Edith Saldaña entendió desde muy joven el poder sanatorio de la música, y abandonó una temprana vocación por la medicina para transitar una fructífera carrera musical acompañada de su violonchelo: "La medicina del alma". Para la artista, la música enraiza directamente con el lado más sensible del ser humano, provocando emociones y "ayudándonos a gestionarlas". "Puede modificar el estado de ánimo y curar en algunos casos algunos males", afirma.
Saldaña es violonchelista de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, pero antes de llegar ahí estudió en Perú, México, Estados Unidos, Argentina, Francia, Inglaterra hasta llegar a España. Su trayectoria profesional la ha llevado a tocar en orquestas tan relevantes como la Sinfónica Nacional de Perú o la Filarmónica de Ciudad de México. A todo este ritmo frenético de trabajo tuvo que poner freno con la pandemia de coronavirus, como le sucedió a todos los músicos de esta sección.
Con un trípode improvisado en una escalera, el móvil en alto y un piano desafinado. Así grabaron Edith y Iris Kreiman Saldaña, madre e hija, una pieza musical para infoLibre. "A pesar de las circunstancias y ser una grabación casera e improvisada, lo hicimos con amor", comenta. Y no podía ser de otra manera tratándose de Emotions, un arreglo para piano y chelo de la melodía compuesta por su hija a los 11 años. "Elegí esta composición porque, aparte de ser mi hija, quiero dar relevancia a los jóvenes que les gusta componer o sienten la música como para expresarse a través de ella", comenta la violonchelista.
Para Edith Saldaña, el confinamiento supuso un periodo de aprendizaje en el que se dedicó a cultivar otras áreas de su vida, y también de conexión con sus emociones: "La música y las artes en general nos ayudan a gestionar nuestras emociones", comenta, "para mí es muy necesaria, sobretodo en esta etapa de pandemia que nos ha tocado vivir". Y es que la música que ofrece la Orquesta de la Comunidad de Madrid no es solo "música clásica".
“La música nunca pasa de moda. Es un error llamar 'música clásica' a música de diferentes periodos”. Por el contrario, reclama, igual que su compañero Alfredo Anaya, una resignificación de su arte, de modo que resulte más atractivo para otros sectores de la población que no estén acostumbrados a escucharlo: “Hay mucha música de películas que son música clásica y la gente no lo sabe, pero les gusta porque la escuchan sin prejuicios”.
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Al hablar de su instrumento, Saldaña remite a las palabras de su madre: "Ella decía que es un instrumento que tiene la tesitura de la voz humana, del grave al agudo". Aunque hay infinidad de temas "clásicos" para violonchelo, a esta artista le llaman especialmente las suites de Bach y las grabaciones de los chelos de la Filarmónica de Berlín, "donde tocan tangos y otras músicas".
Su pasión por la música es interseccional, y confiesa que también ha disfrutado de la cuarentena bailando sevillanas y salsa. Además, desde que los conciertos volvieron a estar permitidos, han realizado varios para grupos reducidos de espectadores, tanto en la sede de la Orquesta madrileña como en diferentes pueblos de la comunidad con muy buena acogida. "Para nosotros es una alegría que personas que nunca habían ido a un concierto les haya encantado nuestra música", remata.
Su inclinación por ayudar a los demás a través de la música ha seguido con ella durante toda su vida profesional y, antes de despedirse, nos recomienda escuchar Salut D'Amor, una pieza de Edward Elgar que "es lo que os deseo a todos: mucha salud y amor".
Edith Saldaña entendió desde muy joven el poder sanatorio de la música, y abandonó una temprana vocación por la medicina para transitar una fructífera carrera musical acompañada de su violonchelo: "La medicina del alma". Para la artista, la música enraiza directamente con el lado más sensible del ser humano, provocando emociones y "ayudándonos a gestionarlas". "Puede modificar el estado de ánimo y curar en algunos casos algunos males", afirma.