Máximo Pradera: "Me hace gracia lo que dice y cómo lo dice Feijóo, parece que tiene un hámster en la boca"
"La risa mata el miedo, y sin miedo no puede haber fe, porque sin miedo al diablo ya no hay necesidad de Dios". El periodista de radio y televisión y presentador madrileño Máximo Pradera recurre a esta cita de El nombre de la rosa de Umberto Eco para describir las posibilidades y, en especial, el poder subversivo del humor. En política, las pasiones desempeñan igualmente un papel fundamental. Aún más: la política puede entenderse como el resultado de una conversación constante entre emociones e ideas. Para Pradera, la derecha, como la religión, juega con el ruido del miedo hasta no dejar escuchar el razonamiento de las ideas. "Nunca se ha odiado y matado tanto como en nombre de Dios. Franco llamó a su rebelión militar –que nos costó 250.000 muertos y 40 años de represión– 'Santa Cruzada'. La derecha española actual es heredera de esa mentalidad", remarca a infoLibre.
El sentido del humor se ofrece como un remedio esencial para contrarrestar la ola de odio y crispación y el discurso del miedo promovidos por la Iglesia y la derecha política y mediática. Eso sí, no es el único: también la información. "Para dejar de odiar a los inmigrantes, por ejemplo, basta con leer textos de fundamento sobre inmigración, como este artículo vuestro", añade el periodista. Ahora bien, el humor malintencionado puede contribuir, por el contrario, a promover la hostilidad y el enfrentamiento: "Ayuso, por ejemplo, se cree que es muy gracioso llamar 'hijo de puta' al presidente del Gobierno con una rima eufemística: 'me gusta la fruta'".
A pesar de esto, el periodista se muestra contundente respecto a la posibilidad de combinar humor y política: "Se puede y se debe". El ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, es el primer ejemplo que le viene a la cabeza cuando le preguntamos por un político que goza de sentido del humor. "Nos ha regalado el mítico 'de ganador a ganador', que le espetó a Feijóo en el Congreso", recuerda. También el diputado del PNV Aitor Esteban. "Siempre mete alguna pulla humorística cuando contesta a la derecha. Y eso es muy de agradecer".
Pradera se confiesa adepto al humor surrealista. "Nadie me ha hecho reír tanto como Tip en su momento. Raúl Cimas, ahora, es un poco heredero de ese surrealismo". Sin embargo, disfruta por encima de todo de la ironía, "la burla fina y disimulada". En X (antes Twitter), está acostumbrado a recibir a menudo insultos y mensajes intencionadamente ofensivos: "hijo de puta", "nieto de falangistas", "me vas a comer la polla por delante y por detrás"... Cuando contesta –en contadas ocasiones, porque valora demasiado su tiempo– lo hace precisamente tirando de ironía: "¿Qué tratas de insinuar? Si me quieres decir algo, habla claro, no me obligues a leer entre líneas". "Se vuelven locos", comenta burlón.
No es de extrañar, así las cosas, que se muestre defensor de hacer humor con todo. Ahora bien, atendiendo al contexto. ¿Sobre qué no bromearía entonces en público? "Dices bien, 'en público'. Porque en mi vida privada hago chistes de casi todo". El periodista admite sin pudor que le divierte sobremanera el humor negro, aunque, desde hace un tiempo, la ha empezado a saturar. "No tengo ya el cuerpo para chistes de judíos en campos de concentración".
Lo políticamente correcto ha dejado de ser una moda y se ha convertido en una grave pandemia
La tibieza con la que juzga el humor pretendidamente ofensivo se convierte en una crítica mordaz cuando comentamos las imposiciones y la censura de lo políticamente correcto: "Ha dejado de ser una moda y se ha convertido en una grave pandemia". Según Pradera, esta "pandemia" ha proliferado gracias, en gran medida, a la plataforma de difusión que le ofrecen las redes sociales, "infestadas de afeadores de conducta". "Parásitos que no generan contenido alguno, pero dedican su vida entera a llamarte 'miserable' o 'desecho moral' por cualquier cosa que hayas escrito", reprueba molesto. Y nos remite a la burla de "esta enfermedad moral" que lleva a cabo en sus Cuentos infantiles políticamente correctos el escritor estadounidense James Finn Garner.
¿Qué te crees que haces irrumpiendo como un neandertal? ¡Sexista! ¡Especista! ¡Cómo te atreves a asumir que las mujeres y los lobos no podemos resolver nuestros problemas sin un hombre!
