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La Unión Europea pagará a Egipto para evitar que lleguen refugiados palestinos

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La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, y los jefes de Gobierno de Italia (Giorgia Meloni), Bélgica (Alexander De Croo) y Grecia (Kyriakos Mitsotakis) viajan este domingo a Egipto con 7.400 millones de euros para el Abdelfattah Al-Sisi, uno de los dictadores con peor registro de derechos humanos de los últimos años. Un sátrapa. El dinero va oficialmente a estabilizar una economía que se sostiene únicamente gracias a las inyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), pero en la práctica a cerrar puertos y fronteras. La Comisión Europea y los 27 gobiernos del bloque temen que si Israel fuerza a bombazos la huida de más de dos millones de palestinos de Gaza hacia Egipto estos acaben embarcando hacia Europa y que de la violencia en Sudán huyan cientos de miles o millones de personas.

La Unión Europea ya entregó en los últimos años dinero a Egipto, pero en cantidades menores. En 2023 El Cairo recibió 115 millones de euros de los 279 millones del paquete para la vecindad del sur. La UE buscaba ya entonces, antes del ataque de Hamás contra Israel y la respuesta israelí, que Egipto cerrara su frontera con Libia para evitar movimientos migratorios hacia un país inestable. A Egipto el acuerdo no le viene mal: necesita el dinero para que el FMI le afloje la soga del cuelo y su dictador vuelva a verse legitimado.

Los palestinos son de los potenciales refugiados que más temor generan en la UE porque casi ninguno sería deportable. Más del 90% de la población de Gaza tiene el estatuto de refugiado concedido por Naciones Unidas. Es una condición legal que se hereda mientras la situación que provocó su reconocimiento siga vigente. Si llegan a Europa seguirán gozando de ese estatuto de refugiado y no podrán ser deportados. Hay 5,9 millones de palestinos con ese estatuto de refugiados. De ellos, 2,3 millones viven en Gaza.

Pactos con dictaduras

Al-Sisi, que cae muy bien en los salones nobles europeos porque ha convertido a Egipto en el primer comprador no europeo de armas europeas, ya empezó a cumplir el pacto con la construcción, en el Sinaí, de varios campos de refugiados vallados, a los que irían los gazatíes si son expulsados de la Franja.

Egipto es también el señor de la llave que mantiene tras el muro a los sudaneses, cuando su país vive en los últimos meses en plena guerra civil. El pacto con Egipto es sólo el último de una larga lista (Mauritania, Marruecos, Túnez, Libia, Turquía) cortados por el mismo patrón: se paga al dirigente de turno sin mirarle el diente del Estado de derecho o los derechos humanos, sin posibilidad de auditar en qué se usa realmente el dinero y se calla ante cualquier violación de los derechos humanos.

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Se abre así la puerta al chantaje, como ocurre cada vez que Marruecos quiere meter presión al Gobierno español o Turquía al griego, porque el arma migratoria es más eficaz que cualquier munición para hacer ceder a los gobiernos europeos. La Comisión Europea defiende que esos pactos sirven para estabilizar las economías de los países de la orilla sur del Mediterráneo, pero en África sólo consiguen esas ayudas los países que pueden servir para contener la migración hacia Europa. Al-Sisi podrá seguir haciendo uso del material militar francés para bombardear caravanas de refugiados en la frontera con Libia o torturar hasta la muerte a un investigador italiano. Mientras controle los flujos migratorios los gobiernos europeos y las instituciones del bloque pondrán buena cara.

El pataleo de la Eurocámara

El dinero no se entregará todo de golpe. Un primer tramo tendrá unos 1.000 millones de euros, según información de principios de semana del diario británico Financial Times. 4.000 millones de asistencia macrofinanciera, supuestamente ligada a reformas macroeconómicas, irá más adelante, cuando lo aprueben los 27. El resto a través de otros fondos europeos ya existentes. Pero a la retórica del Ejecutivo comunitario, que habla sobre todo de ayuda macrofinanciera para un país no lejos de la quiebra, se contraponen las palabras del ministro griego de Migraciones, Dimitris Kairidis, que explica abiertamente que Egipto tiene un papel clave manejando la migración hacia Europa.

El Parlamento Europeo patalea, pero poco puede hacer al respecto. Este jueves los eurodiputados votaron una resolución que pide a la Comisión Europea que no entregue más fondos a Túnez por la deriva autoritaria de su régimen. Pero la Comisión firmó con Túnez, como con Turquía, Mauritania o firmará con Egipto, un “memorándum de entendimiento” que en la práctica no es más que un comunicado de prensa sin base legal en el derecho europeo. Evita así tener que cumplir la normativa y firmar un tratado internacional con el país en cuestión, preceptivo para los acuerdos con terceros países que implican uso de fondos europeos. Von der Leyen se salta así, y los 27 gobiernos aceptan, la normativa europea en materia de acuerdos con terceros países.

La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, y los jefes de Gobierno de Italia (Giorgia Meloni), Bélgica (Alexander De Croo) y Grecia (Kyriakos Mitsotakis) viajan este domingo a Egipto con 7.400 millones de euros para el Abdelfattah Al-Sisi, uno de los dictadores con peor registro de derechos humanos de los últimos años. Un sátrapa. El dinero va oficialmente a estabilizar una economía que se sostiene únicamente gracias a las inyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), pero en la práctica a cerrar puertos y fronteras. La Comisión Europea y los 27 gobiernos del bloque temen que si Israel fuerza a bombazos la huida de más de dos millones de palestinos de Gaza hacia Egipto estos acaben embarcando hacia Europa y que de la violencia en Sudán huyan cientos de miles o millones de personas.

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