Ariel Rot (Buenos Aires, Argentina, 1960) es un nombre que no pasa desapercibido en el panorama musical internacional. Los Rodríguez y Tequila fueron dos bandas de rock que calaron de forma muy contundente entre los públicos españoles y latinoamericanos y la figura de Ariel siempre estuvo muy presente en los escenarios. En 2018 se volvió a juntar con Alejo Stivel para revivir grandes momentos de su pasado con el show Adiós Tequila, que culminará el próximo 24 de noviembre en el WiZink center de Madrid: “Estos son unos conciertos que disfruto mucho, porque implican lo que despertó mi interés por ser músico: colgarme una guitarra y salir a tocar”, dice el argentino.
Su trayectoria cuenta también con un amplio recorrido en solitario, con multitud de títulos publicados que culminaron con La manada (2016), su último disco... por el momento. Rot reconoce que la pandemia no ha sido demasiado inspiradora: “No me vi ni motivado ni estimulado para ponerme a trabajar”, pero acto seguido abre las puertas del futuro: “Me gustaría actualizar y acercar al día de hoy todo lo que conté hasta ahora. Mi vida musical es un relato, desde Tequila hasta mi último álbum. Y me parece que empieza a haber demasiada distancia con el presente, creo que hay que actualizarlo”, afirma el cantante.
Pregunta. Dígame un destino de verano al que soñara con ir durante el confinamiento, para sobrellevarlo, y uno al que irá este año. ¿Coinciden?
Respuesta. Más que a dónde es con quién ir. En pleno confinamiento soñábamos con venir al sitio en el que estoy ahora, en la sierra. Fue muy emocionante llegar aquí, abrir las puertas y reencontrarnos con un sitio en el que el tiempo se había quedado detenido. No me importaría seguir aquí, me encantaría que pudiera venir familia, amigos, gente con la que compartí momentos maravillosos.
P. Ahora que se supone que encaramos (por fin) la salida de la pandemia... ¿tiene miedo de lo que viene? En caso afirmativo, ¿se lo ha infundido de alguna manera el coronavirus?
R. Creo que estamos en una nueva fase, quizás menos sanitaria pero más social. Veo como muchos proyectos son muy difiíciles de sacar adelante, ese punto de incertidumbre. Imagino que vamos a tener que aprender estos nuevos códigos, vamos a tener que ser más flexibles con todos los imprevistos que van apareciendo.
P. ¿Cómo le ha cambiado la pandemia? ¿Ha cambiado de alguna manera lo que considera importante en su día a día o vuelve a ser la de antes?
R. En la vida uno cambia y evoluciona. La pandemia aceleró y acentuó algunas cosas, pero no cambió nada esencial en mi vida. Creo que no descubrí nada nuevo ni cambié la configuración de mi vida.
P. Con la llegada del covid, muchos trabajadores de la música se quedaron sin empleo y sin paro. ¿Le pasó a usted? ¿Y qué cree que tiene que cambiar para que músicos y técnicos estén más protegidos?
R. Yo creo que con la música siempre llueve sobre mojado, es muy duro. Pero es una profesión tan vocacional que contamos con ello. Se cayeron muchos proyectos, otros se postergaron indefinidamente. Cosas que estábamos empezando a montar justo antes de la pandemia. Pero otras cosas sí que salieron adelante, como la tercera y última edición de Un país para escucharlo. Fueron 10 semanas viajando por toda España, entrevistando a varios artistas cada semana.
Y las consecuencias del coronavirus me están pasando factura en las actuaciones que estoy haciendo en estos últimos meses: siento que la experiencia no es plena.
P. ¿Y qué tiene que cambiar para que deje de llover sobre mojado?
R. Los músicos somos solidarios, nos apuntamos a todo lo que se nos pide. Ayudar con nuestra música a cualquier cosa que nos propongan. Somos un colectivo generoso, pero no somos un colectivo ni luchador ni organizado, va en nuestro carácter. Es muy difícil sindicalizarse y reclamar cosas. Pero luego ves las experiencias de gente que vive fuera, en Francia, Alemania, y la forma en la que está protegido el sector y se siente la diferencia con el funcionamiento aquí. No sé si somos capaces de juntarnos, pero la percepción que hay sobre los músicos es esa tremenda frase que también se usa como chiste: “Haber estudiado”.
P. Antes de la pandemia, muchos advertían: cuidado con el modelo de grandes festivales que depende del turismo masivo. ¿Cree que estamos volviendo a lo mismo?
R. Para llegar a esa cumbre a la que se llegó en un momento falta mucho tiempo, si es que se llega. Todo va a tardar mucho tiempo en normalizarse.
Los festivales tenían un modelo descontrolado y quizás hasta un poco absurdo. Cuando hablamos de festivales no estamos hablando exactamente de música, estamos hablando de un modelo muy particular: un encuentro, vacaciones…
Yo llevaba tiempo tocando en sitios en los que la gente va a sentar y a escuchar la música, en garitos y teatros. Es un circuito que se echa en falta en España, la música está muy ligada a lo lúdico y festivo y eso devalúa un poco el poder y todo el trabajo que hay detrás.
