Zapatero: "Afganistán demuestra que la seguridad global no es viable con el protagonismo único de EEUU y Europa"

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José Luis Rodríguez Zapatero (Valladolid, 1960) fue el presidente del Gobierno encargado de gestionar el periodo más largo de la presencia española en Afganistán. A su juicio, la vuelta al poder de los talibanes y el caos vivido durante la salida del país tienen mucho que ver con la actual concepción del sistema global de seguridad. "Occidente debe ser consciente de que Europa y Estados Unidos somos 700 u 800 millones de habitantes. El mundo tiene más de 7.000 millones. Para garantizar un sistema de seguridad colectivo es necesario contar con todos los actores". También cree que Afganistán es la lección definitiva de que “las intervenciones extranjeras para implantar democracias liberales casi nunca salen bien”. Y pide "abrir todas las vías políticas y diplomáticas" para rescatar a quienes se han quedado atrás.

PREGUNTA. Occidente se marcha de Afganistán 20 años, varios billones de dólares y miles de muertos después dejando el poder de nuevo en mano de los talibanes, a los que además se ha rearmado con un arsenal de regalo. ¿Se le ocurre otro balance que no sea el de desastre?

RESPUESTA. El balance es claramente decepcionante y merece una reflexión de fondo: se intervino Afganistán respetando la legalidad internacional, con el acuerdo de Naciones Unidas y como defensa ante los ataques de las Torres Gemelas. Eso demuestra que se puede intervenir un país en latitudes muy lejanas y con culturas muy diferentes pero también que es prácticamente imposible construir un modelo político y social, al menos con el método de la intervención, que se pueda asemejar a los modelos democráticos que defendemos en Occidente.

Seguramente hay personas que no quieren hacer esta reflexión, pero tenemos que hacerla. Porque es verdad, resulta insólito pensar que en 20 años no hemos vencido a los talibanes. La intervención extranjera tenía ese objetivo, en teoría loable, de poner una democracia en marcha. Se demuestra una y otra vez que así no se consiguen los objetivos. La Unión Europea y la OTAN necesitan una reconsideración y una reforma a fondo para abordar en el siglo XXI un modelo global de seguridad. Eso es lo que más preocupa y veo que ese debate no se ha abierto. Tanto la OTAN como la UE deberían volver a poner el eje de la seguridad colectiva y de la lucha contra el terrorismo en el seno de Naciones Unidas. Porque hubo una quiebra de su papel con la guerra de Irak que, entre otras cosas, supuso un punto de inflexión en Afganistán.

P. ¿Sin Irak las cosas hubieran sido diferentes?

R. La guerra de Irak provocó la aparición del ISIS, provocó una serie de radicalismos que obligó a muchos actores internacionales a movilizar muchos esfuerzos dejando de lado Afganistán. Eso merece una profunda reflexión: no es viable un sistema de seguridad colectiva que solo sea protagonizado por Europa y Estados Unidos, que somos unos 700 millones de personas, en un mundo con más de 7.000 millones.

"EEUU quiere seguir siendo una potencia como antes pero sin asumir responsabilidades en el exterior"

P. Habla usted de las dificultades para alcanzar en países como Afganistán sistemas democráticos a nuestra imagen y semejanza. Pero el presidente Biden ha asegurado que ese nunca fue el objetivo de Estados Unidos. Que las libertades de los afganos no fue lo que llevó a la intervención.

R. Siento que el presidente Biden ha tenido unos días dificilísimos, casi imposibles. Porque es muy difícil explicarle a la opinión pública americana y a la opinión pública mundial que la primera potencia militar del mundo tiene que salir de Afganistán de esta forma después de 20 años y con los talibanes de vuelta al poder. En términos históricos va a ser una página decisiva para el futuro geopolítico global porque esto indica que Estados Unidos tiene un problema muy serio que arrastra ya desde hace tiempo.

