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Verano, 2050

James Rhodes: "En España hay un sentimiento de comunidad real. Está dividida literalmente por 'comunidades'"

'Verano, 2050': Entrevista a James Rhodes.

James Rhodes (Londres, 1975) es un pianista de talla mundial. Su popularidad en redes, o al menos en el submundo de Twitter, es también fruto de su genuino entusiasmo por España, sus paisajes, su cultura y su gente: vive en Madrid desde 2017. Es una rara avis, un espacio de optimismo y alegría en un país acostumbrado al cainismo, a la polarización y al odio gratificado por el algoritmo. Su activismo en defensa de la infancia ha conseguido, incluso, que el vicepresidente cuarto del Gobierno bautice una ley con su nombre. Y su buen rollo no está basado en el privilegio: su historia es la de una persona agredida sexualmente de pequeño, que ha lidiado y lidia con los desórdenes mentales, a la que la música salvó su vida, como cuenta en su autobiografía Instrumental. Su receta para un estío feliz en Verano, 2050 tiene mucho que ver con lo que ha encontrado en nuestro país: "En España hay un sentimiento de comunidad real. Quiero decir, está dividida literalmente por comunidades. Conozco a todos mis vecinos aquí. Hablamos, tomamos café, compartimos cosas". Más y mejor de eso, en esencia.

¿Cómo imagina un futuro mejor de aquí a 30 años James Rhodes? "Oh, mierda. No puedo imaginarme ni siquiera cómo será el mes que viene. ¿30 años? O nos extinguimos o el mundo será un lugar mucho mejor. Está 50/50...", plantea. Optimismo, pero no mucho. El artista es plenamente consciente de los escollos del camino: se ha encontrado con muchos de ellos, pese a estar encantado con España y con todo lo que representa. "En España, por primera vez en mi vida, siento que he encontrado mi hogar. Y he estado lo suficiente como para ver el lado más oscuro de ese hogar. La cultura machista y la terrible incidencia de la violencia contra las mujeres (y las farsas legales alrededor) me dejan pasmado. La manipulación de los medios, las agresiones sexuales, la homofobia, la xenofobia y, en general, todo tipo de violencia inducida por el odio que es ansiosamente propagada por gente como Abascal y sus seguidores", sentencia.

Teme que personas "como Trump o Johnson" inclinen la balanza hacia la distopía, una vez logremos salir de la pandemia. No será fácil contrarrestar su efecto. "Parece que el mundo entero tiene algún tipo de trastorno de estrés postraumático debido a todo lo que ha sucedido este año. Personalmente, estoy haciendo todo lo que puedo para aprender de ello, e intento apreciar las cosas que antes daba por sentadas. Es una gran llamada de atención y una gran oportunidad de crecimiento. Dicho esto, ha habido momentos en los que he querido suicidarme y ahora estoy tomando antidepresivos. Entonces, es cambiante. Soy optimista. Si no lo fuera, no me levantaría de la cama por la mañana", explica.

Reivindicar ese sentimiento de comunidad, de ayuda y cuidados mutuos, de pensar menos en lo individual y más en lo colectivo, ha sido la tónica durante todas las entrevistas y ésta no iba a ser menos. James lo ha encontrado aquí, en contraste con la fría capital de Reino Unido. "En Londres puedes vivir 10 años en el mismo piso y no conocer el nombre de tu vecino, y jamás hablar con él. Aquí siento que es lo contrario. Qué bonito es sentirse menos solo y formar parte de una familia, especialmente para mí, que no tengo familia aquí y puedo sentirme especialmente solo". En España, opina, "hay un sentimiento de comunidad real" basado en pequeños gestos y rutinas que nos acercan en vez de alejarnos, y que otros países, asegura, podrían imitar: "Siestas. Merienda. Centrarse más en la familia. Trabajar en reducir emisiones y contaminación. Sobremesas. Comer comida natural, fresca e increíble y no mierda procesada. Sonreír a la gente en la calle. Decir 'buenos días' a la gente en la sala de espera del médico. Hacer contacto visual. Calidez, simpatía, brazos abiertos, firmar emails con 'un abrazo'", lista.

"Amabilidad es la palabra clave"Amabilidad, para plantear cómo seremos –o cómo deberíamos ser– de aquí a 30 años. "Está infravalorada. Mucha gente confunde amabilidad con debilidad. Mi experiencia en España ha sido casi abrumadoramente una experiencia de amabilidad", añade.

Para el artista, la cultura, en su sentido más amplio, necesita ser defendida en muchos más espacios de los habituales: y ser una de las piedras angulares de la sociedad futura. "Cultura es una palabra muy grande. Para algunas personas, abarca el arte elevado (high art), una expresión que odio. Para mí, significa todo lo que sea creativo. Fotografía, pintura, danza, música, teatro, escritura, cocina. En mi mundo ideal, todas esas cosas tendrían la misma importancia en la escuela (la educación en artes es una desgracia global). Me encantaría ver música en todos los colegios, orquestas de colegio, teatros prosperando, becas para escritores y artistas talentosos, libros vendiéndose en librerías independientes, más cultura en televisión… (imagina 5 minutos de Chopin en Sálvame, por ejemplo). ¿Tan malo sería? La cultura no debería ser vista como algo izquierdista y progre", explica. 

El futuro que Rhodes imagina cuenta, como no podría ser de otra manera, con una infancia con muchos más derechos, mucho más protegida ante agresiones y abusos de todo tipo. "Los niños son invisibles demasiado a menudo. No votan, no tienen dinero, no pagan impuestos, no importan. El 50% de todos los casos de violencia comunicada a la policía durante el pasado año fue contra niños. El 50%. Algo tiene que cambiar. La nueva Ley de la Infancia hará a España el país número uno del mundo en protección de la infancia y espero que otros países lo emulen", afirma.

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En general, el país necesita, para no caer en el abismo, una amplia estrategia de abordaje de la desigualdad, considera: "Soy dolorosamente consciente de las luchas del día a día de tantas personas solo para poner comida en la mesa y encontrar o mantener un trabajo. Y espero con todo mi corazón que todos salgamos de este más amigables, más seguros, más amables y, una vez más, más unidos. Pero claramente las cosas tienen que cambiar (...) La enorme e incomprensible disparidad de la riqueza tiene que cambiar. Las personas no deberían entregar comidas valoradas en 30€ a la gente en sus hogares y recibir 1€ por entrega. Eso es, simplemente, esclavitud moderna". 

El día ideal

¿Cómo sería el día ideal durante el verano de 2050 para James Rhodes? "Exactamente igual que es en 2020 pero sin mascarillas. Café en una terraza con amigos, un paseo por el parque, un almuerzo largo y apacible, unas cuantas horas de práctica de piano, un buen libro". Y su banda sonora sería Spiegel Im Spiegel, de Arvo Pärt. "Es una composición hermosa, romántica, tranquila, tierna, relajante y esperanzadora. Todo lo que espero que sea el futuro". 

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