Laila Ripoll, del calor al bosque

Patricia Martín Aguirre | Clara Morales

Laila Ripoll (Madrid, 1964) tiene un archienemigo en verano: el calor. La dramaturga y directora de escena no sufre solo por la flama y el asfalto ardiente, sino que mira también a futuro: "Me da mucho miedo ver la deriva que llevamos con este tema sin que realmente se intenten tomar medidas". Pero, quitando ese mal de muchos, estos meses son para la creadora, una de las principales figuras de la escena española y Premio Nacional de Literatura Dramática en 2015, un momento dulce. En julio, el menú ha sido de festivales, con el paso de su La judía de Toledo (de su productora Micomicón junto a la Compañía Nacional de Teatro Clásico) por el de Almagro. Y en agosto toca descanso en familia. 

Un descanso que no le negaría a nadie: "Las vacaciones son un derecho del trabajador", defiende en un verano marcado por la defensa de políticos como Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, de su voluntariedad. Sí que le daría "vacaciones permanentes" a más de uno. Las suyas, desde luego, no lo serán: a su regreso no le espera solo el regreso de su mencionada obra de teatro clásico y Cáscaras vacías, estrenada en el Centro Dramático Nacional, sino un nuevo proyecto. Donde el bosque se espesa es una reflexión sobre la memoria —ya lo hizo en El triángulo azul, sobre el paso de los refugiados republicanos por los campos nazis— a través de una familia que redescubre su pasado, y estará en Madrid el próximo mes de mayo. Para entonces, quizás esté ya pensando en las siguientes vacaciones. 

Pregunta. En verano, ¿descanso o trabajo?

Respuesta. Pues ambas cosas. Julio es un mes de festivales, un mes muy alegre, de trabajo muy bonito, y agosto un mes más tranquilo, con más días para descansar o para trabajar en  casa.

P. ¿Un rincón para refugiarse del mundanal ruido?

R. Cualquier garganta de la Vera de Cáceres. Pero también cualquier placita de Sanlúcar de Barrameda con una manzanilla y un plato de jamón delante.

P. ¿Cuál es el momento de las vacaciones con el que sueña?R.

El momento de meterme en el coche con mi pareja y mi hijo y poner rumbo a algún lugar que no conozcamos, a algún lugar que descubrir los tres juntos.

P. Ahora toca hablar del más temido…R.

Calor… cada vez me resulta más insoportable. Me producen una tremenda inquietud estos calores interminables y me da mucho miedo ver la deriva que llevamos con este tema sin que realmente se intenten tomar medidas.

P. ¿A quién dejaría sin vacaciones?R.

Creo que las vacaciones son un derecho de los trabajadores, así que no se las quitaría a nadie. Más bien mandaría de vacaciones permanentes a más de uno.

P. ¿Se lleva algún Cuadernillo Rubio, algunos deberes para septiembre?R.

Me llevo un montón de libros, un montón de cuadernos donde tomar notas y el ordenador portátil para poder trabajar. Tengo dos textos que empezar a armar este verano y, además, en octubre retomaré Cáscaras vacías en el Teatro María Guerrero y la gira de La judía de Toledo.

P. ¿Hay algo que le quite el sueño en estos meses?R.

El calor terrible de Madrid. Estoy deseando poderme ir a algún sitio más fresquito.

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P. ¿Qué le espera a la vuelta?R.

Además de Cáscaras vacías y la gira de La judía de Toledo, un hermoso proyecto que se llama Donde el bosque se espesa, que se podrá ver en el Teatro Español de Madrid en el mes de mayo.

 

Laila Ripoll (Madrid, 1964) tiene un archienemigo en verano: el calor. La dramaturga y directora de escena no sufre solo por la flama y el asfalto ardiente, sino que mira también a futuro: "Me da mucho miedo ver la deriva que llevamos con este tema sin que realmente se intenten tomar medidas". Pero, quitando ese mal de muchos, estos meses son para la creadora, una de las principales figuras de la escena española y Premio Nacional de Literatura Dramática en 2015, un momento dulce. En julio, el menú ha sido de festivales, con el paso de su La judía de Toledo (de su productora Micomicón junto a la Compañía Nacional de Teatro Clásico) por el de Almagro. Y en agosto toca descanso en familia. 

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