Yo entiendo que el presidente Biden se agarre a cualquier argumento, pero hemos visto que Estados Unidos en los últimos años ha empezado de la mano de Trump ese discurso de repliegue con el “american first”, que viene a decir “no nos vamos a ocupar del mundo, que cada uno se ocupe de su seguridad”. Es un país que vive una situación de debate interno porque quieren seguir siendo potencia como antes pero sin asumir responsabilidades en el exterior. El asalto al Capitolio no es un hecho aislado, es un proceso que tiene que ver con su pérdida de liderazgo absoluto.

P. Biden afirmó que no estaban allí por la democracia ni por los afganos. Usted como presidente que gestionó la presencia allí, ¿cómo explicaría para qué fue España a Afganistán?

R. En cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas. Es la última intervención militar importante que ha tenido ese gran consenso, junto con la de Libia. El objetivo era claro: erradicar el apoyo al terrorismo que había sido el origen del atentado de las Torres Gemelas y abrir una expectativa de derechos humanos y libertades a la población de Afganistán. Eso está en las resoluciones de Naciones Unidas. Ahora hay que decir con toda claridad que no ha funcionado. Y creo que detrás de todo está esa concepción global de la seguridad, el papel de Naciones Unidas y los problemas de liderazgo de Estados Unidos.

P. Su primera decisión como presidente fue la retirada de las tropas de Irak. ¿Pensó en algún momento en retirar también las tropas de Afganistán antes de lo previsto?

R. No pensé en retirarlas pero sí tuve muchas dudas sobre el resultado final de la operación. Tuve dudas en muchas ocasiones. Por esa reflexión: no nos podemos acercar con nuestros esquemas, sin más, a culturas y a sociedades tan complejas, tan diferentes. Es una simplificación. Y no da resultados. España ha colaborado en lo que fue el proyecto de Afganistán, que no ha resultado. Y tuvimos un número significativo de pérdidas de vidas humanas. Debe ser evaluado para que sirva de lección.

P. Durante su mandato empezó el repliegue de las tropas españolas. Ahora se discute si las fuerzas internacionales deberían haber permanecido más tiempo.

R. La retirada debería haber tenido la garantía de que podía salir bien, de que pudieran salir todos aquellos que necesitan o quieren salir. Es el punto más crítico de todo el proceso. Ya es un revés importante el balance de estos 20 años, pero al menos el final debiera haber sido algo razonable. Dicho esto, ningún país puede estar sine die en otro país. Ahora lo que tenemos es una responsabilidad con las personas que están allí y quieren salir y, por eso, hay que abrir todas las vías políticas y diplomáticas para que podamos dar esperanzas a esas personas.

"Debemos volver a ese modelo que nos dimos después de la II Guerra Mundial, con un Consejo de Seguridad de la ONU basado en la legalidad internacional"

P. Hablaba al principio de la necesidad de repensar la seguridad global con un reequilibrio de fuerzas. ¿La Unión Europea debe dejar de seguir a pies juntillas a Estados Unidos en política exterior?

R. El debate en la comunidad internacional debería estar liderado por Naciones Unidas. Debemos volver a ese modelo que nos dimos después de la II Guerra Mundial, con un Consejo de Seguridad basado en la legalidad internacional. Y debemos volver a eso para abordar las dificilísimas situaciones de conflictos que hay. Insisto en esto: Occidente debe ser consciente de que Europa y Estados Unidos son 700 u 800 millones de habitantes. El mundo tiene más de 7.000 millones. Para garantizar un sistema de seguridad colectivo es necesario contar con todos los actores. En Afganistán necesitaremos más datos para ver qué ha podido pasar para este final tan tremendo, tan caótico.

P. Lo que quiere decir es que unos Estados Unidos en decadencia no pueden seguir guiando al resto del mundo en los conflictos internacionales.

