestros socios internacionales", celebró Santiago Abascal en la noche electoral, con especial mención a la francesa Marine Le Pen y al húngaro Viktor Orbán.
Durante toda la campaña, los de Abascal no han escatimado en críticas hacia el PP, criticando su falta de propuestas en el ámbito europeo y anticipando una alianza con los socialdemócratas como la que opera en la actualidad en Bruselas. El centro del debate ha estado precisamente en torno a esa disyuntiva de los conservadores. La presidenta de la Comisión, y favorita para repetir en el cargo, Ursula von der Leyen, se ha encargado de dar pie con sus palabras a un volantazo después de las elecciones y a la búsqueda de apoyos de partidos concretos del grupo de los Conservadores y Reformistas (ECR).
Vox también ha recurrido al manual que le funciona cargando las tintas contra los migrantes —en plena competición con el PP, que intensificó su discurso para frenar la fuga de votos hacia la extrema derecha—defendiendo la creación de "misiones navales combinadas" para impedir la llegada de pateras condicionando o la derivación de quienes tengan derecho de asilo a los países vecinos a aquel del que huyen, entre otras medidas. También han hecho tangible su lucha contra el cambio climático, pidiendo la retirada del Acuerdo de París , la derogación de la Ley europea del Clima y la supresión de las medidas del Pacto Verde.
Vox busca 'hacerse fuerte' en la ultraderecha europea
En estos comicios, Vox ha apostado por el mismo cabeza de cartel, el segundo hombre más poderoso del partido por detrás de Santiago Abascal, Jorge Buxadé. De militancia ultracatólica, perteneció a la formación fascista Falange hasta 1996 y siempre ha apostado un modelo sociopolítico propio del franquismo —familia, municipio y sindicato, llegó a enumerar en 2012— “Me arrepiento de haber estado en el PP, no en Falange”, llegó a afirmar durante una entrevista. El número dos de su candidatura es otro de sus rostros más conocidos, Hermann Tertsch, mientras que de número tres concurría el 'ex' de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta.
Buxadé calificó el resultado de su formación y el de sus aliados como una "derrota de la vieja y decrépita Bruselas": "Vamos a ser más y nos van a oír con muchísima más fuerza", señaló. "El Viva 24 ha ganado las elecciones europeas", prosiguió, en referencia al resultado de sus homólogos europeos. Asimismo, criticó a Von der Layen por adelantarse a los resultados oficiales y anticipar una alianza sin su familia política: "El PP va a seguir siendo coalición con el Partido Socialista y la extrema izquierda europea, pone de manifiesto su forma de hacer política y la falta de respeto a los europeos", añadió.
Lo cierto es que los ultras españoles llevan años mimando sus vínculos con los Hermanos de Italia de Giorgia Meloni, el Fidesz húngaro, el PiS polaco o a Le Pen. La decisión de La dirigente del Frente Nacional de romper con Alternativa por Alemania fue, para los ultras españoles, una magnífica noticia, porque abre la puerta a integrarse en un único grupo parlamentario en el que se darían cita tres partidos al frente de gobiernos de la Unión (Italia, Países Bajos y Hungría). Una unificación que, al menos para Vox, no tendría costes: la relación con la ultraderecha alemana se ha movido entre la cortesía y la frialdad. Nunca ha habido química.
El objetivo de Meloni, la primera ministra italiana, heredera directa del partido que durante décadas sirvió de contenedor a las ideas fascistas después de la Segunda Guerra Mundial, es exactamente ese: crear una gran coalición de centroderecha entre el Partido Popular Europeo y el grupo de los Conservadores y Reformadores Europeos, en el que, ya sin el obstáculo de AfD, las puertas estarían abiertas a Le Pen y a Orbán. El camino lo han ido abriendo Hermanos de Italia, que ya gobierna con el PP italiano (Forza Italia), y Vox, que lo hace con su equivalente español.
Los peligros del 'fenómeno Alvise'
Aunque Vox califica de excepcional su resultado, lo cierto es que no ha logrado sobrepasar la barrera del 10% a diferencia de lo que ocurrió en las generales del año pasado, donde obtuvo más del 12% de los votos. Ese retroceso se podría deber a la aparición de la candidatura del agitador ultra Alvise Pérez, que logra 800 mil votos y tres actas en el Parlamento Europeo.
El que fuera pupilo de Abascal y exasesor de Toni Cantó pone en cuestión a todas las formaciones con representación institucional, también a Vox, y hace escasos días anunció su intención de presentarse a las generales si el resultado de este domingo le avalaba. Si eso sucede, situaría al bloque de la derecha en una situación de debilidad al estar, de nuevo, dividida en tres candidaturas.
El caso de Alvise es un síntoma de hasta qué punto se está cuestionando el funcionamiento de la democracia, como ya vienen advirtiendo mes tras mes los españoles al situar la desafección con la política, los políticos y los partidos en primer lugar de los problemas ciudadanos. Un fenómeno que trató de explotar Vox pero que el agitador ultra ha conseguido capitalizar mejor en estos comicios.
Cinco años después de su entrada en la Eurocámara, Vox ha mejorado sus diputados respecto a 2019. Entonces, lograron cuatro diputados y el 6,21% de los votos, aunque el contexto era muy distinto. Un mes antes se habían celebrado las generales y Vox había entrado en el Congreso como quinta fuerza. La pugna en la derecha estaba entre el Partido Popular y Ciudadanos, una batalla que continuó en las europeas. Ahora, con los de Albert Rivera fuera del mapa, la ultraderecha ha conseguido seis diputados y el 9,6% del total. Aunque Vox crece, sigue muy por debajo de las fuerzas ultraderechistas de su entorno.