Para demostrarnos que lo de hacer humor con todo no es un decir, Pradera reconoce que no recuerda un ataque de risa comparable al que le produjo su despido de Público. Ocurrió hace unos años, como consecuencia de un artículo con un párrafo faltón –uno solo–, al que había dado el visto bueno el redactor jefe el día anterior. "La directora ni siquiera tuvo la dignidad de llamarme y me escribió un correo delirante que empezaba: 'Asumo toda la responsabilidad, pero…' Me partí la caja, porque ya sabes que todo lo que está a la derecha de un 'pero' no es más que bullshit, la negación de la responsabilidad que dices asumir. 'Asumo toda la responsabilidad, pero el que se va del diario eres tú, el eslabón más débil'", sentencia con ironía.
Prosiguiendo con las anécdotas divertidas, el periodista se remonta a su adolescencia para contarnos su viaje más surrealista: a Marruecos, en compañía de su abuela Liliana (viuda del ideólogo falangista Rafael Sánchez Mazas), la escritora Carmen Martín Gaite, y su tío, el cantautor Chicho Sánchez Ferlosio. "Parecíamos un cuarteto Durrell. Pero no de Lawrence, sino de Gerald Durrell". Aunque el propósito del viaje era, como es lógico, conocer Marruecos, decidieron, ya que estaban, comprar un cuantioso cargamento de hachís, "una sustancia a la que Chicho era adicto". "En vez de pegarse las pastillas al cuerpo con esparadrapo, como Billy Hayes en El Expreso de Medianoche, Chicho compró en Tánger un enorme magnetofón de cinta abierta, desmontó la carcasa, la llenó de droga, y se la encasquetó a su madre, que, como tenía pasaporte diplomático por ser la viuda de Don Rafael, era seguro que no iba a ser registrada en la aduana. Era tanto costo que Chicho tiró con eso hasta los años ochenta", rememora con una sonrisa.
Por otro lado, el humor le ha ayudado a sobrellevar con positividad algunos de los momentos más complicados de su vida, como su larga convalecencia tras padecer un cáncer de próstata. La serie que le acompañó durante la enfermedad y en su posterior recuperación fue la sitcom estadounidense Seinfeld. "Fue la que me hizo olvidar que había estado al borde la muerte, o cuando menos, de la metástasis. Se la recomiendo a todos los pacientes oncológicos", apunta el periodista.
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Tampoco se ha librado de la risa en momentos más serios y formales, lo que le ha llevado a protagonizar más de una situación embarazosa. "¿Un momento Pijus Magníficus? Siempre que llego a un restaurante fino y el maître me da la brasa con lo que lleva cada plato. Me entra la risa, porque es puro postureo. Pero intento reprimir la carcajada, porque no quiero que el tipo sienta que me burlo de él", explica. Pradera encuentra ridícula la moda de recitar los platos con una larga perífrasis, que "en el fondo solo sirve para clavarte más dinero cuando llega la cuenta". Llegados a este punto, se acuerda de una broma del cómico Leo Harlem sobre lo que llama la 'moda Bulli', en referencia al ya cerrado restaurante gerundense: "¿Tembladera de azúcar y huevo al golpe de calor en su espejo de caramelo? De toda la vida en mi casa a eso lo hemos llamado flan", estalla en risas.
Más suelto tras este primer chiste, Pradera se decide a confiarnos un pequeño placer culpable: reírse de la forma de hablar del líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. "Me hace gracia tanto lo que dice como la forma en que articula, que es ridícula. Parece que tuviera metido un hámster en la boca. Y como no puede controlarlo, me produce algo de culpa reírme de esa tara", reconoce, aunque sin demasiada vergüenza.
Para poner punto final a la conversación, el periodista nos revela sus predilecciones geográficas en el humor: "Para mí, la provincia con más sentido del humor es Cádiz. La comunidad con menos, Catalunya. Aunque cuando sale un catalán gracioso, suele serlo mucho. Me encantaba, por ejemplo, Eugenio". Se termina animando hasta a contarnos uno de sus chistes favoritos del cómico catalán: "Saben aquel que diu que diu que va una señora con sus gemelos de la mano por la calle, se cruza con un antiguo conocido y le diu: 'Mira, estos son mis hijos'. Y el otro se queda mirando a los gemelos y diu: 'Joder, cómo os parecéis, ¡sobre todo TÚ!'".