En la anterior entrega de Salvando a la ciudad hablábamos de un proyecto de peatonalización masiva que levanta el aplauso casi unánime de vecinos y oposición política: el de Pontevedra. En el caso de Valladolid el consenso no está tan claro: el reciente impulso del Gobierno municipal, liderado por Óscar Puente (PSOE), a la movilidad sostenible y a la buena calidad del aire aún levanta ampollas, quejas y oposición en la ciudad del Pisuerga. Sin embargo, los datos están a favor del proyecto: cada vez más vallisoletanos cogen la bici y los autobuses van cada vez más rápido.
"No es que no queramos dialogar, es que estamos persuadidos de que estamos haciendo lo correcto", aseguró en un pleno de octubre de 2020 Puente sobre su nuevo plan de movilidad, que empezó a ejecutar durante la primera desescalada y la llegada de la "nueva normalidad". "En los últimos años, el Ayuntamiento de Valladolid viene desarrollando diversas actuaciones que buscan mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, especialmente en lo que tiene que ver con la salud, accesibilidad y movilidad", comienza el documento, que llama a aprovechar el impulso del primer confinamiento para transformar para siempre la urbe. Tres son los ejes: infraestructura ciclista, carriles bus y peatonalizaciones.
El análisis de la situación que elaboró el Consistorio es bastante claro: el problema está en que hay demasiados coches contaminantes y privados en el centro. Y no son estrictamente necesarios, apuntan: hay párkings públicos de sobra a solo cinco minutos andando del núcleo de la capital castellana, donde se puede dejar el utilitario sin una merma en el tiempo empleado en el desplazamiento. La solución está pasando por once peatonalizaciones de calles (divididas en dos fases), casi 26 kilómetros de nuevos carriles bici segregados del resto del tráfico y 11 kilómetros de nuevos carriles bus, un crecimiento del 332%, que han conseguido aumentar en un 16% la velocidad de los autobuses –para mayor comodidad de los usuarios–. Los viajes se reducen entre 3 y 5 minutos por pasajero.
Álvaro Heredia, gerente de Auvasa (Autobuses Urbanos de Valladolid SA) y exgerente de la Empresa Madrileña de Transportes bajo el mandato de Manuela Carmena, da más datos. "En el centro hay 15.000 coches menos, un 20%, y en términos ciclistas, hay un incremento del 30% en el uso de la bici, que aumenta en las vías más emblemáticas".
Esas son las tres principales líneas de actuación. Pero hay más, algunas de ellas especialmente originales: la instalación de ascensores en zonas de la ciudad especialmente empinadas, que las hacen más accesibles para personas mayores o con problemas de movilidad, o la de aparcabicis techados a los que solo pueden acceder los propios usuarios, para mayor seguridad y tranquilidad, ubicados en los párkings disuasorios. El plan es claro: ir de la periferia al centro en bici, aparcarla en el espacio destinado a tal uso con una garantía total antirrobo, y disfrutar del núcleo urbano paseando.
Ver másCómo transformar una ciudad que hace 160 años se adelantó al futuro: Barcelona y la 'superilla'
El Ayuntamiento de Valladolid sabe que son muchos cambios en muy poco tiempo y pide paciencia para que los ciudadanos asimilen los cambios y adopten nuevos hábitos de movilidad. La oposición no tiene ni quiere tener esa paciencia. "El señor atascos", es apodado el regidor, Óscar Puente, por el PP de Valladolid: aseguran que las tres actuaciones –peatonalizaciones, carriles bici y carriles bus– han quitado un espacio al coche que necesita y que ahora se producen embotellamientos que antes no existían.
Heredia lo niega. "De manera objetiva se puede ver. Un índice de congestión de TomTom muestra que ha habido los mismos atascos. No le ha afectado. La oposición ha sacado el repertorio de todas las ciudades españolas, son siempre las mismas críticas que se demuestran que son infundadas. Es una especie de querer luchar contra el progreso. Cuando llegan al Gobierno nunca revierten las medidas". A pesar de lo que asegura el PP, la interlocución con los vecinos ha sido continua, defiende el gerente de Auvasa: incluso, las asociaciones les piden que vayan más rápido.
A largo plazo, el Ayuntamiento de Valladolid ya prepara la creación de la zona de bajas emisiones que le exige la Ley de Cambio Climático: impidiendo la entrada a la almendra central de los vehículos sin etiqueta ambiental a partir de 2023. También planean la instalación de un funicular para hacer más accesible el barrio de Parquesol, más elevado; así como completar definitivamente la instalación de nuevas infraestructuras ciclistas, para autobuses y para peatones. La ambición del Consistorio, pese a las críticas, sigue inalterada: el objetivo, en definitiva, es que en la ciudad del Pisuerga se viva mejor.
En la anterior entrega de Salvando a la ciudad hablábamos de un proyecto de peatonalización masiva que levanta el aplauso casi unánime de vecinos y oposición política: el de Pontevedra. En el caso de Valladolid el consenso no está tan claro: el reciente impulso del Gobierno municipal, liderado por Óscar Puente (PSOE), a la movilidad sostenible y a la buena calidad del aire aún levanta ampollas, quejas y oposición en la ciudad del Pisuerga. Sin embargo, los datos están a favor del proyecto: cada vez más vallisoletanos cogen la bici y los autobuses van cada vez más rápido.