La entrevista es uno de los géneros más complicados de la profesión periodística. En ella, dos personas conectan durante un espacio de tiempo que puede durar desde segundos hasta horas. Como ya conseguía Diego de Velázquez en sus célebres retratos, con una buena entrevista el lector puede conocer, con tan solo unos minutos de lectura, todo lo que se esconde detrás de la figura del entrevistado. Su personalidad, con todos sus miedos, ilusiones y esperanzas queda reflejada de forma parecida a los ojos de Inocencio X en la famosísima pintura del genio sevillano. Aunque hay que reconocerle a Velázquez que, en su caso, no necesitó que el papa dijera una sola palabra para conseguir transmitir a un visitante actual de la Galería Doria Pamphili de Roma los temores y desconfianzas del santo padre.
Por eso, alguien como Víctor Amela (Barcelona, 1960), que ha realizado casi 2.000 entrevistas en más de quince años, es una persona perfecta para que, por una vez, sea él quien esté al otro lado. El periodista catalán ha sido cocreador de la exitosa sección La contra, en la última página del periódico 'La Vanguardia', donde entrevistan a algunas de las personalidades más importantes y diversas de todo el panorama social, cultural y artístico español. En las últimas fechas, han pasado por esta sección figuras tan variopintas como Raphael, Risto Mejide o Candela Peña.
Por esta sección de conversaciones, Amela ha recibido galardones tan importantes como el Premio del Gremio de Editores de Cataluña, el Premio Micrófono de Plata de la APEI-RTVE, el Premio de la Asociación de la Prensa de Madrid y el Premio de Periodismo Antonio Mompeón Motos, entre otros. Además, por su programa Saló de Lectura en Betevé recibió el Premio Ondas en 2004.
El periodista barcelonés combina esta faceta de entrevistador con la de opinador y escritor. El periodista tiene una columna de opinión en el mismo diario 'La Vanguardia' y ha desarrollado una carrera también en el mundo editorial, con multitud de reconocimientos, como por ejemplo el Premio Ramón Llull de Novela. Algunas de sus últimas obras son Si yo me pierdo, Yo pude salvar a Lorca, La hija del capitán Groc y Amor contra Roma. Actualmente, además, colabora regularmente en el programa Aruser@s de La Sexta.
Hoy en infoLibre, será a él a quien le toque estar a La contra, confesándonos sus placeres más culpables. “A menudo me sorprendo a mí mismo siguiendo las elucubraciones políticas delirantes de los tertulianos (periodistas, profesores, sociólogos, politólogos…), recurrentemente independentistas, del programa Més 3/24 de TV3”, admite. El espacio es uno de los programas de actualidad más seguidos de Cataluña y en él se combinan debates y entrevistas sobre las noticias del día, todo conducido por el presentador Xavier Graset. El periodista admite que pese a que algunos de los tertulianos independentistas le “sublevan”, no puede evitar verlo.
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Después de confesar su placer culpable, Amela nos cuenta por qué, en su opinión, tendemos a esconder estos deleites ocultos. “Sucede que somos todos hipócritas (en mayor o menor medida) y procuramos mostrar una máscara moral que nos hace sentir bien, ocultando a los demás lo que no encaja en ese postureo social”, sostiene el escritor, que admite estar trabajando con “higiene emocional” para que esa máscara se parezca lo máximo posible a lo que es él en realidad.
Por ese motivo, el periodista cada vez se avergüenza menos de lo que lee, escucha o mira porque, según él, al final todo es cultura. De hecho, cita una frase del autor anónimo del Lazarillo que cree resumir muy bien su postura ante la cultura: “No hay libro, por malo que sea, que no contenga algo bueno”. Por ello, cree que “ver porno a veces no te hace peor persona, ni leer El Quijote te hace mejor". "Todo aporta”, sostiene.
Así, después de todo, la conclusión del periodista es que para disfrutar de la cultura es imprescindible dejarse guiar por el placer. Este debe ser la luz que nos oriente en el consumo del arte porque, como decía Jorge Luis Borges y recuerda Amela, “leer no es obligatorio”.
La entrevista es uno de los géneros más complicados de la profesión periodística. En ella, dos personas conectan durante un espacio de tiempo que puede durar desde segundos hasta horas. Como ya conseguía Diego de Velázquez en sus célebres retratos, con una buena entrevista el lector puede conocer, con tan solo unos minutos de lectura, todo lo que se esconde detrás de la figura del entrevistado. Su personalidad, con todos sus miedos, ilusiones y esperanzas queda reflejada de forma parecida a los ojos de Inocencio X en la famosísima pintura del genio sevillano. Aunque hay que reconocerle a Velázquez que, en su caso, no necesitó que el papa dijera una sola palabra para conseguir transmitir a un visitante actual de la Galería Doria Pamphili de Roma los temores y desconfianzas del santo padre.