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María Blasco: "España tiene que llegar a la media europea del PIB dedicada a la investigación"

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Karmentxu Marín

¿Intuye cómo será la vida tras el covid-19?

Intuyo lo que me gustaría que fuera la vida tras el coronavirus. Creo que durante esta pandemia una de las cosas de las que nos estamos dando cuenta es que quizá hacemos demasiados viajes que son innecesarios y que puede sustituirse la movilidad excesiva por reuniones o teleconferencias. Por otra parte, está claro que tiene que haber una sanidad pública preparada para que esto no tenga el impacto negativo que ha tenido. Espero que se potencie la inversión en sanidad y también en investigación, porque hemos visto cómo, gracias a ello, se ha reaccionado muy rápido frente a esta pandemia.

Parece que ha quedado clara la importancia de la ciencia. ¿Solo nos acordamos de santa Bárbara cuando truena?

Pues parece que sí. La investigación siempre demuestra su utilidad y creo que en esta crisis del covid-19 las reacciones han sido ejemplares. En pocas semanas, tras tener sospechas de que este era un nuevo virus, se le aisló, se secuenció su genoma, se empezó a ver cuáles de sus proteínas podían atacarse, se empezaron a utilizar fármacos que se habían desarrollado para otros virus y esto ha ayudado a salvar muchísimas vidas y a dar tratamiento a los pacientes. Está clara cuál es la utilidad de la ciencia y que los científicos están preparados para responder a situaciones como la que estamos pasando. Espero que una de las lecciones que aprendamos sea la de apoyar la ciencia y la sanidad pública, y a hacer más énfasis en la prevención. 

Como directora del CNIO, ¿va ganándole la partida al cáncer? ¿Le ha marcado algún gol?

No solo yo, hay miles de científicos en el mundo que trabajamos sobre el cáncer y vamos metiéndole goles todos los días. Cada vez hay más tratamientos, más opciones terapéuticas. Lo que pasa es que el cáncer es una enfermedad muy compleja. Hay miles de tipos de cáncer diferentes. Y eso provoca la necesidad de desarrollar más tratamientos que sirvan para cada paciente en concreto, lo que requiere muchísimo esfuerzo investigador. En España tenemos un centro de referencia en investigación a nivel europeo y mundial, el CNIO, lo que supone un orgullo. Pero toda esta investigación se tiene que potenciar, no solo la del cáncer. También las de otras enfermedades que no tienen todavía cura, como las asociadas al envejecimiento —alzhéimer, enfermedades degenerativas del riñón, del pulmón o infartos—, para las que no tenemos tratamientos capaces de frenarlas o revertirlas.

Margarita Salas fue su directora de tesis y Carol Greider, premio Nobel de Medicina, la maestra que más le ha marcado. ¿Su desarrollo como científica ha crecido entre mujeres?

Pues sí, ha sido así. No fue a propósito. Cuando estaba buscando un laboratorio para hacer la tesis doctoral me dijeron que el mejor grupo de Biología Molecular que había en España era el de Margarita Salas y quise formarme con la mejor investigadora que había en esta especialidad en el país. Después, cuando di el salto para especializarme en un tema que fuera la investigación de mi vida, los telómeros y la telomerasa, también elegí el que me parecía más fascinante, que era en el que trabajaba Carol Greider. No se sabía todavía la incidencia que iban a tener, pero se pensaba que serían muy importantes para el cáncer y el envejecimiento. Tuve la suerte de que Carol me aceptara en su laboratorio cerca de Nueva York. Margarita y Carol, por motivos obvios, han sido mis grandes influencias.

¿La ciencia tiene sexo?

La ciencia no tiene sexo. La investigación la hacen hombres y mujeres, aunque la mayor parte de los equipos de investigación está integrada por mujeres. Sin embargo, en los niveles más altos, de toma de decisiones, de directores de grupos de investigación, las mujeres todavía no llegamos al 50%; en el caso de España, alrededor del 27% o 30%. Hace falta que haya más mujeres arriba, porque en la base ya somos mayoría. En la investigación biomédica por lo menos.

Tuvo muchas ofertas para quedarse en Estados Unidos, pero apostó por volver a España. ¿Patriotismo o morriña?