P. De los comportamientos que ha visto en la sociedad en los últimos meses, ¿de qué se enorgullece y de qué se avergüenza? ¿Qué cree que usted podría haber hecho de manera distinta?
R. Yo me siento muy orgulloso de mis hijos. Mi hijo cumplió 18 y 19 años en pandemia y estaba esperando muy ansiosamente ese momento. Pero tuvo muchísima capacidad para gestionar su frustración y la realidad que le ha tocado vivir. E intentar, dentro de lo que había, ser responsable y ser feliz.
Por otro lado me avergüenza y me descompone ver la violencia que se está generando a todos los niveles. Y también las actitudes muy poco responsables de algunas personas. Pero creo que son casos aislados, observando mi entorno he visto muchísima responsabilidad y disfrute dentro de los márgenes permitidos.
P. Desde 2018 has vuelto a llevar a Tequila a los escenarios, pero todo tiene un fin y parece que Adiós Tequila es la despedida. ¿Sabe bien despedirse en medio de una pandemia? ¿Es realmente el final o hay posibilidades de que se alargue?
R. Ha sido muy divertido y lo sigue siendo. Justo tuvimos un ensayo el lunes, la primera vez que me junté con 4 músicos a ensayar en un local de ensayo desde que comenzó la pandemia. Tocar rock and roll es algo que siempre me va a gustar. Y mi proyecto en solitario no me permite poner tanta energía en ser guitarrista. Estos son unos conciertos que disfruto mucho, porque conllevan lo que despertó mi interés por ser músico: colgarme una guitarra y salir a tocar. Y me gusta, porque lo compagino con el actuaciones mías. En solitario hago mis canciones más adultas y tengo un compromiso mucho más emocional con lo que estoy haciendo.
P. Has conducido durante 3 años el programa Un país para escucharlo en La 2, recorriendo España de punta a punta. ¿Cómo ha sido la experiencia de pasar a ser entrevistador?
R. Ha sido un gran placer porque lo pasé muy bien. A pesar de ser un trabajo muy duro, palizas de horario, etc, poder entrevistar y tocar con toda la gente que toqué ha sido genial. Yo había viajado mucho por España, pero no tenía el mapa tan claro como quedó cuando terminó el programa. Porque ahí se representaban muy bien las características de la gente, del espacio y de la música, estaba todo muy ligado. Ya había tenido alguna experiencia en radio y me gustaba “comunicar sin pretensiones”. Desde la curiosidad y el interés y poner en práctica el saber escuchar. Igual que tuve mis bandas y mi proyecto en solitario, Un país para escucharlo ha marcado un capítulo importante de mi vida.
P. Han pasado unos años desde la publicación de tu último disco, La manada. ¿Qué proyectos musicales de futuro tienes entre manos?
R. Tengo varios frentes abiertos.Voy a retomar la banda original de legendarios músicos que me han acompañado a lo largo de los años y eso me tiene muy entusiasmado. Hacía muchísimo que no nos juntábamos y vamos a tener un maravilloso reencuentro, primero con un concierto en Villaviciosa de Odón el 23 de septiembre y el 25 de ese mismo mes en el Montgorock de Jávea.
También tengo el proyecto con Federico Lechner, pianista de jazz, con el que estamos preparando cosas. De hecho, este sábado 28 tenemos un concierto en Fuenlabrada y las entradas ya están agotadas. Y además hay un proyecto que tiene que ver con Un país para escucharlo, pero por ahora no puedo decir más.
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Se están juntando muchas ganas de tocar. La situación de la pandemia no me ayudó a centrarme en un proyecto, no me vi ni motivado ni estimulado para ponerme a trabajar. Es mucho tiempo haciendo esto y tengo que sentir un algo para ponerme a hacerlo. Voy a necesitar componer, pero sobre todo terminar las canciones que ya están ideadas. He estado un poco vago con eso. Pero sí que me gustaría actualizar y acercar al día de hoy todo lo que conté hasta ahora. Mi vida musical es un relato, desde Tequila hasta mi último álbum. Y me parece que empieza a haber demasiada distancia con el presente, creo que hay que actualizarlo.
P. Si pudiera enviarle un mensaje desde el futuro a su yo de marzo de 2020, ¿qué le diría?
R. Me enviaría una advertencia: "Prepárate, porque lo que estás a punto de ver no te lo habías imaginado en tu vida".
Ariel Rot (Buenos Aires, Argentina, 1960) es un nombre que no pasa desapercibido en el panorama musical internacional. Los Rodríguez y Tequila fueron dos bandas de rock que calaron de forma muy contundente entre los públicos españoles y latinoamericanos y la figura de Ariel siempre estuvo muy presente en los escenarios. En 2018 se volvió a juntar con Alejo Stivel para revivir grandes momentos de su pasado con el show Adiós Tequila, que culminará el próximo 24 de noviembre en el WiZink center de Madrid: “Estos son unos conciertos que disfruto mucho, porque implican lo que despertó mi interés por ser músico: colgarme una guitarra y salir a tocar”, dice el argentino.