Carmena, Sauquillo y Almeida: "Si el objetivo de la política es solo el poder, la democracia sufre"

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Madrid, 24 de enero de 1977. Son las 22.45 horas de la noche y suena el timbre en el segundo piso de la calle Atocha número 55, donde se encuentra uno de los más importantes despachos de abogados laboralistas –junto con el de Españoleto y el de Lista– de la capital. En ese momento, nueve personas, vinculadas a CCOO y el PCE, se encuentran afrontando la última reunión del día. Al abrir la puerta, dos pistoleros ultraderechistas –José Fernández Cerrá y Carlos García Juliá– acceden al domicilio y un tercero –Fernando Lerdo de Tejada– se queda vigilando la entrada. Buscan al sindicalista Joaquín Navarro. Pero no lo encuentran. Entonces, abren fuego contra los abogados.

El ataque, que se cierra con cinco muertos –Enrique Valdevira, Luis Javier Benavides, Francisco Javier Sauquillo, Serafín Holgado y Ángel Rodríguez– y cuatro heridos –Miguel Sarabia, Alejandro Ruíz-Huerta, Luis Ramos y Dolores González–, puso fin a las 48 horas más delicadas de la Transición española. Dos días que comenzaron con el asesinato del manifestante Arturo Ruiz a manos de otro pistolero de la extrema derecha y que continuaron con el secuestro por los Grapo del presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar, el teniente general Villaescusa, y el asesinato de la manifestante María Luz Nájera, alcanzada en la cara por un bote de humo disparado por los antidisturbios.

Casi medio siglo después, se concede el Premio infoLibre 2024, otorgado a aquellas personas o instituciones que mejor se identifican con las ideas y valores de este diario, a Las abogadas: Manuela Carmena (Madrid, 1944), Francisca Sauquillo (Madrid, 1943) y Cristina Almeida (Badajoz, 1944), además de Lola González Ruiz (León, 1947-Madrid, 2015) a título póstumo. Esta última resultó herida en aquel atentado, mientras que las dos primeras se libraron porque se encontraban reunidas en otro local –aunque Paquita perdió a su hermano–. Almeida, por su parte, tenía su propio bufete laboralista y fue una de las abogadas que ejercieron como acusación en el juicio por la matanza de Atocha.

Por aquel entonces, nuestro país salía de más de cuatro décadas de sangrienta dictadura. Y ellas, como millones de españoles, empujaban con firmeza hacia la democracia. En frente, el búnker, una extrema derecha inmovilista que no dudaba en emplear la violencia para intentar frenar cualquier avance hacia la libertad. Lo recuerda bien Almeida: "Había fascistas en las calles que asesinaban, que mataban a compañeros indefensos en un despacho de abogados, a estudiantes, a trabajadores por ir a la huelga o repartir propaganda". Y eso es importante repetirlo hasta la saciedad para evitar que la gente, sobre todo los jóvenes, piensen que "hay algo mejor" que una democracia.

Las abogadas, en conversación con infoLibre, no esconden su preocupación por el futuro de un régimen político que costó traer sangre, sudor y lágrimas, muchas lágrimas. "Atravesamos momentos difíciles para las democracias", apunta Carmena. "Se encuentran en peligro", dice, con contundencia, Sauquillo. Saben que una ola reaccionaria recorre el mundo. Y que los discursos autoritarios se abren paso a lomos de una extrema derecha que está tocando poder en algunos países occidentales y que trabaja intensamente por atraer a las nuevas generaciones. "Se creen que es lo nuevo, cuando realmente es lo más viejo del mundo", lanza Almeida.

"Las democracias necesitan transformarse"

Es cierto que los pistoleros ultras hace mucho que dejaron de campar a sus anchas por las calles, acribillando indiscriminadamente a todo aquel que no compartiese su retrógrada visión del mundo. Pero, a día de hoy, Sauquillo ve algunas "similitudes" entre lo vivido durante la nada pacífica Transición y la época actual. "Entonces, en la extrema derecha de Blas Piñar se escuchaban discursos contra la democracia, contra los sindicatos y con una visión arcaica de la mujer sometida al hombre. Y ahora pasa un poco lo mismo. Se lanzan mensajes contra los emigrantes, contra la participación social a través de organizaciones, contra los avances sociales de las mujeres", apunta.

Carmena cree que el gran problema que actualmente tienen las democracias es que "se están quedando anticuadas, correosas". "Necesitan transformase", dice. Tanto Almeida como Sauquillo hacen mención a la necesidad de que el sistema sea capaz de abordar los grandes problemas de los ciudadanos y dar una perspectiva de futuro a los más jóvenes: "La democracia no ha sido capaz de adoptar decisiones para que la gente viva mejor". Carmena, por su parte, habla de la necesidad de una "renovación extraordinaria" de los "procesos parlamentarios" en un momento en el que la crispación y una concepción de la política como un "fango" en el que todo vale están a la orden del día.

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La exalcaldesa de Madrid, en este sentido, hace mención a la manera actual de entender la oposición. Algo que resumió a la perfección el portavoz parlamentario del PP, Miguel Tellado, hace solo un mes: "Nuestra obligación es acabar con este Gobierno y lo vamos a hacer con todos los medios a nuestro alcance". "El papel de la oposición debería ser mejorar la actuación del Ejecutivo, no impedírsela. Si el objetivo de la política es exclusivamente el poder, la democracia sufre", señala Carmena. "Hoy el diálogo político es lo que más desanima al pueblo y ataca a la democracia", coincide Almeida, que pide que los "enemigos" vuelvan a ser simplemente "adversarios".

Entre bulos y fallos educativos

Las abogadas tampoco se olvidan de la importancia de la educación como vacuna contra el autoritarismo. "Muchos jóvenes ignoran el pasado, no se enseña bien la historia. Y cuando no hay memoria, se corre el riesgo de repetirla", considera quien fuera una de las impulsoras de Izquierda Unida. Algo en lo que también se detiene Sauquillo, que lamenta que no se haya formado a las nuevas generaciones en "ideas democráticas": "Hemos fallado a nivel educativo. Tenemos que explicar la importancia de la democracia, que entiendan que aunque haya decisiones malas las mismas pueden cambiarse eligiendo a otras personas cada cuatro años".

Del mismo modo, ponen el foco en la proliferación de los bulos en unas redes sociales convertidas en principal fuente de información entre los más jóvenes. Y en la responsabilidad que, en este contexto, tienen los medios de comunicación. "Si la imagen que dan no es la veraz, lo que hacen es amplificar la mentira", expone Carmena. "Hay medios, como este periódico o algunos otros, que nos hacen reflexionar y nos ayudan a conocer la verdad. Tienen que ganar la confianza de la gente, porque ese es el buen camino", sentencia Almeida.

Madrid, 24 de enero de 1977. Son las 22.45 horas de la noche y suena el timbre en el segundo piso de la calle Atocha número 55, donde se encuentra uno de los más importantes despachos de abogados laboralistas –junto con el de Españoleto y el de Lista– de la capital. En ese momento, nueve personas, vinculadas a CCOO y el PCE, se encuentran afrontando la última reunión del día. Al abrir la puerta, dos pistoleros ultraderechistas –José Fernández Cerrá y Carlos García Juliá– acceden al domicilio y un tercero –Fernando Lerdo de Tejada– se queda vigilando la entrada. Buscan al sindicalista Joaquín Navarro. Pero no lo encuentran. Entonces, abren fuego contra los abogados.

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