Morriña no fue, ni mucho menos. Si acaso fue algo más de patriotismo, porque yo pensaba, como muchos científicos que estábamos fuera, no solo los españoles, que el objetivo cuando íbamos a EEUU era formarnos, pero que después volveríamos a nuestros países para poder desarrollar lo que habíamos aprendido. España era muy diferente entonces, era un desierto científico, pero empezaban a verse los primeros brotes verdes de centros de investigación que tenían más fondos y que tenían modelos un poco más flexibles. Yo tuve la suerte de encontrar uno de ellos, el Centro Nacional de Biotecnología [del CSIC], donde había un departamento de Inmunología que entonces dirigía Carlos Martínez y que tenía financiación de una empresa farmacéutica, es decir, que había bastante dinero, lo que lo hacía atractivo para mí, porque tendría financiación y podría trabajar al máximo ritmo. Regresé porque creía que tenía, por una parte, la obligación de volver —me había formado en España y, por lo tanto, era una pérdida que yo me quedara fuera— y también porque aquí me ofrecían algo que era atractivo. Esto ha cambiado muchísimo. Ahora en España hay muchos centros de investigación muy atractivos para trabajar y creo que hay muchas más ofertas, a pesar de la crisis económica y los recortes en ciencia. 

En Estados Unidos investigó los telómeros, la parte de los cromosomas que protegen el material genético, y la telomerasa, la molécula que mantiene la longitud de aquellos. ¿Es bueno que los telómeros sean largos? ¿El tamaño importa?

Dentro de una misma especie, por ejemplo, los humanos, el tamaño importa. Cuanto más largos sean los telómeros, mejor. Pero si miramos a la naturaleza nos damos cuenta de que lo importante es la velocidad a la cual se acorten. Las especies que acortan sus telómeros más rápido tienen vidas más reducidas que las que lo hacen más lentamente. Por ejemplo, los humanos no nacemos con unos telómeros especialmente largos. Un ratón cuando nace los tiene más largos, pero los acorta muchísimo más rápido que nosotros y por eso envejece más rápido y tiene solo dos o tres años de vida máxima. Nosotros, aunque nacemos con los telómeros más cortos, tenemos mecanismos buenos para mantenerlos y eso hace que vivamos muchos más años.

Su momento eureka fue cuando demostró que la telomerasa era esencial para mantener los telómeros en los mamíferos. ¿Qué otro descubrimiento le haría gritar ¡eureka! de nuevo?

Ese fue muy importante, porque cuando yo estaba trabajando con Carol [Greider] todavía no se había aislado el gen de la telomerasa ni se sabía si iba a ser algo importante o no. Por estar en el momento adecuado en el sitio adecuado, tuve la suerte de poder contribuir a demostrar la importancia de los telómeros y la telomerasa. Fue un momento muy importante en mi carrera. Después, una vez que volví a España, hubo otro momento importante, en 2008, ya en el CNIO, cuando demostramos que si éramos capaces de mantener los telómeros largos durante más tiempo podíamos alargar la vida de un organismo. Era la primera vez que se demostraba que la longitud de los telómeros tenía que ver con la longevidad y el envejecimiento. Ahora estamos muy interesados en desarrollar estrategias terapéuticas para curar tumores o enfermedades del envejecimiento basadas en nuestra investigación. Y, por primera vez, nos encontramos cerca de acercar a los pacientes o bien tratamientos contra el cáncer o bien tratamientos contra enfermedades del envejecimiento, como la fibrosis pulmonar, basados en los descubrimientos que hemos hecho. El momento en que eso ocurra será muy importante para mi personal y profesionalmente.

¿Se ha aplicado su famoso test de envejecimiento y edad biológica? ¿Le preocupa envejecer?

Claro que me preocupa, el envejecimiento es el origen de muchas de las patologías que nos matan. No se trata de hacerse tests para saber la edad biológica, sino para saber si hay riesgo de desarrollar enfermedades del envejecimiento de manera prematura. Por ejemplo, la medición de la longitud de los telómeros no es tanto para saber la edad que tienes como para averiguar si hay algún riesgo de sufrir enfermedades. Mide marcadores moleculares del envejecimiento.

¿Veremos nosotros el freno al envejecimiento? ¿No tendrá una receta para intentarlo? 

Aún no hay fármacos en el mercado que prevengan el envejecimiento, de hecho, no se pueden hacer ensayos clínicos para probar estos fármacos ya que se considera que el envejecimiento no es una enfermedad. Lo que estamos haciendo en mi grupo es desarrollar estrategias terapéuticas para curar enfermedades asociadas al envejecimiento. Hemos publicado trabajos sobre terapia génica con telomerasa para tratar fibrosis pulmonar, anemia aplásica u otras enfermedades. Lo estamos demostrando en modelos animales y lo queremos desarrollar en humanos.

Para recorrer su lista de premios y logros científicos hay que bajar varias veces el ratón del ordenador.

No hay tantos [ríe]. Es verdad que he tenido la suerte de que mi trabajo se ha visto reconocido a nivel nacional e internacional, lo cual resulta muy positivo para la carrera científica, que es incierta, nunca sabes si vas a tener éxito o no. La verdad es que el reconocimiento de tus colegas resulta importante.