R. Lo que quiero decir es que cuando Naciones Unidas está más fuerte la seguridad global es mayor. Hay que construir una comunidad política internacional. Es muy probable que muchos países occidentales solo quieran que esa comunidad se constituya con sistemas políticos basados en las democracias liberales. Pero eso no es suficiente, está demostrado, no es eficaz. A mí me gustaría que no hubiera tantos países que siguieran con sistemas tan marcados por el radicalismo o el islamismo, pero no es así. Y hay que pensar si a veces no se produce una especie de efecto rebote, porque las intervenciones extranjeras casi nunca salen bien.

P. Sobre esos reparos para hablar con según quién, ahora parece que se establece un debate ficticio sobre si tendremos o no relación con los talibanes, algún tipo de interlocución. Y digo ficticio porque la evacuación ya ha sido negociada con los talibanes, esa interlocución en la práctica ya se está produciendo.

R. Hay un hecho evidente: para lograr el objetivo de defensa de los derechos humanos, y el primer derecho humano es la vida y la libertad, debemos agotar todas las vías políticas y diplomáticas. Todos somos conscientes de cómo es el régimen talibán, pero van a tener necesidades políticas, económicas, materiales. Y hay muchos países que van a tener capacidad de actuar. Habrá que hacer política, no se puede abandonar a la gente por un principio de no diálogo que luego en la práctica, como usted dice, no se cumple. Si ahora han salido aviones y se ha sacado a personas eso es porque se ha negociado. Por supuesto que soy partidario. Conozco muchos casos de trabajadores por los derechos humanos que no han podido salir, hay que hacer lo que sea para que esas personas puedan salir.

"Hay que intentar por todas las vías que toda la gente que quiera salir de Afganistán e intentar tener un proyecto de vida lo pueda hacer"

P. ¿Qué le ha parecido el papel desempeñado por España en la evacuación?

R. Me he sentido muy reconfortado con la sensibilidad que ha demostrado el Gobierno de España. He sido testigo directo de algunos procesos de evacuación y quiero resaltar la sensibilidad y el buen hacer de la ministra Margarita Robles y, por supuesto, de todo el personal y todos los soldados que se han jugado tanto. Les debemos un reconocimiento y un homenaje. Lo que más me preocupa en estos momentos es multiplicar los esfuerzos, las posibilidades políticas y diplomáticas para lograr rescatar a todas las personas que no ha sido posible evacuar ahora en esa especie de sprint dramático. Hay que intentarlo por todos los campos y todas las vías, para que toda la gente que quiera salir de Afganistán e intentar tener un proyecto de vida lo pueda hacer.

El Gobierno de España y el Ministerio de Defensa han peleado por incorporar a nuestros aviones al mayor número de personas en el menor tiempo posible. Me ha conmovido, me ha impactado y deseo que la sociedad española se lo reconozca a los servidores públicos. Han sido noches enteras trabajando desde el Ministerio de Defensa, por ejemplo. He visto a Margarita Robles tan implicada que me siento muy orgulloso. Valoremos el país que tenemos.

P. ¿Cree que España llegará a tiempo con quienes se quedaron atrás?

R. Se pueden hacer cosas para que puedan salir, hay que hacerlas. Es en eso en lo que tenemos que poner toda la atención y también en los que llegan. Pensemos que se vienen sin dinero, sin idioma, sin amigos, a veces sin parte de la familia, sin nada. Debemos acogerlos con solidaridad.

José Luis Rodríguez Zapatero (Valladolid, 1960) fue el presidente del Gobierno encargado de gestionar el periodo más largo de la presencia española en Afganistán. A su juicio, la vuelta al poder de los talibanes y el caos vivido durante la salida del país tienen mucho que ver con la actual concepción del sistema global de seguridad. "Occidente debe ser consciente de que Europa y Estados Unidos somos 700 u 800 millones de habitantes. El mundo tiene más de 7.000 millones. Para garantizar un sistema de seguridad colectivo es necesario contar con todos los actores". También cree que Afganistán es la lección definitiva de que “las intervenciones extranjeras para implantar democracias liberales casi nunca salen bien”. Y pide "abrir todas las vías políticas y diplomáticas" para rescatar a quienes se han quedado atrás.

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