Es usted madre de un superratón que vive el equivalente a 120 años humanos. ¿Fue un parto muy arduo?madresuperratón

Sí, duró como 10 años. Se trata de una investigación basada en nuestra hipótesis de que si realmente conseguíamos que los ratones tuvieran los telómeros más largos iban a vivir más, algo que no se había demostrado nunca en ningún organismo. Mi grupo fue el primero en hacerlo. Fue bastante trabajo, pero la recompensa ha sido grande.

¿Qué haría la ciencia sin ratones?

Los ratones resultan muy importantes para la investigación biomédica porque son muy parecidos genéticamente a los humanos y nos permiten demostrar el papel de procesos moleculares en las enfermedades. Podemos saber, por ejemplo, si atacando una molécula conseguiremos tener un efecto sobre el cáncer, el alzhéimer u otras enfermedades.

España invierte en I+D la mitad de la media europea. ¿No está usted hasta los telómeros de esta falta de atención a la investigación en nuestro país?falta de atención a la investigación

Pues la verdad es que en España se tendría que invertir más en ciencia. No llegamos a la media europea, que se sitúa alrededor del 2%. Esto es bastante triste, porque aquí tenemos centros de investigación de primera línea compitiendo también con investigadores de primera línea de otros países, por lo que deberíamos tener el mismo apoyo por parte de nuestro Gobierno que investigadores alemanes o franceses. Este país tiene que llegar a la media europea del PIB dedicado a la investigación. Es una asignatura pendiente.

¿El covid-19 podría convertirse en una espoleta para aumentar el presupuesto en ciencia?

Es la esperanza que tenemos los investigadores, que se vea la importancia de la investigación a la hora de responder a enfermedades como esta. Por poner un ejemplo: en el CNIO, que somos un centro de cáncer, tenemos varios grupos ahora dedicados a desarrollar proyectos sobre covid-19 y esto se ha producido en cuestión de semanas. Somos investigadores de biología molecular y estamos preparados para estudiar el covid-19 o cualquier otra cosa. Nos hemos reorientado en estos momentos porque se trata de una urgencia, lo cual da idea de la versatilidad, la flexibilidad y la preparación de nuestros científicos. Espero que después de esta crisis la investigación salga reforzada, que no tengamos que ver más recortes, sino al contrario.

¿Es optimista sobre el final de la batalla?

A pesar de toda la devastación que está produciendo este virus, resulta mucho más difícil acabar con el cáncer o con el alzhéimer. Este virus es mucho más simple desde el punto de vista de la investigación. Se han hecho avances importantes, habrá fármacos mejores que los que se están utilizando ahora para tratar las patologías producidas por el covid-19, habrá vacunas en el periodo de un año o de meses y creo que seremos capaces de controlarlo. Como ha sucedido con otro virus que ha devastado a la humanidad en el siglo XX y que aún sigue haciéndolo, el sida, que reducía la esperanza de vida a dos años máximo. Ahora puede ser una enfermedad crónica, con fármacos capaces de controlarla, aunque el virus siga ahí. 

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¿El Gobierno de España está acertando en la gestión y manejo de esta crisis?

Entiendo que la gestión de una crisis tan grave como esta es algo complicado y que todos debemos poner nuestro granito de arena. Creo que en España, y en la mayor parte de los países, salvo algunas excepciones, ha sido algo sobrevenido y quizá no se han tomado las medidas de prevención adecuadas. Se pensaba que esta situación no iba a llegar tan rápido y hemos visto que no es así. Debe ser una lección a futuro. También se le ha quitado importancia a esta enfermedad por parte de muchos medios de comunicación al compararlo con una gripe. Tiene que haber algún tipo de organismo internacional que no solo dé recomendaciones, como la OMS, sino que sea ejecutivo y que pueda dar respuestas rápidas cuando haya otra pandemia similar y permita a los países reaccionar mucho antes. Y los países tienen que estar mucho más preparados de lo que estaban. Lo que hemos visto en muchos sitios, no solo en España, de falta de material de protección, por ejemplo, supongo que se subsanará. Pero volverá a ocurrir. Estos virus están normalmente en animales salvajes y, de vez en cuando, saltan a humanos porque se produce deforestación, se acerca cada vez más la vida humana a estos ambientes salvajes en los que se encuentran estos virus en animales como murciélagos. Por lo tanto, hay que estar preparados para cuando ocurra.

* Esta entrevista está publicada en el número de junio de tintaLibre, cuya portada lleva el titular 'Paso a la ciencia', a la venta en quioscos. Puedes acceder a todos los contenidos de la revista haciendo clic aquí o suscribirte aquí.aquí

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